Jacquelin Ramos y Javier Vieyra
El 29 de junio de 2018 murió María Luisa La China Mendoza. Su partida deja un vacío imposible de llenar en las letras mexicanas; lo mismo en obra que en personalidad, la alegre mujer de pluma y sonrisa formó también un escuela de escritores y amigos en quienes recae hoy la tarea de preservar su recuerdo y su legado. Uno de ellos, el narrador Humberto Guzmán quien rememora en entrevista con Siempre! sus pasos con la guanajuatense.
Novelas muy narrativas
“Siempre me tuvo muy presente, pues gracias a ella empecé a publicar un poco más mis cuentos y reseñas de libros en medios como El Día, donde ella fue uno de los fundadores, así como también en el suplemento cultural El Gallo Ilustrado, que fungía como directora; era una mujer muy activa y comprometida con lo que le apasionaba, que era escribir”.
Toda lengua tiene un lenguaje vivo que generalmente se fortalece con el lenguaje hablado, sin embargo existe otro lenguaje que se va quedando atrás, en ese sentido pero en forma más libresco, La China Mendoza lo rescataba, asevera Guzmán, ya que la novelista mexicana en su obra literaria transformaba ese lenguaje olvidado en uno más rico, seguro de sí mismo, y por ende también narrativo; un ejemplo de ello, dice, fue su ultima novela De amor y lujo, en donde existe un discurso novelístico como un río de letras en constante movimiento y en la que su prosa cobra mucha vitalidad y sus personajes hablan por sí mismos.
“Con cierto control en su prosa, sus novelas eran muy narrativas a pesar de que no parecía que definiera o dibujara con detalle los personajes, pero el resultado novelístico era una extroversión en el lenguaje, lejos de lo peyorativo, que reflejaba la personalidad explosiva de La China y la personalidad de sus personajes, que en su mayoría eran femeninos”.
Como una mujer muy sociable que la conocía todo el medio literario y periodístico desde los años setentas, define a La China el periodista cultural, ya que coincidió con el clan de grandes autores como Carlos Fuentes, además de ser amiga entrañable de José Emilio Pacheco y de Carlos Monsiváis, a pesar que con este ultimo no concordaran sus ideas.
No obstante, dice el novelista, en sus últimos años, La China Mendoza vivió experiencias desafortunadas, al ser relegada por varios de sus colegas, escritores y periodistas, pues no le perdonaron su afiliación priista, lo que provocó la falta de reconocimiento no solo a su figura intelectual, sino también de su obra.
Nacionalista y generosa
“Me pareció una situación no solo exagerada, sino además injusta, porque un escritor tiene obligaciones con la literatura, con sus novelas y cuentos, con su profesión, pero no depende de una afiliación o de una forma de pensar, la inteligencia misma no tiene una afiliación. Es realmente inaceptable lo que le hicieron a La China, por su afiliación política y por expresar algo que no iba con el pensamiento del conjunto social”.
A pesar de ello nunca dejó de ser una persona nacionalista y generosa, asevera Guzmán. La China Mendoza amaba a su país, quería mucho a su estado natal Guanajuato y sus tradiciones, siguiendo siempre la influencia global; admiradora de Marcel Proust, el gran novelista francés: “y por algo será, porque Proust también era un escritor explosivo y arrebatado, que hablaba de tantos personajes de su época, y con mucha riqueza de exposición, muy parecido a La China”, apunta Guzmán.
Novelas como la última que volvió a publicar Alfaguara, Con él, conmigo, con nosotros tres, así como su estupendas obras, De ausencia y Fuimos es mucha gente, entre otras, es parte del legado que deja La China Mendoza, que a decir de Guzmán, el mayor legado dentro de lo literario es su quehacer lingüístico, su trabajo discursivo y su logro de hacer historias donde el lenguaje es valorado y reconocido, además de insertarle un toque nacional.
“La lengua es el gran descubrimiento de la humanidad y la historia de los pueblos, y los escritores buenos, como La China Mendoza, que indudablemente dejan un legado en la lengua de su país jamás serán olvidados”.