En el gran teatro de la política mexicana, cuando ya existe un candidato triunfador a la presidencia de país, “la cargada” lo abruma, pero también lo embelesa aduladoramente, buscando participar del pastel sexenal o, al menos, recoger las migajas del poder.

Esa tradicional “cargada” se constituye (a su estilo y posibilidad) por todo tipo de mexicanos, ricos y pobres, académicos o analfabetas, mujeres y hombres, pero todos ellos son poco afectos a la dignidad. Hasta Trump, quien según el Washington Post, cariñosamente le llama “Juan Trump”.

A una de esas masas cultivadoras, ante cámaras y reporteros, Andrés Manuel López Obrador les recriminó: “Nada más no me apachurren”.

Lo que desearon sus enemigos durante más de una década: apachurrarlo, con odio; pero ahora, sus viejos y sus nuevos amigos lo machacan por apócrifo amor, y éstos son más peligrosos que aquéllos.

Curioso es que los mismos, que ahora lo alaban y adoran, fueron los mismos que glorificaron a Peña Nieto, a Fox, a Calderón, y a los presidentes anteriores.

En el fondo, esos mismos que constituyen más de lo mismo se rebelaron contra esa mafia del poder, al sentirse marginados.

Y en estas elecciones 2018 tuvieron éxito arrollador, tanto, que la mafia en el poder, adelantándose a las autoridades electorales y sin cuidar las formas instituidas, le entregó de inmediato a AMLO la máquina del poder con la que trabajó esa llamada mafia.

Presidencias municipales, legislaturas locales, Congreso de la Unión, presidencia de la república, fuerzas armadas, iniciativa privada y el resto del engranaje.

Y la gente que llega con Andrés Manuel, salvo excepciones, fue arrojada a la playa del poder a través de ese tsunami AMLO; y es sabido que esos meteoros cuando concluyen su efecto destructor dejan sólo basura y escombros.

Gran parte de los nuevos diputados, senadores y munícipes, no hicieron ni campaña, gastaron en cosas frívolas y personales el dinero que les dieron, y no saben ni a qué van a los órganos públicos, pero ese tsunami los proyectó al poder.

¡Urge que los capaciten!, técnica y éticamente; deseando todos que algo aprendan.

Pero… ¿qué van a hacer con la máquina del poder que la mafia ha dejado ya en manos de López Obrador?

Usarla para algunos cambios.

Ni soldados ni marinos ni policías serán guardaespaldas de AMLO, pero serán civiles ejercitados militarmente.

Ya no habrá gasolinazos por 3 años, pero la gasolina después subirá, bajo las reglas del mercado.

Los expresidentes ya no recibirán elevada pensión, pero se verá la manera, según su comportamiento ante el nuevo poder, de ofrecerles discretos auxilios.

En realidad, siempre los mismos, que electoralmente les ganaron a los mismos, seguirán usando la misma máquina de poder que sirvió a la mafia, cuyos miembros se empezarán a diluir entre los nuevos poderosos.

Y aún así, México por su fuerte y noble raíz seguirá avanzando.