Hermano que ayudado por su hermano
es como una ciudad fortificada.
Proverbios
El 17 de julio de 1938, un día antes de la inauguración de La Casa de España en la capital de la república mexicana, el general Cárdenas escribió una misiva el presidente de España Manuel Azaña en la que solicitaba el apoyo de esa república hermana.
En su diario de apuntes, Cárdenas reflejaba las enormes presiones a las que se veía sometido el país a escasos meses de la decisión más trascendental de la historia de la república revolucionaria; el mandatario se cuestionaba “¿qué importa la escasez económica si ella ha de contribuir a salvar el decoro del país?”, a lo cual expresa convencido que a su gobierno le tocaba “encauzar el desarrollo de la industria petrolera en manos de los mexicanos y a conseguirlo pondré todo mi esfuerzo”.
A renglón seguido hace referencia a la España republicana y concluye su reflexión recuperando, de su misiva al presidente de la II República Española, el párrafo final en el que alerta al mandatario republicano del riesgo que se corre: “Si México se viera abandonado en esta lucha contra el capitalismo imperialista se extinguiría aquí hoy la democracia político-económica que empieza a nacer en los pueblos de América y esto perjudicaría seriamente a la España Republicana”.
Los sucesos de Aragón generaron en varios de nuestros compatriotas la necesidad de valorar la urgencia de iniciar un proceso de asilo a favor de intelectuales y académicos españoles, y en ello don Daniel Cosío Villegas jugaría un papel fundamental al convencer al mandatario mexicano de fundar La Casa de España en México.
El intelectual mexicano convencería al general Francisco J. Múgica, mentor del presidente Cárdenas y secretario de Comunicaciones en esos momentos, para fundar una institución que permitiera, al mismo tiempo, difundir el pensamiento republicano en nuestro país y construir el camino de la fraternidad entre refugiados y anfitriones.
Esta acción contó con el apoyo del Fondo de Cultura Económica, que asignó al proyecto dos habitaciones de sus oficinas ubicadas en la calle de Madero, donde un grupo de intelectuales republicanos, invitados por el gobierno cardenista, iniciaron un ciclo de conferencias.
Dos años más tarde, y tras la lamentable debacle de la España republicana ante el golpe franquista, el programa “temporal” de La Casa de España se convirtió en una opción definitiva para un claustro académico de primer nivel que dio origen a El Colegio de México.
En una época de reconciliación nacional, resulta muy pertinente traer a la memoria esta crítica etapa de la vida nacional, lapso en el que el temple mexicano forjó un internacionalismo que redituó en procesos sustantivos al desarrollo intelectual, educativo y económico para la patria, mostrando así la vigencia de ese milenario proverbio en el que “hermano ayudando a su hermano” significa al mismo tiempo solidaridad y seguridad ciudadana.

