Ximena Covarrubias Faure
En la vida siempre encontramos limitaciones para cumplir nuestros objetivos. Baches en el camino que van complicando nuestro paso y que nos hacen poner a prueba nuestras habilidades e incluso la confianza en nosotros mismos. La situación de las personas con discapacidad (PcD) no es diferente, pero dada la carga de los prejuicios o el desconocimiento hacia ellos y sus posibilidades, estos baches se pueden notar aún más.
Cualquier persona que busca llegar al gobierno o al Congreso por un puesto de elección es sometido a diferentes pruebas. Para empezar, debe ser apoyado por un equipo de trabajo —ya sea partidista o no— que crea en la posibilidad victoriosa de su candidatura y, en segundo lugar, demostrar que ese valor se confirma con el voto del electorado. La población, con toda razón, va a ser crítica y va a buscar elegir lo mejor para ellos mismos, para mejorar su calidad de vida. A veces los prejuicios adquiridos sobre las personas con discapacidad o sencillamente su invisibilidad, se vuelven un reto para estas candidaturas.
Según el Inegi, en 2015 cerca de 2.3 millones de personas laboraron en las administraciones públicas estatales de nuestro país. El reporte emitido por la institución habla de la cantidad de mujeres contratadas, las brechas de género y las percepciones económicas de los empleados; pero no se hace mención alguna sobre la discapacidad. No hay datos. Algo parecido sucede con respecto a las candidaturas de personas con discapacidad.
En México hemos tenido 56 presidentes electos de los cuales, en el tema de discapacidad, siempre se resalta que Antonio López de Santa Anna, once veces presidente del país, perdió una pierna en 1938, durante la Guerra de los Pasteles con Francia, a la cual le organizó un funeral y luego usó una prótesis; y el general Álvaro Obregón, presidente de 1920 a 1924, fue amputado de la mano derecha también por un accidente de guerra. Pero, ¿qué pasa con el resto de los cargos?
Desde que en México entró en vigor la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad el 3 de mayo de 2008, se ha buscado tener mejores políticas públicas para garantizar los derechos de este grupo de personas. Se han hecho esfuerzos dentro del gobierno, como la creación del Consejo Nacional para el Desarrollo y la Inclusión de las Personas con Discapacidad (Conadis), iniciativas por entidades privadas como Éntrale, una iniciativa del Consejo Mexicano de Negocios para la inclusión laboral de PcD, así como cientos de fundaciones que se especializan en las diferentes discapacidades y buscan la inclusión social en el país. No obstante, a pesar de los avances obtenidos en la materia, y a que ahora pueden votar sin discriminación y ser funcionarios públicos, uno de los pendientes es que haya mayor representación de PcD en puestos de poder.

Hay pocos casos de personas que han tenido éxito en una carrera política y que, a la vez, hayan vivido con alguna discapacidad. Ignacio León Robles Robles, docente de formación, fue el primer funcionario público ciego al ser director de la escuela Número 50 de Educación Especial que ahora lleva su nombre y fue diputado local de la Ciudad de México. El contendiente a la presidencia en el año 2000, fundador del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) e impulsor global de la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad, Gilberto Rincón Gallardo, es uno de los casos más conocidos; sin embargo, no son los únicos.
En las pasadas elecciones de 2018, las más grandes de la historia del país, también fueron electas personas con discapacidad. Doni Alan Verdugo Aguilar resultó ganador en las pasadas elecciones de julio para desempeñarse como presidente municipal de Unión Juárez, Chiapas. Victorioso a pesar de haber sufrido discriminación al serle negado —en un principio— el derecho a estudiar debido a su discapacidad motriz, el alcalde electo logró titularse de la carrera de derecho en la Universidad Tacaná en Tapachula para convertirse en el primer alcalde del estado con una discapacidad.
En Zacatecas, los ciudadanos también eligieron a Claudia Anaya Mota como senadora por la coalición Todos por México. Anaya ha sido presidenta de la Comisión Especial sobre no Discriminación, directora de la Comisión Estatal para la Integración Social de las Personas con Discapacidad en Zacatecas y diputada federal de la LXI legislatura. Con discapacidad motriz, ha demostrado con su trayectoria que el éxito es independiente a cualquier condición.

En 2016, también hubo un par de candidatos postulados por la vía independiente: Adrián Martín Pineda Selvas junto con su suplente Raúl Alcántara Argüelles fueron los primeros candidatos con discapacidad en buscar el voto para lograr una diputación local en Veracruz (con parálisis cerebral atáxica y discapacidad visual respectivamente). Aunque no resultaron victoriosos, probaron que sí se puede aspirar a un cargo público sin la ayuda de un partido político.
Estos son algunos ejemplos de ciudadanos mexicanos que han abatido los prejuicios sociales para desempeñarse en el ámbito que más les gusta: la política. Sin embargo, son casos que se cuentan con los dedos de la mano. Hay países en los que resulta más común ver funcionarios en estas condiciones. Uno de los más notables es la reciente elección de Lenín Moreno como presidente de la República del Ecuador, quien a pesar de los diversos comentarios en cuanto a su discapacidad motriz, especialmente por parte de su antecesor, Rafael Correa, ha logrado conducir un país hacia un camino mucho más diverso y tolerante.
Un puesto de elección es complicado, las adversidades son notorias y las críticas mediatizadas y de conocimiento público. Por esto mismo, para una PcD, el bache más grande y difícil de pasar no es su condición física o mental, sino la visión de esta en los ojos de la población. ¿Cómo se cambia a un México donde el bache del prejuicio es el primer filtro para la elección?
Hago un agradecimiento especial a Katia D’Artigues por su orientación y colaboración en la realización de este texto.



