Al iniciar este mes entró en funciones el nuevo Congreso de la Unión. Tanto la Cámara de Senadores como la de Diputados concretarán modificaciones en varios aspectos que perfilarán una manera distinta de operar. Esos cambios pueden englobarse en los siguientes aspectos: en la Cámara de Diputados, promover el recorte del gasto corriente en 40 por ciento —hoy suma 8,439 millones de pesos, por lo que la disminución sería de 3,375 millones— ; reducir viajes y gastos de avión; pasar de 56 a 40 comisiones ordinarias y no crear más de diez especiales o extraordinarias; cancelar contratos de consultores externos, y llevar al mínimo indispensable el número de asesores.
Por lo que toca a la Cámara de Senadores, también la austeridad será la constante. Se eliminarán estímulos por evaluación y desempeño, seguro de separación, seguro de gastos médicos mayores, apoyos para gasolina, automóvil, telefonía celular y alimentos, así como el complemento de aguinaldo. Asimismo, en esta Cámara se disminuirán techos de contratación para personal de apoyo, número de comisiones, personal por honorarios, plantilla de asesores, recursos económicos para bancadas, viajes internacionales y salarios y prestaciones.
Todo este listado de recortes buscará reducir hasta 1,500 millones de pesos (30 por ciento) del presupuesto 2019 y más de 500 millones de pesos por lo que resta del año. En este sentido, desde luego que esta medida de aplicación de una austeridad estricta en ambas Cámaras que integran el Congreso de la Unión es muy necesaria. Nadie se opondría a tales reducciones, si se toma en cuenta la realidad económica que vivimos en el país.
Es momento de tener un Congreso austero, pero eficiente. Restituir la imagen que la mayor parte de la ciudadanía tiene de los representantes populares, tanto diputados como senadores. La apreciación social, la opinión pública sobre las Cámaras es pésima y es oportuno dignificarlas, recuperar el prestigio del Congreso de la Unión. Nadie puede oponerse a ello, y la austeridad es un principio básico.
Sin embargo, subyace una duda en varios sectores que no tiene nada que ver con los presupuestos financieros ni con los programas de ahorro en estos recintos legislativos, pero sí con la dinámica interna de ambas Cámaras durante las sesiones. Habrá un notorio mayor número de legisladores emanados del partido político que ganó la Presidencia de la República en los comicios pasados.
En este nuevo contexto, se debe propugnar por un Congreso austero, sí, pero en donde se ponga en práctica un ejercicio de equilibrio interno con apertura para escuchar todas las voces de los representantes populares de todos los partidos. Dejar atrás esa estrategia de borrar las posturas críticas mediante la aplicación del mayoriteo, de la cerrazón.
La ciudadanía en su mayoría desea un Poder Legislativo maduro, transparente, sin egos, ni filias ni fobias personales.
Es momento de que la totalidad de los mexicanos confíen en que las leyes emanadas de nuestro Poder Legislativo son producto del consenso, del diálogo y del acuerdo democrático, y no de imposiciones aplastantes de una sola voz. Las leyes que surjan de este nuevo Congreso de la Unión deben sustentarse en la legitimidad, en la cordialidad y en el diálogo.
Secretario general del Partido Verde Ecologista en la Ciudad de México.