Hace 50 mil años un hombre y una mujer se encontraron, se hicieron el amor y por razones aún desconocidas se separaron, pero de esa unión nació una hija de la que sabe murió a los 13 años de edad. La historia es semejante a muchas otras, solamente que la mujer era neandertal y el hombre denisovano, es decir se trataba de dos especies de homininos diferentes.
No eran estrictamente la versión arcaica de los Montesco y los Capuleto, pero sí se estima que estos y otros individuos de esas especies tuvieron encuentros furtivos frecuentes, en los que se amaban intensamente o, mejor dicho, copulaban repetidamente, podría decirse que eran amantes fugaces.

Svante Pääbo, director del Instituto Max Plank de Antropología Evolutiva, y principal responsable del estudio de Denny.
Una vieja historia de encuentros
Por los hallazgos de ADN de neandertales y denisovanos en los humanos modernos, se identificó que ambas especies tuvieron relaciones con los Homo sapiens, quienes aparecieron en el planeta hace 195 mil años (los neandertales surgieron hace unos 300 mil años y se extinguieron hace 40 mil años, aproximadamente; en tanto que los denisovanos habitaron la Tierra desde hace un millón de años hasta hace 40 mil años).
Actualmente las poblaciones asiáticas y amerindias comparten menos de uno por ciento del ADN (ácido desoxirribonucleico) con los denisovanos, en tanto que los aborígenes australianos y los papúes de Nueva Guinea tienen hasta cinco por ciento de ADN denisovano. Los neandertales, por su parte, legaron a toda la población actual, excepto a los africanos, el dos por ciento de su ADN.
Por lo tanto, una parte de nuestro genoma procede de estas especies, pero no hubo una integración completa, como tampoco la hubo entre neandertales y denisovanos, sino que sus encuentros y relaciones fueron esporádicas, lo que dificultó encontrar restos de crías de ambas especies.
En 2012 se descubrió el fragmento de un hueso largo, de 1.5 centímetros de longitud, en la cueva de Denísova, región situada en el macizo de Altái, en Siberia, donde se descubrieron los primeros restos fósiles de denisovanos (de ahí su nombre), que se identificó como procedente de un individuo hijo de madre neandertal y padre denisovano.
Viviane Slon, Svante Pääbo, Benjamin Vernot y otros investigadores del Instituto Max Plank, de la Universidad de Toronto, de la Universidad de Oxford, del Instituto de Arqueología y Etnografía de la Academia Rusa de Ciencias, y de la Universidad Estatal de Novosibirsk, publicaron el 22 de agosto en la sección Cartas de la revista Nature, su trabajo The genome of the offspring of a Neanderthal mother and a Denisovan father (“El genoma de la cría de una madre neandertal y un padre denisovano”), en el que informan del resultado de sus trabajos.

El fragmento de un hueso largo de Denny, de 1.5 centímetros de longitud.
Un mestizaje arcaico
El encuentro de las dos especies se efectuó gracias a que los neandertales migraron de Asia y Europa Occidental hacia el Oriente, por lo que se produjeron esa reuniones ocasionales, ya que “puede ser que los neandertales y los denisovanos no tuvieran muchas oportunidades de encontrarse, pero en las ocasiones en que coincidieron debieron haberse apareado con frecuencia, mucho más de lo que pensábamos en un inicio”, consideró Svante Pääbo, director del Instituto Max Plank de Antropología Evolutiva.
En el trabajo consignan: “El hallazgo de la primera generación de neandertal–denisovano, entre el pequeño número de especímenes arcaicos secuenciados hasta la fecha, sugiere que la mezcla entre los grupos de homínidos del Pleistoceno tardío era común cuando se encontraban”.
De esos encuentros nacieron seguramente varios hijos, uno de ellos fue Denny, a quien perteneció el fragmento óseo que analizaron. Los investigadores estiman que esos restos eran de una mujer que falleció cuando tenía 13 años de edad; asimismo, determinaron que la madre de Denny era cercana genéticamente a los neandertales que vivieron en Europa Occidental, en tanto que el padre tuvo al menos un antepasado neandertal.
Sin embargo, no hubo una mayor fusión de estas especies, por lo que el doctor Juan Luis Arsuaga, experto paleoantropólogo español, ha planteado que esos encuentros probablemente se dieron entre individuos aislados, excluidos del grupo, que no tenían acceso a hembras de su especie, como sucede actualmente con otras especies: “un lobo marginal de California o uno joven pueden reproducirse con una hembra de coyote que encuentren disponible”.
Si esos mestizajes se dieron entre seres marginados y migrantes, sus encuentros fueron fugaces pero intensos, que dejaron una descendencia pequeña, Finalmente podría ser la historia muchas veces repetida de dos individuos que se encuentran, se aman y se separan. Una historia ancestral mil veces repetida…
@RenAnaya2
f/René Anaya Periodista Científico