Aquellos que pueden hacerte creer absurdidades,

pueden hacerte cometer atrocidades.

Voltaire

En medio de la turbulencia del río revuelto, donde según la sabiduría popular habrá ganancia de pescadores, los peces quedarán aturdidos, y así será más fácil capturarlos. Esta analogía sirve para lo que estamos viviendo en estos momentos en nuestro país.

Estamos en medio del río revuelto, por el cambio de gobierno, y en este espacio tan largo de transición, hay ambigüedad en las acciones y decisiones por parte del gobierno formal, material, constitucional que aún lo es hasta el último minuto del día 30 de noviembre, su ausencia es notable y genera confusión. Por el contrario, vemos más activo en la toma de decisiones al presidente electo que, sin facultades, incide e influye en la vida política, económica y social de nuestro país.

Esta ambivalencia en el ejercicio formal e informal del poder ha generado alteraciones en el medio, la inseguridad ha crecido, entre el debate de si desaparece el Ejército como garante de la seguridad nacional ante el ataque exterior o si bien todos los militares se integran como cuerpos policiacos. Quizás intenten hacerlo o no, mientras tanto las declaraciones generan incertidumbre, lo que aprovechan los delincuentes para hacer de las suyas.

Así, estas turbulencias han llegado a espacios que hasta antes de las elecciones vivían una mediana calma y tranquilidad; me refiero a la UNAM y el nuevo aeropuerto internacional.

Sin duda, en la UNAM habíamos observado durante los últimos años hechos y circunstancias que alteraban su dinámica cotidiana, pero que de alguna manera estaban controlados y no se salían de sus cauces. Lamentablemente nos enteramos de agresiones, homicidios y narcomenudeo que fueron aumentando y que, con el clásico respeto a la autonomía universitaria, las autoridades locales y federales se excluían de su responsabilidad para investigar y sancionar a los responsables.

A pesar de estas circunstancias no habíamos advertido movimientos estudiantiles desestabilizadores como el sucedido el 3 de septiembre pasado, que sin duda fue generado con el fin de agredir directamente y desestabilizar. El otro caso es el del nuevo aeropuerto, cuyas obras comenzaron en septiembre de 2015, es decir, llevaban tres años de trabajos en las obras y, salvo las contingencias normales de ese tipo de obras de gran envergadura, quizá la más grave de ellas que vimos fue el paro de transportistas que exigían que les pagaran por el movimiento de tierras y materiales; casualmente, ahora surgen nuevamente las protestas y los grupos que se oponen con todo a la construcción de esta obra, bloqueos y amenazas han resurgido.

En ambos casos, en la UNAM y el aeropuerto, hay injerencias externas que buscan desestabilizar, para generar graves problemas. Es decir, el río está revuelto, falta saber quiénes serán los pescadores, qué ganancias persiguen y qué es lo que obtendrán.

@perezcuevasmx

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