El poder es como un explosivo:
o se maneja con cuidado o estalla.
Enrique Tierno Galván
La euforia conciliatoria del presidente electo Andrés Manuel López Obrador y su partido, Morena, parece haberse diluido conforme se han acercado a las realidades de la prosaica tarea administrativa que significa estar al frente de un gobierno gigantesco, como el mexicano.
La euforia embriagante ya no es igual, cuando sus distintos equipos de transición que se han acercado a las dependencias del gobierno federal empiezan a dejar atrás las concepciones académicas y las teorías, a veces prejuiciosas, de cómo ejercer el poder.
Porque dentro de 68 días, López Obrador hará realidad el sueño que se le volvió quemante obsesión: ser presidente de México, lo cual no solo será la satisfacción por cumplir su propósito de vida, sino también la posibilidad de hacer realidad sus teorías sobre cómo debe ser México.
Tendrá el poder para modificar esa realidad, porque el pasado uno de julio los ciudadanos mexicanos —treinta millones— decidieron olvidarse de la jerigonza de politólogos con que nos entretuvieron desde la primera alternancia, cuando el PAN ganó la Presidencia.
Decidieron tirar la basura eso de “equilibro de poderes” y tener un presidente de la república como los presidentes de casi todo el siglo pasado, con el control del Congreso y el sometimiento de la federación.
Sin embargo, conforme empezó el proceso de transición, la urgencia de mantener en Morena y el presidente electo la atención de la opinión pública, y fijar la agenda informativa en los medios, llevó a declaraciones que acarrearon críticas y en las mesas de discusión del círculo rojo se empezó a advertir que, antes de tomar posesión, el
futuro gobierno de López Obrador había empezado a desgastarse.
No se advirtió que hasta eso previó el presidente electo. Por eso la “gira de agradecimiento”, en la cual el presidente electo, al comportarse otra vez como candidato en campaña, recuperó la iniciativa y provocó polémica para fijar la agenda de las discusiones políticas.
Con ello busca contrarrestar cualquier desgaste. Sabe bien el presidente electo que eso le dará aliento suficiente para mantener el control de la situación hasta el uno de diciembre. Será entonces cuando pasará a su siguiente etapa el plan de manejo del poder, el cual, a pesar de los cálculos cuidadosos de López Obrador, debe seguir el consejo de Enrique Tierno Galván, aquel viejo izquierdista: “Si el poder no se maneja con cuidado te estalla”.
jfonseca@cafepolitico.com



