En uno de sus más recientes artículos, el sociólogo John M. Ackerman, uno de los hombres más cercanos al presidente electo, dio a conocer que a partir del 1 de enero de 2019 será inaugurado el Instituto de Formación Política de Morena.

Ackerman señala que el organismo estará dedicado a formar políticamente tanto a la militancia como a la ciudadanía en general. Y puntualiza que “el objetivo es facilitar una transformación y una liberación de las conciencias dentro de la sociedad paralela al cambio institucional que tendrá lugar dentro del Estado”.

En la parte más relevante del texto, Ackerman anuncia que los planteles universitarios creados por Morena —para educar políticamente a los jóvenes— ya no estarán patrocinados por Morena sino por los gobiernos encabezados por ese partido en coordinación con la Subsecretaría de Educación Pública, que encabezará Raquel Sosa.

Lo que nos está diciendo Ackerman —aunque ahí mismo lo niega— es que se pretende instaurar en México un aparato de propaganda de Estado. Los conceptos que utiliza nos remiten inevitablemente a lo que hizo Stalin en la URSS, Hitler en Alemania y Mussolini en Italia para mantener el control de las conciencias.

El autor del artículo “La apuesta formativa de Morena” intenta desterrar cualquier tipo de inquietud al asegurar que “no se trata de adoctrinar a la población de acuerdo con una sola ideología…” Sin embargo, termina justificándose al afirmar que “los gobiernos neoliberales también tenían su proyecto de educación política, aunque jamás la formulaban como tal…”

Es cierto lo que dice Ackerman: el neoliberalismo es un dogma, se impuso como “pensamiento único” en el manejo de la economía y sustentó su infalibilidad en las reglas del libre mercado. El fundamentalismo neoliberal terminó contaminando todo: política, educación, cultura, conducta y formas de vida. El neoliberalismo es uno de los grandes fracasos de la humanidad. Su mayor costo ha sido el elevado nivel de desigualdad, pobreza y desempleo a escala planetaria.

Empero, eso no justifica que en pleno siglo XXI, después del fracaso de todos los totalitarismos, específicamente del fascismo y el comunismo, se pretenda imponer en México el “pensamiento único” de Morena. De cualquier manera, hay claros indicios de que la ideologización ya comenzó en el Senado de la República.

Los grupos parlamentarios de oposición protestaron esta semana cuando el área de comunicación social subió a la cuenta institucional un tuit que promocionaba el lema morenista: “A 208 años de la Independencia de México, el Senado mexicano adquiere plena legitimidad rumbo a la #CuartaTransformación de la República. Vamos a lograr el resurgimiento de la grandeza de nuestra patria”.

Aunque el presidente de la Mesa Directiva, Martí Batres, ofreció una disculpa argumentando que esa no era la imagen institucional del Senado, lo cierto es que el hecho dejó ver que existe toda una estrategia de comunicación y propaganda para comenzar a sembrar el pensamiento dominante.

Tal vez esto explique la feroz aversión en contra de la reforma educativa sobre la que el coordinador de Morena en San Lázaro, Mario Delgado, dijo que no le van a dejar ni una coma.

Ni una coma, ni cenizas, porque la llamada “formación política” de la sociedad no es otra cosa que su ideologización, cuyo éxito radicará en la apropiación del modelo educativo, de los maestros, escuelas y universidades. La mira, sin duda, también está puesta, y de manera muy especial, en la UNAM.