Con 46 años en el servicio público —18 de los cuales ha fungido como magistrado en el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México—, Manuel Díaz Infante de la Mora, quien fuera presidente de la Comisión de Poder Judicial, Procuración de Justicia y Seguridad Ciudadana de la Asamblea Constituyente, presentó su libro Testimonio.

En la presentación participaron las exdiputadas constituyentes Claudia Aguilar Barroso y Beatriz Pagés Rebollar, así como también el presidente de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, Hugo Castro Aranda, en donde se ratificó que Díaz Infante es hombre de principios y que durante los trabajos de la Asamblea Constituyente fungió como una conciencia jurídica y un observador vigilante de la legalidad.

Al presentar su libro, Díaz Infante fue enfático al señalar que el Constituyente fue la oportunidad de defender tres convicciones: “En primer lugar, me permitió insistir en la necesidad de un poder judicial independiente y autónomo, que sirva de contrapeso efectivo a los demás poderes y que dé garantía de justicia a los ciudadanos. En segundo, me permitió defender una ciudad incluyente, que garantice los derechos sociales y humanos de sus habitantes. Me dio espacio para luchar por la imparcialidad de la norma. Creo en legislar sin afán personal, sin considerar la circunstancia propia, sino desde el supuesto más honesto de justicia abstracta. Este libro es el esfuerzo por dejar evidencia de estas convicciones”.

Al referirse a su labor al frente de la presidencia de la Comisión de Poder Judicial, Procuración de Justicia y Seguridad Ciudadana, dijo que la mayor parte de su labor tuvo que ver con el ámbito judicial. Puntualizó que entre los temas que fortalecían el tribunal y donde se posicionó “fue la idea de otorgarle facultad de iniciativa ante el Congreso local en las materias de su competencia. Una facultad que va más allá de igualarnos a los tribunales del resto del país y que puede ayudar a una impartición de justicia más eficiente y eficaz. Hoy ya es una realidad ya que fue incorporada al texto constitucional”, aseguró.

Díaz Infante, quien cursó la carrera de derecho en la UNAM, aseguró que era fundamental oponerse al tribunal constitucional “que se había planteado como un poder superior al propio Pleno del Tribunal y que ahora se ha resuelto como Sala Constitucional”. Además, advirtió que era imperativo evitar la intromisión o invasión de funciones en el Consejo Judicial Ciudadano, lo que implica el nombramiento de Consejeros de la Judicatura por un cuerpo ciudadano, designado por las dos terceras partes del Congreso.

 

No subyugarse al juego político

Cuestionó: “¿Cómo podemos entender el Poder Judicial como autónomo, cuando está subyugado al juego político del Congreso? ¿Cómo podemos seguir garantizando la imparcialidad de los consejeros, cuando le damos a la política decisión sobre su futuro?”.

Díaz Infante ratificó que su convicción es que la justicia solo puede ser garantizada por un poder judicial libre. Apuntó que el máximo tribunal también votó, por unanimidad, para que la mayoría de los integrantes del Consejo de la Judicatura deban tener carrera judicial —como lo propuso—, además de que defendió la autonomía e independencia del Tribunal, tanto en términos de los nombramientos, como de presupuesto.

“El Poder Judicial —dijo— tiene que ser presupuestalmente autónomo para ser imparcial; tiene que ser independiente para ofrecer justicia. No puede estar sujeto a poderes económicos; no puede deber sus nombramientos a poderes fácticos; no puede ser instrumento de la agenda personal de nadie”.

Por su parte, Beatriz Pagés recordó el papel que Díaz Infante asumió como constituyente cuando posicionó al grupo parlamentario del Ejecutivo federal y dijo que “la Constitución no solo es una norma jurídica sino un pacto político que conjuga visiones, ideas, objetivos y anhelos de todos. Es un acuerdo, un consenso y no una imposición de ideologías o nomas. Menos, la visión de una persona o un grupo”.

Reconoció que como sólido abogado, el magistrado del TSJCDMX es un hombre de principios que “fungió siempre entre nosotros como una conciencia jurídica y un observador vigilante de la legalidad”, y enfatizó: “entendí que en Manuel no tiene valor el imperio de las fobias, fanatismos o evangelios. Ha sabido interpretar el espíritu cultural de una ciudad diversa, plural, contrastante, que no admite dogmas y donde su gobernabilidad radica en aplicar la justicia sin exclusiones”.

Aseguró que el magistrado conoce el papel estratégico que tiene el Poder Judicial en una democracia y que el derecho es el único instrumento que puede, a través de la Constitución, poner límites y fronteras a las tentaciones autoritarias; “por eso digo que el equilibrio y separación de poderes es otra de sus muy democráticas obsesiones”, puntualizó Pagés.