El sistema político mexicano tiene uno de sus fundamentos, como la mayoría de las democracias modernas occidentales, en la representación que ostentan los partidos políticos.
En el año 1939, en nuestra nación ocurrían eventos políticos determinantes, como resultado de una coyuntura internacional en la que se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial. En ese contexto, en el que el régimen nacido de la Revolución Mexicana logra consolidarse e institucionalizarse, fenómenos como la “corporativización” marcaron la ruta sobre la nueva forma de hacer política en México. En este contexto nace el PAN.
Aunque podría afirmarse que la época en la cual los avances sociales y los cambios políticos del país fueron obtenidos mediante movimientos liderados por “caudillos” culminó en el año 1962 con el asesinato de don Rubén Jaramillo, considerado por algunos sectores “el último zapatista”, también puede afirmarse que la fundación del PAN contribuyó de manera muy importante en la canalización de los desacuerdos y de la conciliación de intereses por vías institucionales.
Conviene recordar que antes de ser un partido de masas, el PAN funcionó como representante de sectores afines a la Iglesia católica y empresariales, quienes fueron derrotados, primero durante la Guerra de Reforma y después en su segunda oportunidad en la llamada Cristeada.
Fue el PAN la institución política que logró la alternancia democrática de manera determinante y, por primera vez en décadas, desde la aparición del otrora partido dominante, el PRI. El hecho mencionado representa, en mi opinión, la principal e indiscutible aportación a la vida democrática mexicana por parte de Acción Nacional.
El pasado domingo 11 de noviembre, resultó electo como nuevo dirigente del PAN Marko Cortés, quien cuenta con experiencia en diversas legislaturas en ambas cámaras de representación federal, identificado con el bloque simpatizante de Ricardo Anaya. Cortés recibe un partido político que transita por un proceso de división y deserción de militantes de gran importancia como Felipe Calderón, a quien muchos acusan de ser una de las causas primeras de los poco favorables resultados obtenidos en la elección del pasado julio.
El nuevo gobierno, que tomará protesta con toda su fuerza y vigor el próximo 1 de diciembre, se confiesa de vocación democrática y plural, conviene entonces que la oposición, por minoritaria que sea, se fortalezca y supere lo mas pronto posible sus divisiones internas.
En una nación tan diversa como la nuestra, es indispensable que la oposición sea responsable y represente los intereses de sus votantes, ya que también son gobernados y también deben ser tomados en cuenta, claramente, en la justa proporción de su participación institucional.
Es indispensable la participación de los partidos de oposición en la democracia nacional, para señalar lo que a juicio de sus representados no sea correcto, pero también para reconocer las acciones que beneficien a amplios sectores.