El año que está por concluir será recordado por la evolución social y democrática del pueblo mexicano, el cual después de un periodo de inestabilidad a causa de los resultados arrojados en los comicios de los últimos dos sexenios, encontró en este 2018 un consenso popular sin precedentes. En este contexto, muchas voces, algunas más moderadas que otras, vaticinan el principio del fin, el debilitamiento de las instituciones y la instalación de una dictatorial democracia. Al respecto, debemos ser objetivos y analizar la pluralidad de visiones, resulta benéfico el choque de ideas, pues enriquece las acciones; el tiempo y la historia juzgarán al nuevo gobierno, como lo hace con los salientes.
Fue el estado de Puebla el último en tener plena certeza sobre el ganador de los comicios para ocupar el cargo de gobernador, siendo Martha Érika Alonso, la candidata del PRD y PAN quien, a decir del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, derrotó al morenista Miguel Barbosa.
El pueblo juzgará, en el imaginario colectivo, la validez de la elección de su ahora gobernadora electa, pues el TEPJF resolvió el pasado 8 de diciembre lo conducente; resulta ahora ocioso entrar en reflexiones que van del plano del derecho positivo al plano de la justicia filosófica.
Los hechos describen el estado de las cosas; una jornada electoral con brotes de violencia por parte de corporaciones del estado, robo de urnas, manipulación de material electoral después de la jornada sin presencia de los partidos son solo algunas acciones que despiertan la duda en sectores de los votantes.
Martha Érika Alonso es esposa del exgobernador del estado de Puebla, senador y ex precandidato a la Presidencia de la República, lo cual no resta mérito alguno a la panista, sin embargo son condiciones objetivas que deben ser observadas, pues es bien sabido sobre la expertise en la operación política y de estructuras de apoyo que creó su marido al amparo del Poder Ejecutivo estatal la cual funcionó, a decir de los opositores a la poderosa pareja, más que a favor de la gobernadora electa, en contra de su más cercano contrincante, el expresidente de la Mesa Directiva del Senado Miguel Barbosa.
Caso extraño el de Puebla ya que basta con observar los resultados de los comicios para darnos cuenta de que difícilmente se ganan dos partidos distintos en diversos ámbitos de representación, la votación del electorado se dio en la mayor parte de los casos por uno de los proyectos de los partidos que compitieron, es así que resalta el avasallador triunfo con 50 por ciento de los votos para López Obrador en la entidad, y al mismo tiempo el cerrado resultado en la elección para gobernador.
Es el estado de Puebla un territorio diverso, golpeado por la pobreza y el abandono, pero también con un importante proceso de industrialización en marcha, en esa circunstancia se dan las condiciones materiales para generar grupos políticos de toda orientación, desde Antorcha Campesina, el EPR, grupos ultracatólicos, o estructuras delincuenciales que buscan influir políticamente.
Ante una sociedad tan diversa, el camino debe ser el de las instituciones y el cambio pacífico, la participación ciudadana efectiva y activa es un buen remedio para ir cerrando los caminos de la arbitrariedad; desde los ámbitos locales, la sociedad civil debe tomar el pleno control de las instituciones, un proceso democratizador mediante el cual se llegue a un estado en donde poco importe el color o interés del candidato y la política sea definida por el ciudadano, solo así podremos terminar de una vez y para siempre con la sombra de los fraudes.