Entrevista a Marcela Corvera Poiré/Curadora de la exposición

 

Por Javier Vieyra y Jacquelin Ramos

El Museo Nacional de San Carlos es uno de los recintos más simbólicos de la historia y el arte en nuestro país. Concebido como un bello palacio neoclásico que sirviese de residencia al conde de Buenavista, el emblemático edificio cuyo diseño es atribuido a Manuel Tolsá fue finalizado hacia el año de 1805 y desde entonces ha sido sede de la Compañía Tabacalera Mexicana y la Lotería Nacional, además de que, anterior, a dichas funciones, fungió como la casa del mariscal francés Achille Bazaine, durante la instauración del Segundo Imperio Mexicano, siendo aquí donde vivió su tórrido romance con Josefina, Pepita, Peña, mientras coordinaba todas las acciones militares de los ejércitos europeos contra el gobierno itinerante de Juárez. Una vez convertido en recinto museístico en 1968, el Museo Nacional de San Carlos no ha dejado de estar a la vanguardia en cuanto a la preservación y difusión de obras de extraordinaria importancia, así como en el montaje de exposiciones inéditas que representan un parteaguas no solo en el rubro intelectual sino en la identidad cultural mexicana.

Prueba de ello es El Antiguo Testamento y el arte novohispano, una fascinante muestra que llevara a los visitantes a explorar un tema en donde convergen misticismo, religiosidad y maravillosas historias. En entrevista exclusiva para Siempre! , Marcela Corvera Poiré, curadora de la exposición, explica que el concepto del Antiguo Testamento es esencial en el pensamiento de la civilización occidental, específicamente en el ámbito de las religiones, pues la Biblia, donde se encentran los pasajes que lo comprenden, es igualmente trascendente en el catolicismo y el protestantismo, de las que representa la mitad de sus textos sagrados, pero muy en especial en el judaísmo, en donde compone la totalidad de los mismos, la también llamada Torá. También, Corvera hizo notar que, con independencia del tema religioso, el Antiguo Testamento es algo que se encuentra muy presente en nuestra vida vida cotidiana, por ejemplo, a través de algunas expresiones lingüísticas .

“Sin que nos demos cuenta aparecen en nuestro día a día frases que tienen que ver con el Antiguo Testamento. Una frase de Las mañanitas, la popular canción que se entona en un cumpleaños, dice: que cantaba el rey David; ahí se está haciendo referencia al monarca israelita que, según las Escrituras, derrotó al gigante Goliat y además tocaba el arpa. Entonces, aunque muchas veces de manera inconsciente, a nuestro alrededor hay muchas cosas que tienen que ver con los primeros libros de la Biblia: cuando está lloviendo muy fuerte solemos decir que está diluviando; y estamos recordando el diluvio universal, el escenario en que aparece el Arca de Noé. El Antiguo Testamento se encuentra vivo mediante nuestro lenguaje”. 

 

Sin embargo, aclara la doctora en historia por la Universidad Complutense de Madrid, en el aspecto plástico no es fácil encontrar representaciones de estas escenas debido a que los judíos, por definición, no realizan estas expresiones de sus historias, pero sí los católicos, por lo que resulta sumamente interesante la traducción de una cosmovisión religiosa a otra: cristianos que plasman historias hebreas. De ahí que El Antiguo Testamento y el arte novohispano sea una exposición, en principio, tan singular; además de que las cincuenta y cinco obras que la integran fueron hechas en México entre los siglos XVII y XVIII, una etapa en la que tampoco es sencillo encontrarse con piezas de dicha índole.

“En la Nueva España, en el México colonial, casi todo el arte que se produjo fue religioso, hubo otro tipo de representaciones como retratos y paisajes, pero prácticamente todo era arte religioso, puntualmente cristiano, con la Virgen, con Cristo y con los santos como protagonistas. Queda, entonces, un poco opacada la primera mitad de la Biblia católica, por ello esta exposición es importante, porque es la primera en nuestro país dedicada al Antiguo Testamento y el arte virreinal, a diferencia de otros países que sí habían trabajado el tema; no únicamente reivindica, sino que está marcando una pauta, con ella estamos llenando un vacío que existía respecto al tema en México”.

Integrada por pinturas, esculturas, grabados y mobiliario, la mayoría de las piezas de El Antiguo Testamento y el arte novohispano, explica la también académica de la UNAM, retoman de manera literal el relato bíblico, historias que muchas personas han leído, escuchado, visto, por lo que a los visitantes le será sencillo reconocer e identificar muchas de las obras, como las relacionadas con el libro del Génesis y el Jardín del Edén, en donde es común observar el paradisiaco vergel habitado por Adán y Eva, quienes aparecen escuchando a una serpiente, comiendo del fruto prohibido o siendo expulsados del mismo por un ángel con espada de fuego. Igualmente, el tema del diluvio universal y el Arca de Noé, episodio que es sumamente recurrente observar en juguetes y accesorios, está presente en la exposición.

 

Muestra que llevara a los visitantes a explorar un tema en donde convergen misticismo, religiosidad y maravillosas historias.

 

“El origen y la idea de las obras están en la Biblia misma. En principio los pintores, los escultores, los entalladores estaban tratando de recrear en una imagen lo que dicen textualmente las Escrituras, exactamente como lo dice la Biblia: si en ella dice que Sansón, aquel hombre con fuerza sobre humana, luchó con un león, podremos observarlo abriéndole las fauces a uno de estos felinos. Sin embargo, es importante dejar en claro que la manera en la que cada artista imagina y recrea la escena es muy aparte; inicialmente esta fue tomada literalmente de la Biblia, pero cada cabeza es un mundo y cada uno de los creadores proyecta las cosas de diferentes formas. Por ejemplo, tenemos piezas muy importantes que hacen referencia al templo que tuvieron los hebreos en el desierto antes de llegar a la tierra prometida y también del templo que posteriormente se fundaría en Jerusalén, y en estas imágenes. aunque están presentes los mismos elementos, es decir, el Arca de la Alianza, el candelabro de siete brazos, los altares, etcétera, visualmente son muy distintas unas de las otras. Ahí encontramos la mano personal del artista. Aunque no debemos olvidar que todo el arte en América hecho en la época entra en el canon de influencia europea; en menor o mayor grado, la técnica y las ideas de Europa estaban presentes.”

 

 

Un atractivo adicional que posee esta muestra es que todas las piezas que la componen son pertenecientes a colecciones nacionales, aunque de diferentes coleccionistas, algunos particulares, pero también de destacados recintos museísticos como el Soumaya, el Guadalupe de Zacatecas y el de arte religioso de Santa Mónica, en Puebla. Además, variados templos católicos tuvieron a bien prestar parte de su acervo artístico, el cual únicamente podía ser apreciado por feligreses, aunque muchas obras son inéditas, pues se encontraban en áreas restringidas al público en las iglesias. En cuanto a objetos específicos que pueden resultar de interés, la curadora destaca una pintura sobre lámina de cobre atribuida al pintor Juan Correa y unas tallas provenientes del taller de Salvador de Ocampo entre los años de 1701 y 1702. Finalmente, Marcela Corvera invita a los mexicanos a aventurarse al Museo Nacional de San Carlos y a que disfrute las obras con detenimiento, pues podrán encontrarse detalles maravillosos como los frutos exóticos que aparecen en los jardines del Edén, como plátanos y palmeras datileras.

“Si no se cuenta con mucho tiempo, es preferible analizar solo una parte de la exposición, pero con paciencia y cuidado: el público se encontrará con cosas sorprendentes y fabulosas en cada obra. Nuestro deseo es que disfruten El Antiguo Testamento y el arte novohispano y tengan una experiencia grata, y pueden recomendarla para que otras personas vivan este viaje en donde podrán apreciar historias, que a todos nos gustan, de una manera diferentes y nueva“.