Por Irene Selser
Con más de medio siglo trabajando como abogada en materia de derechos humanos y con casi 81 años, la doctora Vilma Núñez, la primera mujer en presidir la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua en los tiempos de la revolución sandinista de 1979, afirma en entrevista exclusiva con Siempre! en Managua que el momento actual en su país es “el más dramático y cruel”, peor que durante la dinastía somocista, ya que hoy “no sólo hay terrorismo de Estado” sino “la perversión del poder” por cuenta del presidente Daniel Ortega.

Si mira hacia atrás, ¿qué balance hace de su vida y cuáles fueron los momentos más álgidos que le ha tocado vivir desde la revolución de 1979-1990 a la fecha, marcada desde hace casi nueve meses por protestas ciudadanas pacíficas reprimidas con fuerza por el gobierno de Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo?
Es difícil, en una vida tan plena como la que he tenido la oportunidad de vivir decir cuáles han sido esos momentos porque han habido diferentes contextos, diferentes realidades. Pero creo que lo más dramático, lo más cruel, lo más difícil de combatir como defensora de derechos humanos es la actual represión. Porque no se trata ya de una violación cualquiera, tradicional a los derechos humanos, no se trata siquiera del recuerdo de los miles de desaparecidos en el Cono Sur, sin minimizar de ningún modo esos hechos, de los miles de asesinados en otras partes, en las regiones andinas, ni qué decir de Guatemala, de El Salvador…
Pero aquí hay una mezcla de perversidad, de descomposición personal, y eso a mí me duele tremendamente y me desconcierta porque me hace examinarme en el sentido de haber sido una militante de la revolución sandinista en la cual creí, a la cual aporté. Pero yo pienso que cometimos un error y que fue haber idealizado tanto a unos líderes que hoy considero tienen los pies de barro. Creo que por el sistema o no sé por qué no teníamos la posibilidad de cuestionar y de señalar situaciones graves que ya se veían venir, pero que no tenían esta magnitud.

-¿Habla de corrupción, autoritarismo?
Corrupción, autoritarismo, centralismo, descomposición perversa por las violaciones sexuales de menores por parte de algunos dirigentes y precisamente después de ser militante de la segunda promoción del Frente Sandinista (FSLN) yo rompo con él en 1998 a raíz de la denuncia por abuso sexual y violación contra Daniel Ortega de parte de su hijastra Zoilamérica, hija de Rosario Murillo. Como abogada me hice cargo de su caso y lo llevé ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Entonces, para mí fue el golpe más tremendo el habérseme desdibujado completamente una persona en la cual creí, a la cual idealicé y a la cual, hay que decirlo, le disimulamos abusos pensando siempre que todo era ‘en función de la revolución’. Por eso es que de alguna manera yo me siento con algún nivel de responsabilidad. Aunque como te digo, desde 1998 yo sabía ya qué persona era Daniel Ortega y desde entonces dejé de ser militante del FSLN, no sólo porque lo decidí sino porque me cerraron todas las puertas. Y es increíble que le tenga que decir que las primeras en cerrarme las puertas dentro del Frente por haberle creído a Zoilamérica fueron las mujeres sandinistas de más alto rango…
-Precisamente, ¿cómo interpretar la deriva autoritaria del varias veces presidente Ortega, en el poder en forma ininterrumpida desde 2007 y denunciado por sus detractores como un émulo de la familia Somoza?
Es una pregunta que nos hace mucha gente. ‘Ustedes que estuvieron ahí, que lo conocen desde hace décadas, en qué cambió’. Y entonces ahora yo no estoy segura si cambió, yo casi creo que él siempre fue así, esa persona perversa, depredadora porque no tiene otro calificativo y este convencimiento que hoy tengo me lo refuerzan algunas anécdotas y evidencias de personas que estuvieron muy cerca de él, incluso cuando él era prisionero en las cárceles de la dinastía somocista, acerca de su comportamiento con sus compañeros dentro de la prisión. Por eso digo que hay una serie de cosas que ahora me confirman que teníamos como dirigente a un ídolo con los pies de barro.

-Diciembre cerró con una ofensiva contra la prensa independientes, entre ellos el diario Confidencial del conocido periodista Carlos Fernando Chamorro y de una decena de organizaciones no gubernamentales, entre ellas su Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH), con más de 20 años de existencia. Se trata de medios y de instancias encabezadas por antiguas figuras del sandinismo, hoy también en la oposición. ¿Es una suerte de ajustes de cuentas?
En primer lugar, la furia, la agresividad, la perversidad con las cuales el gobierno de Ortega está tratando a los medios de prensa y a los periodistas va más allá de la implementación de una política de represión. Es una venganza, un odio personal. Pero yo pienso que es prácticamente uno de los últimos eslabones de la estrategia de represión que diseñó o que anunció perversamente Rosario Murillo, según la denuncia hecha por la ex funcionaria del Banco Central de Nicaragua, Ligia Gómez, quien en noviembre compareció ante el Congreso de Estados Unidos sobre la situación en nuestro país. Gómez dijo que en abril, cuando empezó la protesta estudiantil, Murillo dio a sus allegados la orden de ‘ir con todo’.
Esa frase encierra precisamente toda una amenaza global que se ha venido manifestando de diferentes formas, desde la represión y exterminio en los primeros momentos, las ejecuciones sumarias, el asesinato de niños; cuántos jóvenes quedaron sólo con un ojo porque los francotiradores les disparaban a matar, primero con balas de goma y luego de pólvora.
Después vino la operación limpieza, matar a todo lo que se movía, cuando desbarataron las barricadas que la gente había levantado para defenderse. Y así poco a poco después vienen las prohibiciones, ya no se puede marchar, se han apoderado prácticamente de todas las calles. Nicaragua es un país en estado de sitio de facto y ellos por cobardía, para mantener la imagen que quieren proyectar que todo está normal, no se atreven a hacer uso de lo que la ley dice que es decretar el estado de emergencia, suspender las garantías. ¿Cómo es posible que estén matando tanta gente, que estén cometiendo tantos atropellos sin atreverse a suspenderlas? Eso quiere decir que no respetan en absoluto la ley, que no les importan las formalidades legales y que actúan de acuerdo a su odio, a su perversidad y a su fuerza.
-¿Por qué está haciendo todo esto Daniel Ortega?
Porque quiere llevar al pueblo de Nicaragua a la desesperación, el hecho de no poder manifestarse ni protestar, de no poder defender los derechos ciudadanos ni visitar las cárceles, no poder estar presentes en los juicios de los presos políticos que están injustamente detenidos… Él apuesta a que la gente, que lucha cívicamente a diferencia de la insurrección armada contra el último de los Somoza, se desespere y llegue a un espacio violento, el de las armas, porque ese es el único espacio en que Ortega se siente bien. Pero yo espero que sigamos todos apostando a derrocarlo, a lograr que se vaya del país en medio de una lucha cívica y que cívicamente podamos recorrer las calles de Managua, las calles de nuestras ciudades diciendo aquí empieza la reconstrucción de Nicaragua.
-El gobierno acusa al CENIDH de “desnaturalizar” los objetivos para los que fue creado, justificando así su allanamiento y la captura de todos sus documentos…
En efecto, desde el asalto a nuestras oficinas los archivos están en manos de la Policía y del Ministerio de Gobernación luego de que el Parlamento, bajo control del oficialismo, pidió se nos retirara la personería jurídica argumentando cosas disque legales que yo les rebatí directamente. Es completamente falso, una calumnia que digan que “desnaturalizamos” los fines de nuestro trabajo. Pero, además, no se le pueden pedir peras al olmo: ellos son incapaces de valorar cuál es una acción de derechos humanos, porque lo único que saben es violarlos.
Siempre nos hemos mantenido dentro del marco de defensa y promoción de los derechos humanos y no hemos sido actores directos de las luchas sino acompañantes, porque nosotros no sustituimos nunca a los actores directos. Y como las personas jurídicas no son susceptibles de cometer delitos, yo personalmente como Vilma Núñez, como presidenta fundadora del CENIDH, reto al Estado de Nicaragua –que ya no existe Estado–, reto a esa Fiscalía sumisa, reto a ese Poder Judicial para que demuestren en buena ley, no con los inventos con los que están trabajando, si en algún momento hemos hecho algo al margen de la defensa de los derechos humanos.
Desde que Ortega usurpó el poder en 2007 siempre hemos estado bajo riesgo, con medidas cautelares, pero nunca habíamos querido hacer pública ninguna situación irregular. Ahora sí hemos tenido que denunciar que estamos en riesgo y responsabilizo directamente a Daniel Ortega y a su esposa Rosario Murillo de lo que nos pueda pasar.
Aprovecho la ocasión a través de la revista Siempre! para agradecer algo que me ha llegado al alma: las firmas de más de cien ONG’s de México dándonos su apoyo. Hemos estado recibiendo el respaldo internacional de ONG’s y de gobiernos de América y Europa, pero el apoyo que nos llegó de México, donde ya nos conocían y porque compartimos en el pasado espacios de lucha y de defensa de derechos humanos, que se hayan unido en un solo mensaje para respaldarnos es muy importante para nosotros y reafirma nuestro compromiso de seguir luchando, no sabemos cómo porque paso que damos, paso que nos están vigilando.
-¿Pude darse un escenario de declaración formal de un estado de excepción, como algunos analistas han sugerido?
Aquí hay ya una situación peor que un estado de excepción, porque no existen ninguna clase de garantías. Cuando hay un estado de excepción legalmente hablando, se suspenden determinados derechos y hay límites para ejercerlos o no. Sin embargo, aquí están decidiendo sobre la vida y la suerte de cada uno de nosotros. Se está confiscando, despojando de bienes en violación abierta de la Constitución que las prohíbe expresamente, para que no se repitieran las confiscaciones de la época de la revolución.
Estamos ante unos vulgares ladrones, unos vulgares saqueadores. Por nuestra parte, vamos a seguir interponiendo adecuadamente los recursos aunque no nos los acepten como ha ocurrido hasta ahora para agotar, sin ninguna expectativa, la vía interna y entonces llevar el caso ante la justicia internacional.

