Por Francisco Plancarte y García Naranjo
Ningún país tiene derecho a invadir militarmente otro país, venga de donde venga.
La soberanía nacional reside originalmente en el pueblo, en la gente. Hoy en la humanidad en razón de la dignidad de la persona.
Sin embargo hoy en día existen tres potencias militares mundiales: Estados Unidos, Rusia y China que sin duda tienen la determinación de prevalecer una sobre otra y dominar el mundo mediante el uso y abuso de la ley del más fuerte,como lo hicieron en el pasado otros imperios, pero no nos podemos quedar con los brazos cruzados.
Para que México y el “resto del mundo” gocemos de libertad y seguridad, es urgente realizar los cambios necesarios para otorgarle a la ONU las facultades y atribuciones de autoridad parlamentaria mundial suficientes para legislar y hacer cumplir las leyes con el respaldo de la comunidad internacional. Por supuesto con el decidido apoyo de todos nosotros “ciudadanos del mundo” representados en miles y miles de organizaciones de la sociedad civil mundial, que incluye universidades, empresas, actividades profesionales, así como sindicatos de obreros, campesinos, artistas, deportistas y un sinfín de actividades en redes sociales que cuentan hoy en día con millones de personas totalmente interconectadas.
Entonces el mundo ya cambió y tanto la sociedad civil como los gobiernos de los diferentes países del mundo podemos opinar y redactar cartas o hacer peticiones y campañas de causas políticas, económicas o sociales de cualquier tipo incluyendo la política exterior vinculada al medio ambiente, derechos humanos, desarme nuclear etc.; y por supuesto denunciar a regímenes corruptos y totalitarios.
Ahora bien la solución de fondo para la paz y la seguridad global consiste en impulsar la transformación de la ONU en parlamento de naciones unidas para regular y resolver problemas globales de la mano de un parlamento mundial ciudadano y poder intervenir en defensa de los derechos humanos en cualquier país del mundo cuando se haya roto el orden constitucional y la población haya quedado desprotegida sin las libertades y derechos fundamentales.
El planeta Tierra es nuestro único hogar y como familia humana tenemos derecho a un sistema parlamentario mundial.
Esta doble estrategia tiene los siguientes procedimientos:
1) Revisión de la Carta de la ONU con fundamento en el Artículo 109 para transformar el “ente” de Organización de Naciones Unidas en Parlamento de Naciones Unidas con facultades legislativas y atribuciones de autoridad parlamentaria de manera subsidiaria para asuntos globales.
2) Mediante la Nueva Resolución PARMUN de fecha 20 de julio de 2017 que impulse en las preparatorias y universidades un parlamento mundial ciudadano, mediante 7 etapas sucesivas de un proceso electoral global, democrático y transparente de abajo hacia arriba.
La ciencia y la tecnología están avanzando a una velocidad vertiginosa y es urgente poner al día la ética y el derecho que son los mejores instrumentos para limitar nuestros impulsos de violencia, de dominio, de codicia y de un egoísmo nacionalista como el que se asoma en algunos países, que es regresivo al feudalismo medieval y que el siglo pasado al amparo de la soberanía nacional “absoluta” provocó dos guerras mundiales.
No permitamos que so pretexto de la “soberanía” los dictadorzuelos se protejan y se enrollen en la bandera nacional para sentarse en sus reales y perpetuarse en el poder.
Si hablamos de soberanía es la soberanía de la humanidad la que corresponde a nuestro tiempo.
El planeta Tierra es nuestro único hogar y como familia humana tenemos derecho a un sistema parlamentario mundial, con fundamento en el artículo 28 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que dice:
“Art. 28. Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos”.
No tenemos mucho tiempo para impulsar y desarrollar el Estado de derecho global subsidiario, democrático y transparente con el uso de las nuevas tecnologías para privilegiar la inteligencia humana y regular la inteligencia artificial, así como afrontar docenas de problemas globales que hoy son una amenaza real para las nuevas generaciones.
No debemos ni podemos heredar esa ingobernabilidad mundial ,sin haber hecho un verdadero esfuerzo “de lo que sí estaba a nuestro alcance” y por indolencia o irresponsabilidad dejamos pasar.