CONTIENDA POR LA EDUCACIÓN

Por Carlos Ornelas

 

En un artículo de divulgación científica en Nautilus, Tom Vanderbilt, analiza desde diferentes posturas cómo en un mundo lleno de ambigüedad vemos lo que queremos ver. Utiliza imágenes de la famosa ilusión del pato-conejo (abajo), donde los adultos pueden disociar el dibujo del pato y del conejo, pero —y ese fue un hallazgo de psicología social— no pueden distinguir las dos al mismo tiempo. O vemos uno o vemos el otro. Vanderbilt cita a Leon Festinger, padre de la disonancia cognitiva: “las personas conocen e interpretan la información para que se ajuste a lo que ya creen”.

Con las licencias del caso ya que la perspectiva de la disonancia cognitiva presenta variaciones en la interpretación, pienso que es lo que acontece con los dos proyectos de reformas al artículo 3 de la Constitución que los diputados debaten en estos días. Cada agrupación observa los asuntos positivos en su propuesta nada más. Tal vez divise la otra, pero no le concede valor. Menos ve el conjunto. Para seguir con la metáfora del conejo-pato, solo mira las cabezas, pero no repara en el conjunto. Advierte las diferencias mas no las similitudes, que son muchas.

Por supuesto que generalizo, hay legisladores preparados y con visión en todos los partidos, pero la mayoría obedece a consignas, ya del presidente López Obrador, ya de los jefes de las bancadas, ya de las partidas que defienden más las posturas de su grupo (de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, por ejemplo) que de sus líderes en la Cámara.

Hace unas semanas, académicos de la Red Educación y Derecho (RED) elaboraron una propuesta alterna a la del presidente. La iniciativa de Andrés Manuel respondió a las demandas del grupo de fieles a Elba Esther Gordillo y de la CNTE, a la que después se adhirió la cuadrilla que comanda Alfonso Cepeda Salas. Así les fue en las redes sociales a mis colegas investigadores de RED, les llovieron descalificaciones e insultos. Sin embargo, hoy los partidos Acción Nacional, Revolucionario Institucional, Movimiento Ciudadano y el resto del Partido de la Revolución Democrática apadrinan tal proyecto.

Lo que pocos observan es que ambos designios finiquitan la reforma del gobierno de Enrique Peña Nieto. Para fines prácticos ya está firmada su sentencia, aunque sobrevivan organismos clave que instituyó la reforma educativa. Si uno deja de ver nada más las cabezas de la imagen, se dará cuenta de que hay coincidencias importantes.

En primer lugar, los colegas de RED coinciden con el proyecto del presidente en cuatro puntos esenciales: 1) Igualdad de oportunidades y aprendizajes (equidad). 2) Reconocimiento a los docentes como agentes de cambio social. 3) Importancia de la capacitación y la formación de docentes. 4) Eliminar las connotaciones punitivas de la evaluación.

En segundo lugar, ambas iniciativas tienen un marcado acento centralista. Los estados apenas aparecen, no como comparsas, pero sí como entes sin autoridad sustantiva. Por ello se mantienen vigentes la centralización del pago de la nómina magisterial y el Sistema Nacional de Información y Gestión Educativa. Dos especímenes —dinero e información— que implican poder.

En segundo lugar, en los dos proyectos el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación pasa a otra dimensión, pero no desaparece. En el proyecto del presidente López Obrador se transfigura en una dependencia directa del secretario de Educación Pública, en el de RED mantiene su autonomía; en ambos se disminuyen sus funciones, pero en el segundo se hacen explícitas.

En tercer lugar, si bien con diferencias en el lenguaje, ambas iniciativas ratifican la obligación de los padres de hacer que sus vástagos concurran a la escuela (artículo 31) y en otros propósitos que tienen que ver con el aprendizaje y la pedagogía.

La diferencia cardinal: el proyecto del presidente López Obrador deroga la fracción III del artículo 3 y desaparece el Servicio Profesional Docente. La propuesta de RED lo recupera mediante la creación de un Consejo Consultivo.  Propone: “El ingreso al servicio docente y la promoción a cargos con funciones de dirección o de supervisión en la educación básica y la media superior que imparta el Estado se llevarán a cabo mediante concursos de selección que garanticen la idoneidad de los conocimientos y capacidades que correspondan” (énfasis en el original).

Esta es la discrepancia: la decisión acerca de quién y cómo entra y se promueve en la profesión docente. En la propuesta del presidente se deja a la legislación secundaria, pero sin ningún amarre que garantice imparcialidad, justicia y transparencia. Sus defensores la ven virtuosa. Sin reglas claras pudiera regresar le herencia y venta de plazas docentes, la perciben del otro lado. Por ello, en la propuesta de la RED se definen criterios meritocráticos, justos y equitativos, pienso.

Referencia:

Tom Vanderbilt, “How Your Brain Decides Without You”, Nautilus, 6 de noviembre de 2014.