SELVA SONORA

 

El hoy presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, es uno de los detractores más destacados del neoliberalismo, basta recordar la narrativa de sus discursos desde que era un líder opositor, hasta las tres campañas electorales en las que contendió, en la cuales dejó muy en claro su animadversión ante el modelo introducido por el expresidente Miguel de la Madrid y alentado en lo sucesivo por los llamados Chicago Boys.

Tres décadas después del cambio de rumbo que prometiera llevar a México a ser una superpotencia, introducido por el entonces presidente De la Madrid, López Obrador anuncia desafiante el “fin del neoliberalismo”. Este anuncio ha sido festejado por muchos y naturalmente cuenta con sus detractores, sin embargo, el mundo en el que vivimos tiene reglas establecidas de las cuales México no puede apartarse.

Han existido cambios profundos en la forma de manejar algunas áreas estratégicas, uno de los ejemplos más comentados es el del sector energético, ha sido tal el impacto, que tres de las calificadoras de riesgo más importantes del mundo, las mismas que en 2008 no advirtieron sobre la crisis económica mundial, han disminuido la calificación de empresas paraestatales y del país, vaticinando un todavía menor crecimiento al que ya se esperaba.

No entremos pues en discusiones estériles sobre conceptos económicos para discernir si el nuevo gobierno es o no es de izquierda, anticapitalista, neoliberal o todo lo contrario, para describir el estado de las cosas basta con saber que el Fondo Monetario Internacional (FMI) colocó a México en el lugar 15 de las economías más fuertes del mundo, y que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en su última medición afirma que 53.4 por ciento de la población en México es pobre.

 

Debe entenderse que los subsidios y apoyos para pequeños productores deben tener como objetivo desaparecer, funcionar en el presente como impulso para la autonomía de las comunidades.

 

Uno más de los “radicales” cambios que el gobierno federal ha anunciado es la forma de operar los programas sociales, de manera más directa, entregando apoyos directo a los beneficiarios, lo cual busca frenar a algunas organizaciones corporativas que lucraban con los beneficios estatales.

Mucho se ha discutido sobre la eficacia de las medidas del gobierno, desde mi punto de vista, la mejor evaluación de la nueva política se dará en el futuro con los resultados, por ahora, debe entenderse que los subsidios y apoyos para pequeños productores deben tener como principal objetivo desaparecer, no ser necesarios en el futuro, deben funcionar en el presente como un impulso para la autonomía de las comunidades, no como hasta ahora, ser un muy poco eficaz paliativo contra la pobreza.

Dada la configuración e influencia de las fuerzas políticas hegemónicas en nuestro país, todas las esferas de gobierno se encuentran en condiciones de armonizar políticas públicas desde lo local, regional y federal, para sentar las bases de una nueva economía, más justa y benéfica con las personas y con el medio ambiente.

Colocar al individuo y su bienestar personal y colectivo como principal objetivo del Estado es una de las razones de existir del gobierno, de no ser así, el ciudadano se convierte en súbdito, el cambio verdadero podría materializarse, para ello hace falta un largo camino que comenzó el pasado primero de diciembre.