La tarde aciaga del 23 de marzo de 1994 al ser abatido a balazos el candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio, en la colonia Lomas Taurinas  de la ciudad de Tijuana, se modificó el futuro del país. Aun hoy, quienes vivieron esos días recuerdan con exactitud el sitio donde se encontraban o qué hacían cuando se enteraron de la artera ejecución de Luis Donaldo.

Colosio, el joven economista sonorense, había logrado con su carisma, don de gentes e inteligencia una gran identificación popular, así como distanciarse del gobierno salinista con un solo discurso pronunciado una veintena de días antes, luego del inicio de una accidentada y poco feliz campaña, opacada por la presencia omnipotente del comisionado para la paz en Chiapas, Manuel Camacho, candidato perdedor de la nominación presidencial del partido hegemónico, el entones casi invencible PRI.

El contexto en que aconteció es importante tenerlo en cuenta para entender por qué terminó significando una afectación para el futuro inmediato del país. Se acababa de firmar el TLC con Estados Unidos y Canadá, lo cual representaba un camino sin regreso en la economía global del libre comercio o la profundización del modelo de desarrollo neoliberal, al cual nos adentramos desde el régimen de Miguel de la Madrid o, como decían algunos, nuestro ingreso al primer mundo.

Hacia el interior del país, el levantamiento armado zapatista del 1 de enero de ese año nos enfrentó con brutalidad a ese México profundo y milenario que aún subsiste y a los siglos de miseria y opresión que han sufrido los pueblos originarios.

El gobierno de Carlos Salinas había logrado remontar la grave crisis económica producto del agotamiento y erosión de los modelos de desarrollo estabilizador y desarrollo compartido, que terminaron hundidos en un océano de corrupción, y cuyos síntomas más visibles fueron una inflación de tres dígitos, una devaluación monetaria sin precedente, desempleo galopante y, sobre todo, un ahondamiento de la desigualdad social. La reforma económica se había hecho, en la lógica reformista faltaba la reforma del sistema político, para darle viabilidad al sistema posrevolucionario de capitalismo, dependencia o periférico. En el lenguaje de la época, la perestroika se había consumado, faltaba la glasnost. Tocaba a Luis Donaldo realizarla y cumplir el sueño de ese grupo de un gobierno transexenal de por lo menos cuatro periodos.

 

La investigación del caso es quizá la más exhaustiva que se ha llevado a cabo en nuestro país, se siguieron centenas de líneas de investigación; hasta las más disparatadas e inverosímiles fueron corroboradas.

 

En la lucha en el interior del PRI, Salinas, el gran elector en términos de las reglas no  escritas, debía elegir sucesor, en la disyuntiva, se decidió por Colosio, que era en los hechos su discípulo, en lugar de Manuel Camacho Solís, quien era su par y el más inteligente y capaz político del grupo, el cual mantenía un  dialogo respetuoso con todas las fuerzas de oposición y seguramente tomaría su propio camino.

La apuesta era modificar el partido (PRI) y crear el partido del liberalismo social como plataforma para conservar el poder. Luis Donaldo tenía las credenciales, el conocimiento y las redes para hacerlo, por su desempeño como presidente del PRI, como legislador y como secretario de Desarrollo Social y operador de Pronasol. El proyecto se esfumó cuando al ritmo del Son de la Culebra cayó abatido por los disparos de una vieja pistola Taurus.

La investigación del caso es quizá la más exhaustiva que se ha llevado a cabo en nuestro país, se siguieron centenas de líneas de investigación; hasta las más disparatadas e inverosímiles fueron corroboradas y siempre se arribó a la conclusión de un solo asesino, el cual produjo dieciocho versiones diferentes de su actuación ese día, y hoy, a veinte años del asesinato, el condenado pretende convencer de que él no fue y las evidencias le fueron plantadas, lo que no resiste el menor análisis lógico, criminológico y de criminalística. Sin embargo, para el imaginario colectivo, se trató de una conspiración desde el poder.

Este año que se cumplen veinticinco años de su muerte, se desempolvarán viejas e inverosímiles historias y fabulaciones de complots que no resisten un análisis racional y que fueron investigados exhaustivamente. Recuerdo la vieja sentencia: la verdad, por sencilla que sea, resulta increíble. Es tiempo  de honrar su memoria.