Para diversas corrientes de pensamiento que estudian la conformación del Estado moderno, uno de sus principales componentes es el territorio, esta aseveración es una consecuencia natural y descriptiva de todo asentamiento humano. Es así que la población que se encuentra establecida en algún territorio, habrá de organizar su gobierno para procurarse seguridad y bienestar, a la luz de diversas metodologías para lograrlo.

Vale la pena recordar lo anterior cuando se aborda el fenómeno migratorio, pues este es un fenómeno multifactorial, es decir, el resultado de diversos procesos sociales y económicos. Las causales de migración son variadas en todo el mundo y han sido una constante a lo largo de la historia de la humanidad.

En el caso de nuestra América, es evidente la contradicción que existe entre la alta y demandada cantidad de recursos naturales con que cuentan todas las regiones del continente y, al mismo tiempo, los  altos niveles de pobreza y marginalidad en que subsisten los pueblos. Nuestra historia da fe de cómo las potencias capitalistas se han apropiado de los recursos naturales llevando progreso y desarrollo a otras latitudes, provocando así que ante la condena a la hambruna, grandes contingentes de desproveídos busquen un futuro más alentador en las naciones llamadas “desarrolladas”.

Se le llame crisis o de alguna otra forma, el fenómeno migratorio de mexicanos hacia Estados Unidos puede medirse con los datos que da la Comisión Nacional de Población (Conapo) los cuales arrojan que Estados Unidos albergaba “en 2018, 12.3 millones son personas nacidas en México y 26.2 millones son mexicanos de segunda y tercera generación, es decir, personas con uno o ambos padres nacidos en México y personas que se autodefinen como personas de ascendencia mexicana, respectivamente”.

Los más de 35 millones de mexicanos que viven en Estados Unidos son un dato que mide la eficiencia de los gobiernos que ha tenido México, que han generado la necesidad de migrar en busca de bienestar a la quinta parte de su población actual.

Sin embargo, este fenómeno no es exclusivo de México, nuestro territorio es un paso obligado para todas las personas provenientes del sur de nuestra frontera. Las caravanas migrantes llevan no menos de una década cruzando el país de sur a norte con destino a Estados Unidos, empero, desde 2018 se han mediatizado de manera que incluso se han generado brotes de xenofobia entre los mexicanos.

Ante esta situación y la inminente llegada de más caravanas provenientes del centro y sur del continente, no se debe olvidar que las personas que intentan cruzar nuestro país lo hacen tomando el riesgo de sufrir un desenlace fatal como muchos de sus compatriotas, el país no es un lugar seguro para nadie, los índices de violencia se encuentran en aumento y los migrantes no escapan de esta situación, aun así provienen de estados tan precarios que toman el riesgo de cruzar la frontera con sus familias.

Es imperioso que la problemática sea atendida en diversos momentos, en lo inmediato, la movilidad, salud y seguridad de las caravanas son los retos más grandes para las administraciones locales y federal. A mediano plazo, como lo han manifestado desde el gobierno federal, se debe procurar desarrollo y seguridad en la región para detener los flujos migratorios.