Edur Velasco, el activista que hoy está en la lucha sindical de la Universidad Autónoma Metropolitana, me contó esta anécdota de su infancia. Su padre y un grupo de amigos jugaban a las cartas en la mesa del comedor de su casa, mientras el niño, montado en ese juguete sintético que es una cabecita de caballo y un palo, daba vueltas alrededor, gritando: “¡Mueran los gachupines!” Su padre lo detuvo y le explicó; “Edur, todos somos españoles”. El niño preguntó: “¿Es cierto que le quemaron los pies a Cuauhtémoc?” Ante la respuesta afirmativa de su padre, el niño se desprendió y reanudó su carrera gritando: “¡Mueran los gachupines!” Y muerto de la risa, Edur concluye: “Jamás tuve problemas sobre mi nacionalidad”
Nacionalismo musical
En una conferencia inolvidable, el músico Mario Kuri Aldama, autor de Página blanca, nos planteó así el tema. Manuel M. Ponce era campesinista; Carlos Chávez, indigenista, y el gran Silvestre Revueltas, popular. Existen, pues, tres formas del nacionalismo; una considera que lo mexicano está en el mundo rural; otra, en las culturas originarias y una más en el arte del pueblo. No es casual, por cierto, que estos tres compositores vivan en tiempos contemporáneos a la Revolución Mexicana, vale decir que coinciden con la etapa definitiva de la nación.
Sor Juana y la patria mexicana
Mucho reconocimiento ha tenido un ensayo que mi hermana Magdalena publicó en una revista académica, Los empeños, en la que afirma que Sor Juana, en la segunda mitad del siglo XVI, se refiere ya a “la patria mexicana”. Y a esa mención podría añadirse que tiene poemas en que aparecen palabras en náhuatl, aunque no es prueba de cargo porque hay obra suya que mezcla otros idiomas, pero se asegura que Sor Juana niña aprendió el náhuatl de escucharlo en boca de los trabajadores de la hacienda de su abuelo materno. Sin embargo, es más significativo que en el auto sacramental del Divino Narciso domina la primera escena Huitzilopochtli, el dios de la guerra, el mismo que junto a Tláloc preside el Templo Mayor. Todo el mundo conoce que la nacionalidad mexicana tiene un origen criollo, y eso se siente en Sor Juana, que es hija ilegítima de un vasco y nacida en tierra mexicana, es decir, criolla. Su madre, Isabel Ramírez de Santillana, era criolla también. Curiosamente, en el sexenio en que se inició el neoliberalismo en México, Paloma Cordero, esposa del presidente De la Madrid, impulsó con becas los estudios de la literatura novohispana. Antes, se destacaba el carácter colonial de nuestro país como queda patente en Arte colonial en México y Pintura colonial en México, dos libros, insuperados, de Manuel Toussaint.
Octavio Paz
En El laberinto de la soledad, Paz aborda no la alta cultura, la de los artistas profesionales, sino la cultura viva, al destacar que mientras para los españoles el mayor insulto es llamar a alguien hijo de p…, entre los mexicanos es designarlo como hijo de la ch… allá la madre se califica de prostituta, aquí se considera una mujer violada. Sobra decir que Paz, Fuentes y otros toman esta violación de la Conquista como el inicio del mestizaje, pero sobre todo como el nacimiento de la mexicanidad.
Lo que opina Alfonso Reyes, en próximo minicomentario.
