Zapata y Villa son los grandes perdedores de la Revolución Mexicana, perdedores porque no quisieron sumarse a la corriente hegemónica. En revancha, tuvieron historiadores de lujo, Villa a Martín Luis Guzmán y Friedrich Katz, y Zapata a dos acuciosos investigadores el insuperado Jesús Sotelo Inclán con Raíz y razón de Zapata y John Womack Jr. con Zapata y la Revolución Mexicana que trajo la atención sobre él en los agitados setentas.

A partir de su asesinato, surgen dos corrientes perfectamente diferenciadas, la del Estado que trata de apropiarse de su figura mistificándola y la popular que arranca con los corridos y llegará a nuestros días en la consigna de “Zapata vive, la lucha sigue y sigue”. El pueblo va convirtiendo al hombre de Anenecuilco en leyenda, en mito en sentido antropológico, el héroe que trasciende la historia. Constituye, si le creemos a Mircea Eliade, un modelo de conducta humana y una forma de otorgarle valor y sentido a la existencia de un pueblo.

En paradoja, no siempre cierta, Óscar Wilde asegura que el misterio del mundo no es lo invisible, sino lo visible. Es evidente la guapura de Zapata, su entallado traje de charro, sus labios y sus ojos a la vez tristes y francos. De hecho, Zapata defiende la huelga obrera y el boicot de los trabajadores, la emancipación de las mujeres, un régimen parlamentario y hasta la revocación de mandato del presidente y, desde luego, ciertas formas de autogestión, que recuperará el neozapatismo. Sin embargo, lo más evidente, lo visible, es el Plan de Ayala que no sólo reivindica las tierras ancestrales, sino demanda la restitución del despojo de las haciendas con las “tomas de tierras”, también recuperadas después del movimiento del 68. En breve, el imaginario popular vio en Zapata la lucha contra los latifundios de las haciendas y el clero, encarnó la lucha por la tierra. El 10 de abril se convierte, año con año, en el día de las protestas campesinas.

 

Revueltas y Zapata

Con un tratamiento totalmente cinematográfico, José Revueltas inicia su guion Tierra y libertad,  el 10 de abril,  cuando el  asesinato de Zapata acaba de ocurrir y comienza a observar las reacciones de la gente, de las mujeres en particular. Reúne, como después lo hará siguiendo fielmente a la historia, los datos de la leyenda. Película de acción y relato épico, describe el temblor que ocurre al llegar Madero a la Ciudad de México, vemos una hazaña militar (real y asombrosa) de Zapata; cómo descubre la idea de tierra y libertad en Bakunin o cita fragmentos claves del Plan de Ayala, pero lo más importante es que va forjando, (en lo que han fallado los historiadores) que ese movimiento y Zapata, encarnan, en ese momento histórico, la revolución.

Para mi padre, el productor de cine Jesús Galindo, José Revueltas escribió dos guiones; uno, sobre la huelga de Río Blanco, el otro, sobre Zapata. El primero está inédito, el de Zapata es el tomo 23 de sus obras completas. Andrea Revueltas y Philippe Cheron escriben que el original se los entregó Julio Pliego. Las veces que vi a Julio, cuando iba con su cámara, a testimoniar las protestas de la UNAM, nunca me acordé de preguntarle cómo llegó a sus manos, aunque es obvio que se lo dio el propio Revueltas. En el prólogo, Andrea y su marido dicen que ignoran si el guion se filmó. Puedo aclarar esa duda. Caculo que se escribieron en 1966 y, como siempre, el guion se envió a Radio Televisión y Cinematografía, y fue rechazado (censurado). Igual ocurrió con el guion de Río Blanco. Roberto Gavaldón, la mancuerna de Revueltas en el cine, iba a ser el director y tiene que haber sido coautor de los dos guiones.