En México, gracias a la generación de la Reforma encabezada por Benito Juárez, la laicidad nos permite vivir a todos el fenómeno religioso, en libertad; claro, dentro de nuestras normas constitucionales.
Toda religión que no quebrante reglas fundamentales debe ser respetada, y sus feligreses han de ser dignos de consideración, al igual que la gente de bien sin creencia religiosa.
La libertad religiosa, como toda libertad, tiene límites establecidos en nuestra Carta Magna: “que no constituya delito o falta penada por ley… que no utilice actos públicos de expresión religiosa con fines políticos… que ordinariamente se celebre en templos… y que las celebradas extraordinariamente fuera de éstos se sujeten a la ley reglamentaria”.
En México la Constitución tiene una dirección correcta, mientras, para desgracia de todos, la conducta de los poderosos va con orientación incorrecta, pero con pícaro disfraz de apropiada.
Tal es el caso de un evento religioso efectuado recientemente en Palacio de Bellas Artes por La Luz del Mundo, simulando ser un espléndido acto cultural.
Los fieles congregados no son los responsables de esa falta; lo son, los poderosos dirigentes religiosos, con la complicidad de la poderosa administración federal lopezobradorista.
El poder ensucia a quienes no están bien formados para ejercerlo. Vivimos, además, en un tiempo en donde las psiques no reciben la luz del mundo orientadora para un buen desarrollo humano que mejore la economía, salud, educación, justicia, seguridad pública, política, cultura, individual y familiar de los mexicanos.
Lastima observar que también los poderosos en la política hacen lo que les viene en gana y determinan lo que a su interés conviene. Así que, salvo excepciones, todo poderoso es transgresor de la ley.
En estas épocas oscuras y confusas, el presidente Andrés Manuel López Obrador, como poderoso político y contumaz usuario de sentencias populares, ha mostrado una actitud dubitativa y de reserva.
Al hablar sobre los temas que constante manipula, en sus conferencias, ha venido concluyendo con ligero esbozo de plan alternativo: “bueno, por si las moscas”.
Por si acaso, o por si las moscas, tiene al fondo de estabilización para apoyar a PEMEX, tiene presionada a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, tiene ofrecida la federalización de la nómina educativa, sigue cargándole la culpa de todo a los ex presidentes recientes, y a los conservadores y fifís.
Así, grotescos, se mueven los poderosos en todos los fenómenos sociales, y a nombre de la moral, justicia y derecho, tienen una conducta inmoral, injusta y contraria a la ley.
Por si las moscas, la luz del mundo, pero en realidad, la noche sigue y perdura, sin quedar atrás como lo escribió el alemán Jan Valtin (Richard Julius Hermann Krebs 1905-1951) en su libro acusador.
México tiene un ganso mosqueado, sólo eficaz en materia electoral.
