La razón es la muerte del fascismo”

Miguel de Unamuno

 

Es una fiesta que rondo en un gasto superior a los tres millones de pesos, el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador celebró con bombo y platillo al viejo estilo priista, llenando la plaza del zócalo en la Ciudad de México con miles de acarreados que con torta y bebida en una bolsa de plástico nos remontaron a aquellas viejas parafernalias de celebración del poder por el poder mismo.

El motivo: el primer aniversario de la elección en que López Obrador ganó la elección presidencial. Día en que, según él, empezó la cuarta transformación de nuestro país, desde entonces comenzó a gobernar, aun sin haber sido validada su victoria, ni contar con los poderes constitucionales como Presidente de la República, así lisa y llanamente empezó su gobierno, violando la Constitución y las leyes mexicanas.

Pero esto no es nuevo, ya antes López Obrador se había impuesto en la Ciudad de México sin contar con la residencia necesaria y la credencial de elector, antes también ya había mandado al diablo a las instituciones y antes también había bloqueado Paseo de la Reforma, importante arteria del corazón de la capital del país. Estos son antecedentes históricos, pero vale la pena recordarlos porque nada en el Presidente es nuevo y espontáneo, todo lo que es y hace lo ha acompañado siempre.

Su desprecio por las leyes, el orden y el Estado de derecho. Su afán de dividir, polarizar y confrontar radicalmente con sus adversarios es signo característico de su conducta, por ello poco resulta nuevo. El Presidente sigue despreciando las normas y condena a los que hacen uso del sistema jurídico en busca de protección judicial.

Si los ciudadanos acuden mediante juicio de amparo a pedir la intervención de los jueces para que determinen que las decisiones del Presidente incumplen la Constitución y las normas, como en los casos de la cancelación del aeropuerto en Texcoco, y la decisión unilateral de construirlo en Santa Lucia; la cancelación del apoyo a las estancias infantiles; la protección de los salarios ya ganados con antelación; la construcción de la refinería de dos bocas; lo del tren maya; las decisiones sustentadas en el voto del pueblo a mano alzada; todas constituyen en la visión del Presidente un complot en su contra, orquestado por los enemigos de siempre.

La inseguridad está a todo lo que da en el país, secuestros, muertes, robos. La economía estancada, las calificadoras castigando el desempeño, las inversiones alejándose de México. El gobierno mexicano haciendo el trabajo sucio para Trump, periodistas callados y despedidos. Funcionarios que renuncian porque se ahogan en la incompetencia, en el recorte de recursos y en la presión desde la Presidencia, institutos de salud sin medicinas y sin médicos.

Espacio falta para enumerar todos los daños que este gobierno le ha hecho a México en solo un año.

@perezcuevasmx

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