Eventos dispares que no representan más que la imagen de un México en desconcierto. Una marcha anti AMLO cargada de reclamos, inconformidades, insatisfacciones. Una manifestación que no ha sido la única ni la primera. En contraoferta un zócalo utilizado para festejar con un “bailongo” porque él ganó, con sus datos, con sus frases, con sus promesas que alarga y estira.

Dijo que acabaría con la corrupción y la violencia desde el primero de diciembre y hoy anticipa que le faltan meses del año para arrancar de raíz al régimen político corrupto. De la violencia y criminalidad no hay avances, pero como siempre culpa a otros.

Más de 300 camiones que transportaron a contingentes para llegar al zócalo. En el estrado, sin mayor compañía que su esposa y la Jefa de Gobierno, el redentor. Como siempre no se habló de los descalabros fabricados, provocados por la torpeza de las ocurrencias.

Vuelvo a preguntar, ¿alguno de mis amables lectores se siente más seguro? Interrogó de nuevo, ¿habrá quién pague menos por combustibles que lo que ocurría en los regímenes corruptos del pasado?

Lo cierto es que estamos en el Mexico real de los despidos ante las promesas de reivindicación. El Mexico descalificado en el mundo contra las fantasías de una patria en potencia.  El Mexico que vive un estancamiento real de su economía frente a la repartición de recursos a los “ninis”. Un Mexico ofendido, con decepción, en contraste con uno lleno de bailongos y matracas.

Se suspende la construcción del aeropuerto más importante en la historia de la nación para convertirlo en lago lleno de patos. Se exhibe a periodistas que legalmente cobraron por difundir las obras del gobierno y se oculta que a los YouTubers incondicionales se les complace con 40 mil pesos mensuales.

Vuelvo a insistir en que vivimos en un Mexico radicalizado desde la Presidencia. Un Mexico con sus cifras reales pero con un mandatario con otros datos. Un gobierno que quiere rescatar los restos, si aún los hay, en una mina en Pasta de Conchos, mientras los niños vivos no tienen medicinas por aplicar una austeridad fuera de razón. Se presume una Guardia Nacional y los funcionarios de alto nivel los califican de “fifis” mientras los uniformados ejercen sus funciones en condiciones más que lamentables.

No vemos rumbo, el Presidente después de siete meses dice que sí hay.  En todo acto que fracasa, no puede o se le demuestran que está equivocado, reacciona acusando a sus adversarios. Un país que dijo recibía en bancarrota, pero regala dinero a El Salvador ignorando a las familias con hambre en las serranías de Chiapas o Oaxaca. Un México que cómo nunca ha visto despedir a poco más de 120 mil burócratas, pero ofrece empleos a migrantes. ¿Con que México nos quedamos, con él que vivimos los ciudadanos o el que nos presenta el hombre de los otros datos en medio de un bailongo?

Y que conste que es pregunta. Por lo pronto, por más que arrastro el lápiz, las cifras no me cuadran.