“La locura es un cierto placer que sólo el loco conoce”.
John Dryden.
La cara de terror del Subsecretario de Hacienda y Crédito Público, Arturo Herrera Gutiérrez, evidencian la realidad que vive el país en estos momentos. La presentación de la renuncia del Secretario Carlos Urzúa fue ejecutada en el momento que menos esperaba el Presidente de la República. El vídeo en el que acepta la renuncia y nombra nuevo titular de las finanzas, así lo reflejan.
Sorpresa, incertidumbre, improvisación, terror y espanto es lo que nos transmite esa comunicación. Fiel a su lenguaje y formas muy hechas, López Obrador minimiza una renuncia que afectara a los mercados, y la confianza de los inversionistas. Pero para él, no pasa nada, es normal. El Secretario Urzúa tuvo diferencias con él, con Romo, con Germán Martínez, con la súper poderosa Oficial Mayor y poder real en Hacienda, Raquel Buenrostro.
El Presidente tiene otros datos y es culpa de Urzúa el no entender ni adaptarse a la cuarta transformación, aunque éste haya mencionado en su carta de renuncia que es debido a la toma de decisiones sin sustento técnico o evidencia que soporte las decisiones, aquí se enmarca la cancelación del aeropuerto y la pérdida de más de 200 mil millones de pesos que documento el Financial Times, decisión a la cual, por cierto, el Ex secretario de Hacienda se opuso.
Un Secretario, de los pocos que podía exponer clara y abiertamente su posición ante López Obrador, aunque el Presidente no hiciera el menor de los casos ni permitiera que esto influyera en sus decisiones, no lo exhibía ni contradecía como si lo hizo al menos en dos ocasiones de manera pública y humillante al entonces Subsecretario de Hacienda Arturo Herrera.
Contradijo el Presidente las declaraciones de Herrera sobre que la refinería de Dos Bocas no se construiría y el dinero serviría para amortizar los pendientes de reestructuración de deuda de Pemex, el Presidente tenía otros datos y declaró lo opuesto a su subordinado que como Subsecretario es un alto funcionario enterado de las finanzas y el manejo de los dineros públicos. Sin más López Obrador lo apabullo y anulo con sus declaraciones.
La segunda fue más ominosa, pues lo hizo minutos después de las declaraciones de Herrera sobre el llamado a la Cámara de Diputados para que aprobaran el impuesto sobre la tenencia vehicular, ahí el primer mandatario lo descalificó y descartó que su gobierno considerará el cobro de la tenencia vehicular.
Renuncias en un gobierno van y vienen, es lo normal. Lo que no es normal son las condiciones en las que se dan, al menos esta de Urzúa y la de Germán Martínez tienen como coincidencia que la expresión que no se prestaran a un mal manejo de las instituciones, porque se están sometiendo a intereses personales, de grupo y no al interés general de la Nación. Es tiempo de dignidad y congruencia frente al poder de la locura y las ocurrencias.
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