Lugar del crimen
Sófocles, Eurípides, Séneca, Diódoro y Apolodoro, proporcionan datos generales o particulares del sitio en que tuvo lugar la muerte de Layo; quien en siglo segundo de la época actual, vio la tumba y proporciona datos respecto del lugar del crimen fue Pausnias; él refirió lo siguiente:
“Avanzando desde allí por el camino, al llamado Esquiste [encrucijada]. En este camino cometió Edipo el asesinato de su padre, y había de quedar por toda Grecia el recuerdo de las desgracias de Edipo. Cuando nació, le perforaron los tobillos con aguijones y lo expusieron en Platea, en el monte Citerón. La región de Corinto que está junto al Istmo lo crió. La región de la Fócide y el camino Esquiste recibieron las manchas del asesinato de su padre. Los tebanos tienen aún fama por el matrimonio de Edipo y la justicia de Eteocles.
El camino Esquiste y el crimen cometido en él fueron para Edipo el comienzo de todos sus males, y los sepulcros de Layo y del criado que lo acompañaba están todavía allí justo en el centro de la encrucijada, y sobre ellos han sido amontonadas piedras escogidas. Dicen que Damascístrato, rey de Platea se encontró con los cadáveres que estaban tendidos y los enterró”. (Pausanias, Descripción de Grecia, libro X, 5, 3 y 4). En sentido parecido Apolodoro (Biblioteca, III, 5, 7 a 8).
En la actualidad el sitió está ubicado en 38º27´51.74´´N y 22º41´08.83´´E. Sobre la carretera que va de Levadea a Delfos, a la altura del kilómetro 21, el viajero encontrará una carretera que va a Daulia; siguiendo su curso, caminando aproximadamente un kilómetro, podrá observar en las colinas la existencia de varios caminos arcaicos que confluyen en el sitio; uno de ellos, que viene de Delfos, sale de un desfiladero formado por dos montañas, una de ellas es el Parnaso, por el que viajaba Edipo; el sentido que va de Tebas a Delfos, es el que utilizó Layo cuando se dirigía para consultar al oráculo de Delfos; el camino que sube es el que lleva a Daulia.
Ente los kilómetros 22 y 23 de la mencionada carretera que corre de Levadea a Delfos, enseguida de un monumento a las víctimas de la invasión alemana, hay un mirador desde el cual se puede observar la existencia de los viejos caminos y como se encuentran en un estrecho valle; en este hay pequeñas fábricas y sembradíos. En esas lejanías siempre habrá perros que ladren a los extraños.
Por más que buscamos, no encontramos el “temomoztli”, (así se dice en náhuatl a un montón de piedras) que sirvió de tumba a Layo y a su criado, que levantó Damascístrato y que alcanzó a ver Pausanias hace mil ochocientos años.
Razones que llevaron a consumar el crimen
La versión más conocida, la que proporciona Sófocles (Edipo rey, 800 y siguientes), es en el sentido de que Edipo mató a Layo, su padre, debido a un conflicto originado por un derecho de paso. En un sitio en donde el camino se hacía estrecho, dos viajeros, uno en un carruaje, tirado por potros, y otro a pie se encontraron; ninguno de ellos cedió; el del carruaje ordenó a su auriga avanzar sin detenerse; las ruedas lastimaron los pies del caminante, además fue insultado. Reaccionó violentamente; primero dio un golpe, que fue mortal, al auriga. Enseguida repitió la dosis, de la misma naturaleza, al patrón. No necesitó reiterar el tratamiento. Ambos bajaron al Hades.
La versión de Apolodoro es en el sentido de que tanto Layo como Edipo viajaban en carruajes y que, ante la negativa de Edipo a ceder el paso, el palafrenero de Layo le dio un latigazo y mató a uno de sus caballos; Layo, por su parte, golpeó con una pica de doble punta, la cabeza de Edipo (Biblioteca, III, 5 a 7). Su carácter violento y su soberbia no les permitió identificarse ni actuar con caballerosidad. El incidente antes referido parece irreal a algunos estudiosos. Hay otra versiones:
“Sin embargo, esta no es toda a historia. De hecho existen varias versiones del incidente. La mejor conocida es la historia según la cual Edipo y Layo disputaron por el derecho de pasar primero en cierto punto estrecho del camino. Este incidente parece ser una versión, un tanto simbólica, de ciertos relatos bastante más explícitos de la muerte de Layo. Rank menciona toda una serie de documentos, según los cuales Edipo y Layo ni riñeron por una nadería tan simbólica como es el de pasar primero por un camino angosto. En realidad Praxilia sostiene que no sólo Layo, sino también el propio Edipo estaba enamorado de Crisipo, y el escolio de Las fenicias de Eurípides es aún más explicito al asegurar abiertamente que Edipo mató a Layo a causa de Crisipo.
En evidente contradicción con este motivo homosexual, varias fuentes, Nicolás Damasceno afirmó que el incesto entre Edipo y su madre lo consumo inmediatamente después del combate, en tanto que otra autoridades sostienen que Edipo, con conocimiento de causa, violó a su madre”. (Hendrik M. Ruitenbeek, Sicoanálisis y literatura, FCE, p. 252).
También existen datos en el sentido de que la orgía en que se enfrascaron Edipo y su madre Yocasta, se consumó ante el cadáver del propio Layo en el palacio real.
Praxila de Sición, de la que únicamente se conservan unos cuantos fragmentos, vivió en el siglo V antes de la era actual, es una poetisa que chorreaba baba y que, por ello, fue objeto de burlas. Sólo a ella se le fue a ocurrir decir que cuando Adonis bajo al Hades a ver a su madre, al ser interrogado respecto de lo que más extrañaba contestó:
“De todos los placeres del mundo superior,
lo que más extraño
es la luz del sol,
y después de eso, las estrellas una luna llena,
la cosecha tardía de los frutos del verano,
pepinos, manzanas y peras”.
(Fragmento 42, PMG 747).
El físico de Layo y de Edipo
Existen testimonio de que tanto Layo como Edipo, eran rubios y de una altura extraordinaria. En la segunda olimpiada, Layo, junto con Ferandro, se enfrentaron a Heracles en pugilato y lo vencieron. Lo que no era una hazaña menor. De ese encuentro surgió el dicho “Ni siquiera Heracles contra dos”. (Epítome de Zenobio, colección parisina, en la obra Proverbios griegos, 49, p. 197). Del dicho de Yocasta se desprende que Layo y su hijo Edipo eran parecidos: “Era fuerte, con cabellos desde hacía poso encanecidos, y su figura no era muy diferente de la tuya.” (Edipo rey, 742 y 743). Edipo, además era gotoso (Luciano, Podagra, Obras, tomo IV, p. 19).
En una tercera parte, se hablará de la supuesta ceguera de Edipo, de la Esfinge y del monte Ficio, sitió en que se llevó a cabo el duelo entre ella y Edipo. También se hará mención a la muerte de Edipo.
“Y coincidieron ambos a la vez en Fócida, en una encrucijada del camino. Entonces la ordena el cochero de Layo: ¡Extranjero, échate a un lado y cede el paso al rey!”, Eurípides, Fenicias, 38 a 40).
Tebas, con el monto Citerón y el golfo de Corinto al fondo.
“La región de Corinto que está junto al Istmo lo crió”, Pausanias, Descripción de Grecia, libro X, Fócide, 5, 3.
Monte Citerón con el golfo de Corinto al fondo.
Oleos de Jorge Espinosa Chacón.