En la actualidad los trágicos griegos tienen pocos lectores; sus obras escasas representaciones teatrales; sus tesis ya no son materia de discusión. No sé si eso es bueno o es malo. Lo que sí me queda claro es que los estudiantes de ahora tienen una formación diferente a la que teníamos los que lo éramos hace sesenta años. Doy algunos ejemplos:

Cuando en clase cito algún artículo de la Constitución Política y les pido que me lean tal o cual fracción que está en números romanos, algunos de ellos me preguntan: ¿cómo se escribe 24 o 28 en números romanos?

A un estudiante de derecho al que le pedí expusiera los puntos fundamentales del tema que les había dejado estudiar, cuando insistí en mi interrogatorio, me dijo, con el típico acento de Tepito: “Bájele profe, me está usted echando montón”.

A otro, al preguntarle si la ratificación de un tratado por parte del Senado era obligatoria o potestativa para entrar en vigor, me contestó, con el mismo acento tepiteño: “Agüelita, yo soy tu nieto”. Con ello entendí que era obligatorio. En fin, el estudiante de ahora es diferente

Me limito a preguntarles ¿saben office, inglés básico y consultar archivos por internet?; cuando me dicen que sí, me doy por satisfecho. Esa es la formación que se requiere en el mundo moderno. Me abstengo de preguntarles quiénes fueron Morelos o Gómez Farías. Tampoco les pregunto cuál es la capital del estado de Campeche.

Con la aclaración anterior, continuo y termino con el ciclo tebano.

 

La Esfinge

Existen varios testimonios, gráficos y literarios, respecto de Esfinge o de las esfinges, como un ser mitológico; son diferentes entre sí; también son contradictorios. Finalmente pudiera tratarse de Esfinge, una mujer que llevaba ese nombre.

El concepto es de origen egipcio. Tal vez fue inspirado en la Esfinge que se halla junto a la gran pirámide de Guiza, a la orilla del Nilo en El Cairo. En los museos arqueológicos de Delfos y Tebas existe un número crecido de ejemplos de dibujos y  esculturas de la Esfinge; la diferencia entre ellas denota una evolución constante del concepto. Eso fue en el ramo de la gráfica.

También se observa una evolución en su presentación literaria.

Era una bestia con cuerpo de perro (Aristófanes, Las ranas, 1289); cabeza y rostro de mujer, alas de pájaro y voz humana (Paléfato, Sobre los fenómenos increíbles, IV); cola de serpiente (Pisandro, Fragmento 10 Jacoby); era hija de Equidna y Tifón, tenía rostro de mujer, pecho, patas y cola de león y ala de pájaro y era una fiera biforme (Apolodoro, Biblioteca, III, 5, 8 y IV, 64, 3); era atractiva por la variedad del color de sus alas; vuelta hacía los rayos del sol, su espalda era dorada como el oro, pero orientada hacías las nubes, resplandecía con un brillo cerúleo, como un arco iris (Plutarco, Obras morales y de costumbres, Sobre el amor, 134).

Hubo interpretaciones evemeristas; más reales y aceptables: Era una mujer responsable de que quien accediera al trono de Tebas, fuera alguien que perteneciera a la familia reinante:

“Más allá está el monte desde donde dicen que, cantando un enigma, se lanzaba la Esfinge para perdición de los que capturaba. Otros dicen que se dedicaba a la piratería con una fuerza naval y llegó al mar de Amedón, y, ocupando este monte, lo utilizaba para el pillaje, hasta que Edipo la aniquiló con un ejército más numeroso, con el que había llegado de Corinto.

Se cuenta también que era hija ilegítima de Layo y que éste por cariño le dio a conocer el oráculo de Delfos dado a Cadmo. Ningún otro conocía el oráculo, excepto los reyes. Por consiguiente, cuando venía uno de sus hermanos para reclamar el trono de la Esfinge –Layo tenía hijos de concubinas y la respuesta del oráculo de Delfos, se refería solamente a Epicasta y sus hijos–, la Esfinge se valía de engaños respecto a sus hermanos, diciendo que, si eran hijos de Layo, conocerían el oráculo dado a Cadmo. Y como no sabían responder, los castigaba con la muerte, porque reclamaban injustamente su linaje y su trono. Pero Edipo llegó aleccionado sobre el oráculo por un sueño.” (Pausanias, Descripción de Grecia, IX, 36, 3 y 4).

“Cadmo llegó a Tebas con una amazona, cuyo nombre era Esfinge, mató  a Dragón y se apoderó de su hacienda y del reino, y a continuación de la hermana de Dragón, cuyo nombre era Harmonía, Enterada Esfinge  de que había desposado a otra, convenció a muchos ciudadanos para que se marcharan con ella, robó la mayor parte de las riquezas y tomó al veloz perro que Cadmo llevaba al lugar. Encaminose con ello al monte llamado Ficio, y desde ahí le hacía la guerra a Cadmo. Tendía emboscadas en ciertas épocas y mataba a los que iba capturando. Los cadmeos llaman ‘enigma’ a la emboscada. Así pues, los ciudadanos decían una y otra vez: La salvaje Esfinge, agazapada tras un ´enigma, nos captura apostada  en lo alto´ de la montaña. Nadie puede descubrir el ‘enigma’, y es imposible luchar abiertamente, pues no corre, si no que vuela, ‘perro y mujer a la vez’.

Cadmo hizo público que entregaría muchas riquezas al que matara a Esfinge. Así, pues, llegó Edipo, un corintio excelente que por sus hazañas guerreras, que tenía un veloz caballo, formó escuadrones de cadmeos, salió de noche y le tendió  una emboscada a su vez, y así descubrió el ‘enigma´ (es decir la emboscada) y mató a la Esfinge”. (Paléfato, Sobre fenómenos increíbles, IV, en la obra Mitógrafos griegos, p. 225 y 226).

 

El monte Ficio, que se halla a las afueras de Tebas, actualmente tiene el nombre de colina Fagas, está muy lejos de ser una montaña; cuando más, se trata de una pequeña elevación (38º21’42.26”N y 23º12’09.88”); su conformación, que aparenta dos brazos abiertos, asemeja a la figura de la Esfinge tal como la concibieron los egipcios:

Se afirmaba que el enigma que Esfinge planteaba era el siguiente:

“Hay sobre la tierra un ser bípedo y cuadrúpedo, con una sola voz,

que es también trípode. Es el único que cambia de natural de cuantos

vivientes habitan la tierra, por el aire y bajo el mar.

Pero cuando camina apoyándose en más píes,

es cuando el vigor de sus miembros resulta más débil.”

(Eurípides, Argumento, Fenicias, en Tragedias, p. 93).

La respuesta al enigma era la siguiente:

“Escucha, aunque no quieras, malhadada musa de los muertos,

mi voz, término de tus crímenes.

Al hombre te referiste, quien, cuando se arrastra por el suelo,

a poco de salir del vientre materno es niño cuadrúpedo,

y al hacerse viejo apoya como tercer pie su bastón,

mientras se encorva su cuello, abrumado por la edad.” (Obra citada).

En torno a Esfinge hay mucho más que decir. Pero el tema principal es la zaga de Edipo.

 

Muerte de Edipo

Respecto del destino y muerte de Edipo también terminó por imponerse la versión de Sófocles; éste, en su Edipo en Colono, sostiene que ciego salió desterrado de Tebas, que se asentó y murió en Atenas, en el barrio que lleva el nombre de Colono. Esa versión no va acorde con los testimonios literarios más antiguos.

De la Ilíada se desprende que Edipo murió en una batalla en defensa de Tebas (XXIII, 677); si murió peleando ello implica que no se cegó, ni salió al destierro. De ese mismo pasaje se desprende que la muerte sucedió una generación antes de la guerra de Troya. El testimonio más contundente es el Escolio T a Homero XXIII, 679 que dice:

192, Argea. “<<El cual en otro tiempo a Tebas fue cuando cayó Edipo>>. (El signo  >), porque dicen que murió en Tebas  siendo rey, no como los autores más recientes. También Hesíodo que cuando el mismo murió en Tebas, Argea, la hija de Adrasto, vino con otros al duelo de Edipo”.

También se afirmaba que su tumba estuvo en Ceos, un sitio de Beocia; de ese lugar fueron llevados a Eteono. En su tumba se puso la siguiente leyenda:

Tengo malva y asfódelos por encima/en mi seno acojo a Edipo, hijo de Layo.