¿Qué debemos aprender, si así lo deseamos, del evento criminal en El Paso, Texas? Lo fundamental: ya detener desde lo más alto del poder los discursos de confrontación, las etiquetas de descalificación, la ruptura social, la imposición por sobre los demás.

No escribiré de lo registrado durante 18 años, pero sí de esos espacios que llaman ridículamente las “mañaneras” o las improvisadas entrevistas conocidas como “banqueteras”. Desde el primero de julio del año pasado el salpicadero de señalamientos, acusaciones, exhibición de nombres sin pruebas, desmedidas oratorias sobre corrupción, confrontaciones por “tener otros datos” sin dar oferta de información, el anticipar que “eso sí me calienta, que me comparen con Salinas”, todo eso ha fomentado los ataques en redes sociales de los que están a favor o en contra del Ejecutivo Federal.

Señalé que no haría referencia a casi dos décadas de este comportamiento, pero si es vital recordar aquel “cállate chachalaca” expresado por López Obrador contra el Presidente de México, Vicente Fox. Y las cosas no han variado, por el contrario se han llevado al extremo: “provocadores, neofascistas, mafia del poder, corruptos, ternuritas, se han portado mal con nosotros, nostálgicos de la derecha” y otros tantos calificativos que desde la silla del poder se han regalado casi todos los días.

Muchos periodistas, colegas de fama y renombre se sienten no sólo agraviados sino en riesgo en su integridad personal por la persistente campaña de desprestigio en su contra, únicamente por escribir, analizar, reflexionar y publicar ideas contrarias al mandatario. Sólo es necesario asomarse a la cadena de insultos, majaderías, ofensas, amenazas y jaloneos de personajes que aparecen y desaparecen de las redes sin dejar más huella que su ruin presencia.

Y eso ha tenido un reflejo mayúsculo cuando MORENA promueve ataques masivos con rechiflas y abucheos a gobernadores, líderes empresariales o ideólogos independientes. Las masas se lanzan de manera atropellada a desquitar su amargura y manipulación de la que son objeto. Pudimos apreciar, en contraparte, de qué manera una estudiante le mostró el “dedo” al Presidente mientras todos los presentes se burlaban de la reacción de AMLO.

La propia Organización de las Naciones Unidas ha pedido al Presidente mexicano atemperar sus arrebatos contra la prensa ya que esto pone en riesgo a la democracia. No hace falta tener armerías como en Estados Unidos, es suficiente con un discurso para levantar a miles de personas y llevarlas a la violencia extrema. ¿O siente usted que la agresión en las calles, entre conductores de vehículos, motociclistas y autoridades urbanas ha disminuido? ¿Cree que se han perdido valores cívicos? ¿Piensa que hoy tenemos más respeto por la autoridad o nuestros hijos están mejor educados? ¿quién es el responsable de las humillaciones y golpizas a soldados mexicanos por integrantes de comunidades violentas?

Espero que los disparos en El Paso, en verdad, dejen una lección para quienes usan la lengua como arma para menospreciar a los demás y encumbrarse en su patológico ego.