“La tristeza es una opinión actual del mal presente”.
Pedro Calderón de la Barca
La violencia de género, al igual que todo tipo de violencias ejercidas en contra de cualquier ser vivo, es una causa que une a la comunidad en torno a acciones constantes de atención y de reclamo que provoquen un cambio de actitud generalizado, a fin de erradicarla.
Conscientes de la urgente necesidad de exterminar las violencias de nuestra vida cotidiana, y entendiendo y apoyando el justo y milenario reclamo de igualdad de género –con el consecuente respeto que ello implica– respaldamos toda acción pacífica que exija a la autoridad transformar la dolorosa e injusta atmósfera de agresiones que actualmente viven las mujeres, las y los niños, muchos integrantes de la diversidad sexual, los de nuestras etnias y pueblos originarios, así como la ejercida en contra de muchísimos adultos mayores.
Suprimir la violencia implica una labor conjunta de gobierno y sociedad, pues extirpar su origen no es un problema que se resuelve con decretos y leyes, sino con prevención y educación, con ejercicio pleno de libertades y respeto entre las personas, y con inculcar en cada uno el precepto ético por el que resulta fundamental pensar en el otro, para así no dañarlo nunca.
El pasado viernes 16 de agosto, la legítima exigencia de justicia a las víctimas de violaciones y ataques sexuales a la que convocaron varios grupos de mujeres en ejercicio de su pleno derecho a ello, se vio “violado” por actos que desplazan esa legítima defensa para polarizar a una sociedad que junto a su gobierno clama por establecer una atmósfera de seguridad urbana que garantice el pleno disfrute del espacio y de la vida pública para todas y todos sus habitantes y visitantes.
Quienes afirman que el vandalismo es la vía para derrocar al patriarcado, no entienden que las y los capitalinos le estamos apostando al exterminio absoluto de cualquier tipo de violencia, provenga de donde provenga; y la violación al imaginario colectivo expresado en hitos –como la Columna de la Independencia– no se corresponde con la búsqueda de la desaparición de la violencia que tanto nos destroza e indigna.
Junto a la mayor parte de la gente, a nosotros nos preocupa y nos ocupa procurar a las víctimas y a sus familias la justicia que merecen; nos preocupa y nos ocupa conjuntar y mantener los lazos estrechos con las feministas firmes, fuertes y pacifistas, y con todas las organizaciones sociales y personas que coincidan en recuperar la seguridad comunitaria como principio fundamental de la convivencia social de la Ciudad.
Nos preocupa y nos ocupa garantizar a todas y a todos el caminar en paz y armonía fortaleciendo los hitos que nos unen, como los monumentos que nos son propios y aquellos que, como mexicanos, nos representan ante el mundo.
Todo lo ocurrido nos convoca a transformar el mal presente en un futuro solidario, para así erradicar esa tristeza definida por Calderón de la Barca como “opinión actual”, llamada a ser urgentemente transformada a favor de la seguridad comunitaria.
