La historia se remonta al año 1964, cuando el campesino colombiano Pedro Antonio Marín (Quindío, 1930-26 de marzo de 2008), mejor conocido como Manuel Marulanda Vélez, y más aún por su alias “Tirofijo”, por obvias razones, ya era guerrillero, fundó, en compañía de otros luchadores, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC). Marulanda llegó al mundo en el seno de una familia del campo, en la región cafetalera de su país. El primogénito de cinco hermanos, asistió a la escuela primaria antes de incursionar en varios trabajos: la pesada tala de madera o la facilona ventas de dulces. Con tales antecedentes no fue difícil que saltara a la guerrilla después del asesinato del líder izquierdista colombiano Jorge Eliecer Gaitán en 1948, cuando recién cumplía 18 años de edad.

Todo lo que ha sucedido desde aquellos momentos ya es historia. “Tirofijo” y varios miembros jóvenes de su familia  tomaron parte en el alzamiento popular y se desplazaron a las montañas para incorporarse a la guerrilla del Partido Liberal. Desde entonces colaboró activamente en varios grupos dedicados a la defensa de los campesinos colombianos. Y desde hace medio siglo y un lustro, dieron vida a las FARC, organización de ideología marxista-leninista, que centró su lucha en las zonas rurales más desfavorecidas de Colombia. La organización guerrillera estableció su cuartel general en las montañas y desde ahí comenzó a enfrentarse con las tropas del ejército. Por aquellos días las FARC lograron un significativo apoyo popular y Marulanda se convirtió en un héroe para los campesinos. Pero las cosas cambiaron y la relación de las FARC y el narcotráfico propiciaron que fueran consideradas como un grupo terrorista más que como una organización guerrillera. La otrora “República de Marquetalia” solo existe en los anales periodísticos.

Durante más de cincuenta años las FARC libraron una lucha de izquierda en la que más de 220 mil personas fueron asesinadas y siete millones desplazadas. Al conchabarse con el narcotráfico, perdió su aura guerrillera y, a cambio, recibió el rechazo generalizado de una comunidad agotada por décadas de secuestros, bombardeos y confiscaciones de tierras. En teoría, el conflicto terminó con el renombrado acuerdo del 26 de septiembre de 2016 –cuando el presidente Juan Manuel Santos se dio la mano con Rodrigo Londoño, a la sazón jefe máximo de las FARC–, y culmina el proceso de desarme del Frente, que se convirtió en partido político. En 2018, las FARC participaron en los comicios logrando 5 senadores y 5 diputados para la Cámara baja.

 

”No estamos frente al nacimiento de una nueva guerrilla, sino frente a las amenazas criminales de una banda  de narcoterroristas que cuenta con el apoyo y albergue de la dictadura de Nicolás Maduro”.

 

El jueves 29 de agosto –en la madrugada– fue el día negro para Colombia: cuatro de los comandantes más conocidos del Frente: Luciano Marín (nombre auténtico de Iván Márquez, que era el número dos de la organización), Jesús Santrich (alias de Seuxis Paucias Hernández, requerido por la justicia acusado de narcotráfico), Hernán Darío Velázquez, El Paisa, que dirigió la columna móvil Teófilo Forero, una de las estructuras más cruentas de la insurgencia guerrillera, y Henry Castellanos Garzón, alias Romaña o Edison Romaña, dieron un giro completo al proceso de paz en Colombia, al anunciar, en un vídeo clandestino de 32 minutos de duración, su regreso a las armas y el nacimiento de una nueva guerrilla postFARC. Este anuncio amenaza la frágil y combatida aplicación de los acuerdos de paz, alcanzada apenas hace tres años. Ni que decir que esta postura obliga al gobierno de Iván Duque a tomar las primeras medidas en contra de los alzados en medio de un turbulento panorama político fraccionado entre los que apoyan y los que combaten los acuerdos de La Habana.

Un cubetazo de agua fría hubiera sido menos sorpresivo que este anuncio. Aunque no todo está perdido, caen por tierra las esperanzas de una sufrida Colombia que creía que la paz estaba al alcance de la mano.

Iván Márquez, rodeado de una veintena de guerrilleros portando armas y uniformes  nuevos, afirma en el vídeo: “Nunca fuimos vencidos ni derrotados ideológicamente. Por eso la lucha continúa. La historia registrará en sus páginas que fuimos obligados a retomar las armas”… ”Anunciamos al mundo que ha comenzado la segunda Marquetalia (la emblemática cuna de las FARC) bajo el amparo del derecho universal que asiste a todos los pueblos del mundo de levantarse en armas contra la opresión”.

La voz de Márquez tiene eco en gran parte de la tropa (11 mil 986 ex guerrilleros, algunos inconformes con el cumplimiento de los acuerdos de paz), que permanecen en las zonas de concentración adaptadas por el Gobierno Nacional y que pueden ser presa fácil de las disidencias de las FARC, 2 mil 100 hombres pertrechados que se negaron a tener una vida civil y siguieron en el “negocio” del narcotráfico.

Agrega Márquez que la decisión de retornar a las armas “es la continuación de la luchas guerrillera en respuesta a la traición del Estado al acuerdo de paz de La Habana”, y que buscarán alianzas con el Ejército de Liberación Nacional, la última guerrilla activa en Colombia con fuerte presencia en la frontera con Venezuela.

Al parecer, el vídeo fue hecho desde algún lugar del río Inírida, en la zona amazónica del sureste de Colombia, cerca de las fronteras con Venezuela y Brasil. Pero, analistas y agentes de inteligencia señalaron que el grupo de ex comandantes guerrilleros disidentes se encontraban en territorio venezolano. Lo que complica aún más la situación.

Por su parte, el presidente Iván Duque, con poco más de un año en el cargo, con evidente disgusto, aseguró que Colombia no acepta amenazas de ninguna naturaleza y mucho menos del narcotráfico. Afirmó en sus primera palabras en contra del anuncio guerrillero: ”No estamos frente al nacimiento de una nueva guerrilla, sino frente a las amenazas criminales de una banda  de narcoterroristas que cuenta con el apoyo y albergue de la dictadura de Nicolás Maduro”… ”Este grupo de delincuentes pretende burlarse del pueblo colombiano y no se lo vamos a permitir”. Así, pidió a la Justicia Especial para la Paz (JEP) –fundada durante los días de diálogo de paz para juzgar a ex guerrilleros– que expulse y quite las garantías judiciales a todos los hombres que aparecen en el vídeo señalado.

Aparte de que Duque solicitó a la fiscalía general de la nación expedir órdenes de captura contra los participantes en el vídeo, dijo que había hablado con el “presidente legítimo” de Venezuela, Juan Guaidó para pedirle su respaldo y apoyo para la captura de los estos crimínales auspiciados por Nicolás Maduro. Aunque este contacto con Guaidó era inevitable –Duque es uno de los mandatarios sudamericanos que más ha apoyado al diputado venezolano que con mayor decisión se ha enfrentado a Maduro–, poco puede hacer para detener a los alzados  de nueva cuenta. Además, el mandatario colombiano puso en claro que ningún país puede cobijar a los “terroristas”. Por lo mismo, el gobierno del sucesor de Juan Manuel Santos emitió órdenes de captura a Interpol, y dispuso la creación de una unidad especial de la Fiscalía General de Colombia y otros organismos de seguridad del Estado para perseguirlos. “Por cada uno de los delincuentes de ese vídeo se fijará una recompensa  de 3,000 millones de pesos (un millón de dólares) para quien ayude a dar con sus paraderos”.

A su vez, Rodrigo Londoño, alias Timochenko, ahora presidente del partido la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC) –la formación surgida de los acuerdos de paz y que heredó las siglas de la guerrilla–, pidió disculpas al país y dejó constancia de que más del 90 por ciento de las FARC siguen firmes con dichos acuerdos: “La guerra no merece darle eco, somos muchos más los que seguiremos trabajando por La Paz”. Timochenko, que comandó el Frente durante los últimos años, antes de negociar la pacificación nacional, tiene claro que el nuevo partido político debe cambiar de nombre, y no seguir como FARC. Además de que debe expulsar a los protagonistas del video. Tarea nada fácil, hay divisiones internas: “sentimos vergüenza, le pido disculpas al pueblo colombiano, a la comunidad internacional, a Noruega y Cuba”, concluyó.

El anuncio de Márquez ya tuvo secuelas: nueve disidentes de las FARC, entre ellos el ex guerrillero Gildardo Cucho –un “criminal dedicado al narcotráfico, al secuestro y a la intimidación de líderes sociales–, murieron en un bombardeo comandado por el ejército colombiano, informó el propio presidente Duque, un día después de que se anunció el regreso a la lucha armada. El mandatario colombiano adelantó una operación ofensiva contra los “narcoterroristas” residuales de las FARC, como un “mensaje clarito” a los líderes de la antigua guerrilla y a los miembros disidentes. Por su parte, Nicolás Maduro negó que protegiera a los alzados colombianos.

Por último, en otro video, que apareció el domingo 1 de septiembre, Jesús Santrich, que es requerido por la justicia por narcotráfico, reaparece haciendo un llamamiento a la unidad con los guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) –que continúa en la lucha contra el Estado– y pidió la apertura de un proceso político constituyente para el país.

Sin duda, estos vídeos son una piedra en el camino en pro de la paz en Colombia, esfuerzo que ha marcado un hito en la historia de todo Hispanoamérica. Nadie debe impedirlo. !Ojalá! VALE.