Una vez concluido el acto en Palacio Nacional, en el cual, el nuevo Presidente de la Republica presentó ante un grupo de invitados especiales un mensaje alusivo al Primer Informe de Gobierno que por mandato constitucional está obligado a presentar “sobre el estado que guarda la administración” y debe hacerlo ante la representación nacional constituido un Congreso General.
El ejercicio constitucional de rendición de cuentas y claro ejemplo de contrapeso entre poderes, es de todos sabido que por el desgaste político de haberlo convertido en un acto imperial del Presidencialismo, aunado a la intemperancia de la oposición, hoy en el gobierno, se convirtió en un escueto “enviar por escrito” el multicitado de Informe.
El evento generó todo clase de reacciones en el seno social, desde quienes en el ámbito de las formas, se atoraron en el debate de primer/ tercer informe, o respecto de los invitados que ocuparon los lugares situados en primera fila o los desplazados, como la nueva presidente de la mesa directiva del Senado. En cuanto al fondo del mensaje hubo desde aplausos provenientes del autoelogio, la autocomplacencia, hasta el extremo opuesto de la crítica severa, acida, sin sentido, que nada abona. Hubo también, sin embargo, voces críticas, que abordando los temas con racionalidad mostraron sus acuerdos y desacuerdos. En general coincidieron que el gran tema ausente fue la autocrítica, que únicamente asomó y tímidamente respecto de la falta de resultados en materia de seguridad pública.
Entre los temas controvertidos más acremente, figuró el atribuir al Estado obligaciones de procurar el bienestar del alma o el arrogarse la titularidad de la moral y mencionar a quienes están derrotados y por inclusión a quienes resultaron victoriosos moralmente. Lo cual resulta imposible dado que son esferas de un plano diferente, el espiritual y moral; no corresponde al Estado o a quien ejerce el poder, decretar victorias ni triunfos morales. Por encima de todo molestó, que se olvidara que se gobierna para todos, no para una facción o un partido.
El mensaje incluyó largos pasajes de logros, inciertas metas o verdades a medias respecto de las acciones emprendidas a partir del arribo al poder del nuevo gobierno, que se empeña en convencer que se trata de un nuevo régimen. Lo anterior debe discutirse y debatirse amplia y racionalmente, porque no se modifica o se crea un nuevo régimen solo con voluntarismo.
Es de destacar que nuevamente el actual titular del ejecutivo mostró su capacidad de comunicar y conectar con franjas mayoritarias de la ciudadanía que ebrias de un halo de victoria, defienden la llegada a Arcadia, cantan el arribo a la Utopía prometida y defienden feroz y con violencia verbal inusitada; las reales o supuestas conquistas logradas en tan corto tiempo.
El tiempo y la cruda realidad ubicaran a los mexicanos en una nueva etapa de equidad social como todos queremos o, entraremos solo a una era de modificaciones existentes en la voluntad omnímoda de un solo hombre. Por el bien de México y de los mexicanos esperamos lo primero, solo que nadie puede olvidar que es tarea de todos. Y nunca, nunca debe olvidarse que la armonía y unidad solo fructifican en un clima de Libertad.