Jorge Santa Cruz
El presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, el legislador del PRI Jorge Carlos Ramírez Marín, advierte en Siempre! que al país le urge un gran acuerdo nacional de largo plazo que le permita salir del marasmo y conjurar nuevas crisis, que le quitan recursos a los mexicanos y, sobre todo, les roban su futuro.
Es necesario, afirma, concretar una verdadera reforma política, diseñada a partir la definición del tipo de nación queremos para el 2050. No hay tiempo ya, apunta, para las ocurrencias.
Riesgo electoral
Nos llamó la atención su discurso en el IFE, con motivo del 205 aniversario del natalicio de Benito Juárez. Usted hizo un llamado a favor de la reconciliación de México. Es lo que todos queremos, pero se ve muy difícil de lograr.
Pero es indispensable. Lo vemos difícil porque no lo hemos intentado, porque no hemos abandonado un estado de confort, donde sentimos que ya se hizo suficiente, y que ya vienen las elecciones, y que eso va a resolvernos todos los problemas.
Pero los riesgos que estamos afrontando son los de llegar a unas elecciones sin que haya acuerdos con la iniciativa privada; con los partidos políticos —que no pueden llegar a acuerdos sustanciales—; donde haya la sospecha y la falta de confianza en el árbitro, en la actuación de los actores políticos que estén al frente de los gobiernos; yo veo que en ese sentido, lo que podemos enfrentar es una campaña donde nos lluevan las denuncias, las denigraciones, las descalificaciones y, en ese concepto, yo me pregunto qué es lo que estamos ganando. Hay que superar esa etapa.
No sabemos lo que estamos ganando, pero sí lo que estamos perdiendo: estamos perdiendo la viabilidad de México como nación.
Correctamente, y estamos perdiendo tiempo, que es el único capital con que cuentan las nuevas generaciones de mexicanos. Les estamos quitando tiempo. Cuando nosotros pensamos que cada vez que hay una elección, reinventamos el país, hacemos a un lado todo lo anterior y tratamos de empezar, le estamos quitando tiempo a los mexicanos, estamos haciendo que pierdan lo que ya habían ganado.
Yo escuchaba con satisfacción al presidente del PRI hablar de “pongámonos de acuerdo en qué hacer con la pobreza, pongámonos de acuerdo”, es decir, concluyamos, qué vamos a hacer. Saquemos una conclusión única y que sea de todos y vamos hacerlo.
Se cumplen 17 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio y el país se encuentra metido en una serie de laberintos impresionantes: pobreza, inseguridad, desempleo, desconfianza hacia los políticos, cerrazón de los partidos. Si seguimos en este tenor ¿qué le podría pasar a México en el 2012?
El ambiente que se prevé no es el mejor para tomar una decisión, por la importancia que tiene la decisión de elegir un nuevo presidente; por eso es indispensable que lo hagamos. Por eso es indispensable que rescatemos este ambiente y rescatemos la confianza y restauremos la confianza en la República, por parte de la sociedad, para que llegue no solamente a elegir a una persona, sino para que llegue plena de confianza a ejercer algo, una acción constitucional, un derecho que tiene, pero que lo ejerza con normalidad, no como si estuviera acabándose el país. A mí me parece que esa es nuestra principal tarea ahora. Las tareas de Colosio siguen estando vigentes.
Llegar a acuerdos
¿No siente usted que ya son muy pocos los políticos que las recuerdan y que tratan de ponerlas en vigor?
Son muchísimos los políticos, y yo soy el menos importante de ellos, los que creen que hay que llegar a acuerdos, los que creen que tenemos que modificar el rumbo del país, los que creen que tenemos que tomar iniciativas; muchísimos. Conozco de diputados, senadores, de gobernadores. He oído preocupaciones de jóvenes, de personas muy mayores. Lo que hace falta es un poco de aliento. Por eso no quisimos hacer un discurso pesimista en honor a Juárez, que solamente señalara nuestros males, sino dejar en la mesa una idea, repensar, es decir: calcular qué país vamos a tener, qué país queremos en el 2050, desde la cosa más insignificante, como podría ser el transporte urbano o el tipo de tren que vamos a tener, hasta las más filosóficas e importantes: qué clase de políticos vamos a tener.
¿Qué se propone usted hacer para tratar de sacar adelante su propuesta?
Hemos modernizado en lo posible la Cámara de Diputados. Tenemos una Cámara de Diputados más productiva. Yo aquí palpo el gran interés de los coordinadores de todos los partidos en llegar a acuerdos y en tener conclusiones para el país. Hemos tomado algunos, que eran realmente difíciles, y se lograron. Se modificó el Código Penal; se modificaron las leyes relativas al derecho de amparo; se modificaron leyes relativas a derechos humanos; todas transitaban por decisiones difíciles para las bancadas y se lograron. Estoy seguro de que ahora que el PRI se ha presentado su propuesta de reforma laboral, se va a lograr.
¿La reforma laboral del PRI y la reforma hacendaria podrían estar aprobadas antes del 30 de abril?
De la reforma laboral no tengo duda, de la reforma hacendaria, como ha dicho el propio presidente de la Comisión, es un tema mucho mas complejo, y que generalmente se analiza junto con las demás leyes que llegan aparejadas al paquete económico, cada año.
Definir qué deseamos
¿Entonces la reforma laboral podría ser aprobada dentro de una o dos semanas?
La reforma laboral, sí.
¿Y la reforma de las reformas, la reforma política, para cuándo?
Tengo la impresión de que esta reforma debe obedecer, fundamentalmente, primero, a un diseño de país. Usted dígame primero qué clase de país queremos. Entonces le digo qué clase de instituciones necesitamos.
Porque si usted me dice: “hay que reducir el Congreso en cien diputados”, yo reviraría y le diría “mejor hay que reducirlo en 202 o en 191”; o sea, la reforma política no tiene que obedecer a una ocurrencia de que “modifiquemos el Congreso, reduciéndolo”.
No, mejor revisemos el Congreso, veamos qué tipo de Congreso queremos; si queremos un Congreso que tenga periodos ordinarios y no un Congreso que sesione a lo largo de todo el año. Todo eso es el Congreso y todo es reforma política. Por eso le decía yo que obedece primero a hacer un gran replanteamiento del país que queramos.
¿Todavía nos conviene seguir en un régimen presidencialista o nos convendría explorar otras vías?
Hay condiciones para ir explorando otras vías. Yo creo que a pesar de lo acostumbrado que está el mexicano promedio a la autoridad, cada vez tenemos a más mexicanos con un nivel de preparación mayor; pienso que, al contrario, cada vez debe de haber más decisiones directas de la ciudadanía.
¿Estaríamos hablando de un régimen parlamentario?
No hablaría de un régimen parlamentario. ¿Por qué no una figura de presidente y una figura de vicepresidente? ¿Por qué no una figura de jefe de Estado? ¿Por qué no una revisión del Congreso a los puestos de todo el gabinete? ¿Por qué no la revocación del mandato a los diputados que no cumplan con las disposiciones o con las voluntades de sus distritos? Todo eso, pero es una larga conversación.
¿Revocación del mandato al Presidente de la República?
A los diputados.
¿Nada más?
Empezaríamos por ahí.