Alan Wallstonecraft

No bien y los militares norteamericanos habían lanzado este jueves al espacio una de las más grandes maravillas tecnológicas, el Falcon HTV-2, el avión más rápido jamás construido, capaz de alcanzar velocidades hasta veinte veces mayores a la del sonido (13 mil kilómetros por hora), cuando la nave se descontroló a los 36 minutos, en su fase de vuelo, y se precipitó al Océano Pacífico sin dejar rastro.

El Pentágono, como siempre, guardaba bajo llave los secretos del segundo lanzamiento de prueba, mediante otro avión espacial de fibra de carbono, que también se estaba evaluando, desde la base aérea de Vandergerg (California), y apenas logró recolectar más de nueve minutos de datos, antes de perder señal.

Una anomalía provocó la pérdida de señal, según dijo la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa de Estados Unidos (DARPA, por  sus siglas en inglés), dependiente del Pentágono y propietaria del avión.

La agencia retransmitió a través de la red social Twitter la segunda y última prueba del Falcon HTV-2, que, se tenía previsto que tras alcanzar su máxima velocidad de crucero, debía precipitarse en el océano, pero no antes.

La primera versión del aparato, el Falcon HTV-1, ya había sido probado en simulaciones informáticas y túneles de viento, pero en su primera prueba de campo en abril del año pasado, la misión tuvo que ser abortada nueve minutos después del despegue al detectarse una falla técnica durante el lanzamiento. Esto derivó en la modificaron el diseño y los patrones de vuelo del avión.

“Es desconcertante. Pero confiamos en que haya una solución, tenemos que encontrarla”, reconoció el Departamento de Defensa de Estados Unidos.

El aparato ya había sido probado en simulaciones informáticas y túneles de viento, pero sólo las pruebas reales pueden garantizar que soporta las altas velocidades y temperaturas para las que está diseñado.

El proyecto de esta nave se inició en 2003, con la idea de crear un transporte que pudiera llegar a cualquier parte del mundo en menos de una hora y soportar temperaturas de casi 2 mil grados centígrados, causados por el ultra rápido flujo de aire alrededor del aparato.

Las dos pruebas han costado 308 millones de dólares, según datos de la propia Darpa, y enfrentaron a los científicos a leyes de aerodinámica y aerotérmica desconocidas.

Su velocidad le permitiría al Falcon HTV-2 llegar desde Nueva York a Los Ángeles en 12 minutos, y desde Londres a Sidney en una hora.

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