La publicación digital Contra Info dice ser una plataforma internacional de expresión anarquista y autoritaria dedicada a combatir el orden establecido.

A través de un texto titulado “México: Llamado a la acción anárquica”, Contra Info se adjudicó los actos vandálicos que cometió un grupo de encapuchados durante la marcha por Ayotzinapa del pasado 27 de septiembre.

El presidente, en una de las “mañaneras”, dijo que esos vándalos no eran anarquistas sino conservadores. Que los anarquistas tiene valores e ideales profundos, son de izquierda, mientras que los otros son simples provocadores.

Al día siguiente de la marcha, Contra Info publicó un texto en el que acusa a Andrés Manuel López Obrador de querer desaparecerlos. “Desde el púlpito mañanero AMLO intenta invisibilizarnos, exterminarnos, llamándonos conservadores”.

En esa especie de manifiesto, quienes se presentan como cabezas de un movimiento de anarquistas, prometen “portarse peor”, lanzan una serie de epítetos al presidente, califican a Morena como un reciclado del PRI y llaman “mascotas felices” a sus aplaudidores.

Cuando el presidente recurrió a su habitual tono burlón para decirle a los encapuchados que podría acusarlos con sus abuelos, dijo, sin querer, ¿o queriendo?, que él conocía a esos jóvenes. Los mismos, por cierto, que quemaron la puerta de Palacio Nacional el 9 de noviembre de 2014 con motivo también de una marcha por Ayotzinapa.

Algo sucedió entre quienes contrataban a esos jóvenes en el pasado para agredir al gobierno en turno y la administración actual. ¿Acaso hubo pactos, acuerdos que no se cumplieron?

Lo único cierto es que, ahora, los anarquistas pretenden convertirse en una oposición crítica y violenta al régimen de la cuarta transformación.

Las cartas que enviaba el Subcomandante Marcos en contra del Estado mexicano resultan ser un poema al lado del ánimo destructivo contenido en los informes de Contra Info. En uno de los párrafos más duros del texto reciente dice: “reconocemos lo que el resto calla, la presencia en palacio nacional de un fascista misógino y sexista, pro-vida, ultraconservador y evangélico al que se ha aliado la izquierda en su constante oportunismo para tomar el poder a toda costa”.

Hoy, en medio de una vorágine de perversidad política e informativa los mexicanos ya no sabemos quién es quién. ¿Por qué, de pronto, irrumpen este tipo de grupos? ¿Son enemigos o, en el fondo, aliados del gobierno? ¿Son consecuencia de una realidad nacional que, día a día, se desquebraja, o forman parte de un espectáculo que busca distraer la atención para avanzar en la consolidación de una dictadura?

Si el anarquismo es el desprecio por la ley, entonces, los verdaderos trasgresores de la legalidad están hoy en el poder. ¿Por dónde empezamos?

¿Por la propuesta que hace Morena para hacer desaparecer los poderes en Tamaulipas y Guanajuato sin importar las consecuencias que pueda tener esa medida para el federalismo y la integridad territorial  del país?

¿O bien, por la cancelación del examen de admisión a la UNAM para después exterminar la autonomía universitaria y la libertad de cátedra?

¿O tal vez por la revocación de mandato como un laboratorio para la reelección aunque esta pretensión se niegue… y se niegue?

Sí, que se enciendan las alarmas. Pero, la guerra anárquica no está en las calles. El desprecio por el Estado, por la república, por la Constitución, está en Palacio Nacional.