Por José Eduardo Campos.

Sigue de Primer Ministro, pero ahora con casi la mitad de los votantes y ciudadanos en su contra, además de que tendrá un gobierno dividido y promesas incumplidas. Los 4 años venideros serán diferentes, incluso algunos los califican como muy difíciles. Sin embargo, Justin Trudeau se podrá seguir llamado líder del gobierno canadiense.

El lunes pasado se vivió una dura batalla electoral en Canadá en la que los conservadores buscaban regresar al gobierno y los liberales continuar como mayoría. El lunes millones de simpatizantes liberales saben del triunfo de su partido, sin embargo, no todo era felicidad y alegría ya que con casi el 94 por ciento de los votos computados veían como se alejaba su dominio político.

Los datos previos a la elección de Primer Ministro mostraban una diferencia muy pequeña entre liberales y conservadores, nada estaba claro como hace 4 años antes. El ambiente entre los simpatizantes de Trudeau era de esperanza contenida, pero al final esperanza. Con los primeros resultados y con una apretada ventaja volvieron a mostrarse empoderados, pero esto más como una pose que como una realidad, nada será igual, decían.

La experimentada política liberal, Marlene Jennings, era consultada el lunes pasado por diversos periodistas sobre un resumen electoral… “los votantes mostraron que todavía y remarcó, todavía, confían en un gobierno liberal y en Justin Trudeau, sin embargo, manifestaron casi por igual su desaprobación”. Fue una elección, explicó, donde los llamados escándalos se potencializaron y al final la política con sus proyectos y visiones de gobierno, no importaron tanto.

Después de conocer los resultados finales que les dieron a los liberales 157 asientos, a los conservadores 121, al bloque quebequense 32, el nuevo partido demócrata 24, al partido verde 6, el escenario de una profunda división nacional es lo que queda en el nuevo mapa político-social de Canadá.

Ante estos resultados los liberales comenzaron con el recuento de los daños: los canadienses mostraron abiertamente su rechazo a Trudeau después de su viaje a la India donde los integrantes de su familia mostraron elaborados y costosos trajes. Después de este tropiezo, se sumó el asunto de SNC-Lavalin, un asunto de ética donde los intentos de presionar a un exfiscal general para favorecer a una empresa que enfrenta un juicio por corrupción. Finalmente, las revelaciones de que Trudeau llevaba la cara negra, ampliamente vistas como una caricatura racista en al menos tres ocasiones sacudieron la campaña liberal y obligaron a Trudeau a pedirles a los canadienses que lo perdonaran por su mal comportamiento pasado.

El retroceso mayor del partido liberal se vivió en la zona occidente de Canadá, las provincias de Alberta y Saskatchewan se volvieron completamente azules conservadoras con la excepción de un bastión del Nuevo Partido Democrático (NDP) en la ciudad de Edmonton. La ola azul ayudó a los conservadores a ganar casi 30 escaños en las elecciones del lunes llevándolos de 95 a aproximadamente 122. Los liberales nunca iban a barrer esas regiones profundamente conservadoras, incluso en el apogeo de su popularidad en 2015, sólo tenían un puñado de asientos en esas dos provincias.

Ahora Alberta y Saskatchewan se han alejado del partido de Trudeau en medio de la sensación en el oeste de Canadá de que sus intereses no están representados en la capital de Canadá, Ottawa.

Hace tres años y 11 meses, Justin Trudeau caminaba con su esposa Sophie Gregoire, para reunirse con el entonces gobernador general del país, David Johnston y, asumir la Jefatura del Gobierno. Había sido electo por un amplio margen a finales de octubre de aquel año y vivió una luna de miel política bastante larga con los electores.

El Primer Ministro canadiense ha recibido todo tipo de reconocimientos, piropos, vítores y gritos de admiración de sus fans, cual estrella del rock, sin embargo, al paso del tiempo las cosas han cambiado y hoy los rivales políticos se sumaron y buscaron removerlo (lo cual estuvieron cerca de lograrlo). Más allá de los discursos y las palabras contrarias a Trudeau, la economía de esa nación marcha por un mal camino, en 2018 por ejemplo, el canadiense promedio debía $1.74 dólares por cada dólar que ganaba, además claro del alto costo de la vivienda en ciudades como Toronto y Vancouver.

En junio pasado Donald Trump y Justin Trudeau, decidieron poner un alto a sus diferencias para impulsar el acuerdo comercial trilateral y que sus respectivas legislaturas lo aprobaran (situación aún pendiente, por cierto). Ahora el panorama es diferente para estos jefes de Estado, en Estados Unidos el trabajo más importante en la Casa Blanca es conseguir la reelección de su inquilino y bueno, en Rideau Hall, las preocupaciones se movieron y ahora lo más importante es ver qué camino seguirán para gobernar.

La economía canadiense depende en gran medida de las exportaciones y se ha visto afectada por la caída de los precios del petróleo siendo el quinto mayor productor de gas del mundo, creció un 2,1 por ciento en 2018, lo que convierte a Canadá en la segunda economía de más rápido crecimiento del G7, después de los Estados Unidos.

Un aumento en el gasto del consumidor, la inversión empresarial y el crecimiento salarial contribuyeron especialmente al desempeño económico. Para 2019, el FMI pronosticó un crecimiento del PIB del 2 por ciento, seguido por el 1.8 por ciento del año siguiente. Teniendo en cuenta que Canadá también se encuentra entre los mayores productores de petróleo del mundo y el tercero en el mundo por sus reservas probadas de petróleo, gran parte de los resultados económicos del país dependerán del nivel de los precios mundiales del petróleo crudo.
La relación deuda / PIB de Canadá se ha estimado en un 87.3 por ciento del PIB en 2018 (un descenso del 89.7 por ciento en 2017), y se espera que continúe disminuyendo hasta un 84.7 por ciento en 2019 (FMI). El déficit presupuestario alcanzó el 1.4 por ciento; sin embargo, el gobierno aumentó el gasto público en 2019 a fin de financiar medidas como un nuevo plan de reducción de impuestos que permite a los fabricantes recuperar inmediatamente el costo total de maquinaria y equipo, así como una cancelación para equipos de energía limpia que forman parte de un programa de incentivos fiscales corporativo más amplio.

De hecho, se espera que la combinación de una alta deuda familiar, el aumento de las tasas de interés y, la desaceleración progresiva del crecimiento salarial obstaculice el gasto de los hogares, por lo que se considera que la inversión empresarial es crucial para el próximo desempeño económico de Canadá. Otras amenazas potenciales para el crecimiento del país son la inestabilidad en los precios de los productos básicos y las disputas comerciales persistentes entre China y los Estados Unidos.  La ratificación se enfrenta a cierta oposición en el Congreso de Estados Unidos. La inflación, impulsada por los crecientes costos de los intereses hipotecarios y los precios más altos de los servicios de telefonía, verduras frescas, comidas de restaurantes, así como vehículos de pasajeros, se estimó en un 2.6 por ciento en 2018, y hasta el momento la cifra está en 2.2 por ciento este año.

La tasa de desempleo se situó en el 6.1 por ciento en 2018 y se espera que se mantenga estable en 2019 y 2020 (6.2 por ciento, FMI). Además, las estadísticas de Statistics Canada, muestran que la tasa de desempleo bajó a 5.6 por ciento en diciembre de 2018, la tasa de más baja desde 1976. Sin embargo, estas cifras bajas también podrían reducirse a menos canadienses que participan en los mercados laborales, y no sólo con la creación de empleos.

A este panorama se enfrenta el Primer Ministro Justin Trudeau, pero ahora con un gobierno dividido.