La guerra de guerrilla (1)
La guerra de guerrillas es una forma en que se presenta fenómeno bélico; sobre ella existe una abundante bibliografía [1].
En las manifestaciones que de ellas ha habido a lo largo de la historia de México, se vio que procuraban alcanzar cierto grado de influencia en un sector de la población y en parte del territorio, con vista a optar a convertirse en revolución o de influir en quienes ejercían el poder. No fue frecuente que buscaran el poder en sí.
Las guerras de guerrillas son una forma de violencia. Se trata de movimientos armados irregulares; en ellos sus integrantes se aglutinan y luchan por motivos diversos: políticos, religiosos y otros.
El fenómeno de las guerrillas se presenta en los países en que se estima existen gobiernos despóticos, antidemocráticos, impopulares, débiles o contrarios a una religión. Son movimientos armados naturales en los países que sufren una guerra intestina más o menos prolongada o una invasión. En México menudearon durante la guerra de tres años, la intervención y el imperio. Volvieron a operar en forma paralela a la revolución; quienes intervinieron en el movimiento que se conoce como revolucionarios del sur, encabezados por Emiliano Zapata, operaron más como guerrilleros, que como beligerantes en toda forma. Estados Unidos de América, durante la guerra de secesión, sufrió esta forma de violencia.
En está manifestación se observa cierto elemento romántico; algunos sectores de la población, sobre todo los jóvenes y gente de izquierda, idealizan la figura del guerrillero y de su lucha; los gobernantes y clase conservadora los repudia; partidarios y adversarios de ellas pasan por alto un hecho: las escasas o nulas posibilidades de éxito que tienen; esto es cierto a pesar de que algunos cambios políticos y económicos se han alcanzado gracias a ellas o a la presión que han ejercido. La rebelión zapatistas derivó en un cambio social regional.
En la actualidad, cuando menos en México, el fenómeno guerrillero parece cosa del pasado. El sistema democrático comienza a funcionar, se procura una mejor distribución de la riqueza, el aparato gubernativo corrupto y antidemocrático surgido del Partido Revolucionario Institucional, ha sido desplazado del poder; el país está comunicado por una red de carreteras funcional y, sobre todo, está el hecho de que la delincuencia organizada cubre los vacíos de autoridad y controla las partes del territorio nacional en que la guerrilla operó en el pasado.
En materia de guerra de guerrillas las partes en conflicto exigen que su adversario juegue según las reglas que a ellas les conviene; se habla de lealtad y de deslealtad; finalmente, la primera impide a ambos bandos el éxito y la deslealtad lo garantiza:
Los gobernantes y su brazo armado: ejército, marina, guardia nacional y otras instituciones armadas, confiados en su supremacía, exigen que quienes cuestionan su autoridad lo hagan en enfrentamientos abiertos, francos y con las formalidades del caso. Declaran enemigos a los guerrilleros, los considera criminales; deja caer el peso de la ley sobre ellos. Llegado el caso, ante la gravedad de la situación, no se detiene en atentar contra el estado de derecho. En la guerra cristera faltaron árboles y sogas para colgar, sin juicio previo, a los alzados.
Sus opositores, los guerrilleros, conscientes de su inferioridad táctica, se enfrentan a su enemigo a través de la única forma en que pueden hacerlo: mediante ataques sorpresivos y emboscadas; evitan los enfrentamientos en campo abierto. Sus elementos armados, por lo general, no cuentan con uniformes o elementos comunes que los identifiquen como beligerantes. Esperan, además, que el Estado y sus fuerzas armadas no castiguen a la población civil que los encubre y que respete los derechos humanos y garantías. Los cristeros mexicanos, azuzados por el clero católico, no tuvieron empacho en atentar contra maestros rurales indefensos.
Las guerras de guerrillas son movimientos armados en los que las partes no están sujetas a las reglas de la guerra. Son la capacidad de hacer daño y las circunstancias las que imponen los límites
La guerrilla es una de las tantas maneras en que se manifiesta el derecho de autodefensa; es algo natural: alguien, incapaz de hacer frente a una fuerza superior, apuesta al desgaste del enemigo, lucha recurriendo a la estrategia de no presentar un frente regular y permanente confiado en la colaboración o complicidad de la población civil.
El territorio de un país se fragmenta en diferentes partes; esto da lugar a una pérdida parcial del dominio público que corresponde a la autoridad ordinaria. Los grupos guerrilleros, para operar, deben estar identificado con la población, que lo apoya y oculta, y conocer a fondo el territorio donde opera.
En el siglo XX la práctica de la guerra de guerrillas se consideró como un monopolio de los pensadores y activistas marxistas-leninistas; se supuso que ellos eran los teóricos más autorizados; se pasó por alto la circunstancia de que esa forma de violencia fue práctica común en la antigüedad. La guerra de los judíos que encabezó Judas Macabeos se llevó a cabo, preferentemente, a través de esa forma [2]; la oposición al dominio francés de parte de los nacionalistas españoles tuvo esa manifestación. Quienes intervinieron en esos movimientos armados no requirieron de teóricos [3].
Ante el fracaso del modelo comunista o socialista, la teoría y práctica guerrillera pasó a ser un cuasi monopolio en manos de miembros del islam radicalizado. Su acción se ve reforzada por atentados personales o grupales. Éstos terminan por incidir en la falta de confianza en las autoridades e inseguridad en la población.
En ese contexto, contrariamente a lo que sostenía la doctrina marxista en el sentido de que una guerrilla debería elegir los objetivos políticos [4], la idea que explica esa forma de violencia, debe hacerse más genérica; rebasar ese concepto limitado: ampliar los objetivos por los que se ha de luchar; ellos pueden ser políticos, religiosos, étnicos, lingüísticos, territoriales y otros.
De esa manera los guerrilleros del islán lo hacen por motivos religiosos, los kurdos por que se les reconozca como una nación, los palestinos por recuperar el territorio perdido; en la antigüedad se luchaba por razones lingüísticas.
Notas:
[1] Richard Clutterbuck, Guerrilleros y terroristas, Fondo de Cultura Económica, México, 1981; Donald C. Hodges y Abraham Guillen, Revaloración de la guerrilla urbana, Ediciones “El Caballito”, México, 1977; Che Guevara, Guerrilla warfare, University of Nebraska Press, 1985; Carlos Marighella, Teoría y acción revolucionaria, Editorial Diógenes, México, 1972; Michael Walzer, Guerras justas e injustas, Paidós, Barcelona, 2001; Tomas Fischer, La constante guerra civil en Colombia, en la obra coordinada por Peter Waldmann y Fernando Reinares, Sociedades en guerra civil, Paidós, Barcelona, 1999;
2 Flavio Josefo, Antigüedades judías, libros XII y XIII, Akal Clásica, Madrid, 2013.
3 Los que se rebelan a través de la guerra de guerrillas y lo hacen por motivos religiosos, por lo general, no producen teoría; a los cristeros y a los guerrilleros del islam, les bastó y basta su fanatismo e instinto. El monopolio de la teoría de ese tipo de violencia es obra los de marxistas y revolucionarios.
4 Abraham Guillén, Lecciones de la guerrilla latinoamericana, Ediciones el caballito, México, 1977, p. 75.