La violencia en México: La guerra de guerrillas (2) Octava parte

 

En términos generales las guerrillas tienen dos manifestaciones: una, la preferentemente rural; la otra, especialmente urbana (1). En esta materia no existen formas puras. La guerrilla urbana comúnmente es considerada como una forma de delincuencia común; la persecución de quienes intervienen en ella es confiada, por lo general, a la policía preventiva y ministerial. Perseguir a la guerrilla rural ha sido una función reservada al ejército.

La guerrilla urbana, por lo general, es complementaria de la rural:

“a) Por ser la ciudad el área de la lucha complementaria, la guerrilla urbana juega un papel táctico de la guerrilla rural.

Debemos así hacer de la guerrilla urbana un instrumento de inquietud, distracción y retención de las fuerzas armadas de la dictadura para evitar su concentración en las operaciones represivas contra la guerrilla rural” (2).

La guerrilla rural se manifiesta en estados con escasas o malas vías de comunicación, con selvas, montañas y ríos. La urbana se manifiesta en los estados con territorio características ajenas al anterior y en los que existe una inconformidad generalizada o se presentan conflictos religiosos. En esos Estados se observa que se trata de movimientos conservadores o de recuperación de territorios (3).

Hay mayores posibilidades de éxito cuando la guerrilla rural y la urbana se coordinan y obligan al ejército regular enemigo a combatir en el frente y la retaguardia, cuando se dispersa.

El trabajo en las urbes se encamina, preferentemente, a adoctrinar y a ganar para la causa a los sindicatos de obreros, asociaciones de campesinos y estudiantes de universidades y escuelas normales públicas.

La guerrilla rural tiene mayores posibilidades de triunfo debido a que cuanto con mayores espacios para instruir, disciplinar a sus elementos y para establecer campamentos en donde ubicar cuarteles, hospitales y campamentos. La urbana carece de ellos; esa circunstancia le impide progresar, salvo que cuente con el apoyó de otro Estado que provea lo necesario para consolidarse como un ejército regular.

En esta materia no es suficiente el valor y entrega de los guerrilleros para alcanzar el éxito; tampoco es determinante que alguien, por ser campesino, esté acostumbrado a realizar trabajos que requieren de fuerza física; ello ayuda. Es determinante la instrucción y disciplina de los elementos que conforman los grupos armados.

La ocultación y el camuflaje dentro del territorio de un Estado y de la población que habita en él, es la forma ordinaria de actuar. El partisano o guerrillero se disfraza y oculta entre la población civil para poder atacar. La complicidad de la población se logra por convencimiento o por el terror.

Por lo general ataca por sorpresa; recurre a las emboscadas.

Una vez definido un plan general, los grupos guerrilleros se separan y actúan bajo el sistema de diversidad de mandos.

Acción militar, propaganda y adoctrinamiento de la población se consideró  como elementos para alcanzar el éxito de un movimiento guerrillero. En el fondo es la propaganda, y no las otras acciones, lo más importante; lo es, sobre todo, cuando los hechos la confirman, aunque sea en parte.

Se suponía que la guerra de guerrillas era un fenómeno transitorio y no permanente. Los casos de Colombia, Grecia y Afganistán, por ser excepciones, confirman la regla.

Mientras no exista una suspensión de derechos humanos, no se otorguen facultades extraordinarias al presidente de la república y por virtud de ello se disponga otra cosa, el Estado y sus agentes no pueden dejar de reconocer a los guerrilleros otro carácter que el de delincuentes o criminales; sobre ellos se ejerce las acciones que en derecho corresponde.

La amnistía y el indulto son instrumentos a disposición del Estado, por conducto del congreso de la unión o del presidente de la república, respectivamente, para lograr el sometimiento de los rebeldes o, una vez controlado el movimiento sedicioso, para pacificar el país o una región. En esos casos esas instituciones se convierten en instrumentos políticos que pueden ser usados y dosificados a discreción por los gobernantes.

En la mayor parte de los casos el tiempo corre a favor de los guerrilleros; se trata de conflictos de larga duración y de desgaste.

La guerra de guerrillas es un fenómeno conocido en México. El movimiento armado de independencia, en la etapa a cargo de José María Morelos, fue una forma de guerra de guerrillas. La de independencia, en su etapa final, se manifestó de esa forma. Parte del territorio de la Colonia estaba controlada por los insurgentes bajo el mando de don Vicente Guerrero.

Durante la invasión norteamericana de 1847 hubo ciertas manifestaciones de ella. La revolución iniciada en 1910 por Francisco I. Madero, en sus principios, se manifestó de esa manera.

La rebelión en del sur encabezada por Emiliano Zapata, aunque formó parte de un movimiento que comprendió casi todo el territorio nacional, no pasó de ser un fenómeno guerrillero localizado en el estado de Morelos y parte de los estados de Guerrero, Puebla y de México. Quienes participaron en ella, con preocupaciones preferentemente agrarias, no llegaron a convertirse en un ejército regular en forma.

Existiendo un ejército regular intacto difícilmente una guerrilla puede alcanzar el triunfo. Se presentan varias posibilidades:

Una, que las guerrillas se generalicen y presenten múltiples frentes a los que un ejército regular sea incapaz de hacer frente; ello, aunado a un desgaste económico y a un corte o una suspensión de los aprovisionamientos al ejército regular, contribuyen al triunfo de los insurgentes;

Dos, que la guerrilla, con el asesoramiento de militares de carrera, se convierta en un ejército regular y que, contando con fuentes regulares de aprovisionamiento, sea capaz de enfrentarse al ejército regular y lo venza. Ese fue el caso de Francisco Villa, éste, con el asesoramiento de militares de carrera, entre otros con la del general Felipe Ángeles, a través de instruir y disciplinar a los combatientes, concentrarlos y dotarlos de armas, enseres y alimentos, fue capaz de vencer al ejército federal en Zacatecas;

En ese caso, al parecer Victoriano Huerta dejó crecer el movimiento revolucionario a fin de impedir la celebración de las elecciones para presidente de la república, de las que derivaría quien lo sucedería en el cargo; en el momento oportuno atribuyó los fracasos al grupo felixista, al que pertenecía el general Manuel Mondragón (4).

Una guerrilla, que únicamente cuenta con armas ligeras, no puede ni debe enfrentar a un ejército regular, que cuenta con armas pesadas: artillería, tanques, aviones, helicópteros y cañones, en una batalla abierta. Lo podrá hacer a partir del momento en que pase el siguiente nivel de organización y operación.

Emiliano Zapata fue incapaz de superar la etapa de guerrillero y convertir a su movimiento armado en un auténtico ejército; y

Tercera, existe también la posibilidad de que la clase gobernante se divida y parte de su ejército se sume al movimiento guerrillero y que el ejército a disposición de los gobernantes sea incapaz de hacerles frente (5). Este fue el caso de la  facción conservadora que apoyó a Agustín de Iturbide; ella, a fin de impedir la restauración de la constitución de Cádiz recurrió a ese militar corrupto; él, un soldado realista, en el momento que consideró propicio, traicionó la confianza de sus jefes, se unió al insurgente Vicente Guerrero y de esa manera consumaron la independencia.

Un movimiento guerrillero, para subsistir, ha requerido de apoyo; éste, en el caso de México, ordinariamente lo ha prestado cierto sector de la población. El apoyó se logra por simpatía de parte de la población, que los provee, directa o indirectamente de lo que necesitan para subsistir y que, con su sigilo, los pone a salvaguarda; también lo hace por el temor que son capaces de producir entre ella los guerrilleros.

Ciertas formas de guerrillas han recibido apoyo del extranjero; de ahí que sea válido lo que afirma Karl Schmitt: “El partisano, como combatiente irregular, depende siempre de algún modo de la ayuda de una potencia regular” (6), Francisco Villa, en alguna etapa de su movimiento revolucionario, tuvo apoyo, por acción u omisión, de parte de autoridades y ciudadanos de los Estados Unidos de América.

 

Notas:

  1. Donald C. Hodges y Abraham Guillén, ob. cit., p. 15.
  2. Carlos Marighella, Teoría y acción revolucionaria, Editorial Diógenes, México, 1972, p. 12.
  3. Jorge Verstrynge, La guerra periférica y el islam revolucionario, El viejo topo, España, p. 52 y siguientes.
  4. Rodolfo Reyes, De mi vida, Memorias políticas, Biblioteca Nueva, Madrid, 1930, pp. 197 y 198.
  5. Donald C. Hodges y Abraham Guillén, Revaloración de la guerrilla urbana, Ediciones el Caballito, México, 1977, p. 70.
  6. Carl Schmitt, Teoría del partisano, Editorial Trotta, Madrid, 2013, p. 85.