Es increíble que un individuo, aunque sea el Presidente de la República, afirme que dentro de un año sus reformas serán “irreversibles”.

¿Será que ya se asume como supremo pontífice de México?

A través de la historia de la humanidad han existido innumerables dictadores y supuestos iluminados  que llegan al extremo de creer personificar la voz soberana del pueblo, pero que siempre terminan mal, con excepción de personajes de algunas religiones que, suponemos, no es el caso que nos ocupa.

El problema es que casi siempre los dictadores  se llevan entre las patas a una nación entera que, si de mejor manera continuara por el camino de construir libremente y con madurez, bien podría tener una vida democrática y republicana, una sociedad en que reinaran el entendimiento, el diálogo y el fortalecimiento del Estado de Derecho.

Usted, Presidente López Obrador, llegó al poder por las Instituciones y leyes que durante décadas a todos los mexicanos nos ha costado mucho esfuerzo construir y que ahora, se empeña usted en destruir con un deseo desbordado de poder unipersonal.

No está por demás recordar que la Independencia, la Reforma y la Revolución fueron prolongadas guerras que causaron la muerte y la miseria de millones de personas que incluyeron a muchas pérdidas “por la arrebatiña” del Poder y no siempre por nobles ideales.

Es posible que Usted, con la idea de la 4T, esté  coqueteando con pasar a la historia a la altura de los “Héroes que nos dieron Patria“.

Señor Presidente López Obrador, ¿será eso lo que le conviene a México?, cuando tenemos por delante un siglo XXI en que nuestra juventud tendrá que estar a la altura de un mundo totalmente distinto al que usted y yo hemos vivido, con enormes retos como las consecuencias del Cambio Climático y las nuevas tecnologías interconectadas en una  aldea global, que necesita no del aislamiento sino de la cooperación mundial sin nacionalismos racistas y fantasías decadentes.

So pretexto de besos y abrazos está dejando que la violencia y el crimen se agraven para que después surja una mano protectora para poner “orden” y entonces sí sentarse en la silla presidencial a la ¿altura de Hidalgo y de Bolívar?.

Con todo respeto le sugerimos que asuma su responsabilidad de Presidente Constitutional de la República Mexicana como uno más, que está al servicio de todos los ciudadanos y de todas sus instituciones, en un verdadero régimen político de pesos y contrapesos, con división de poderes y elecciones libres y auténticas, como de las que usted se sirvió para llegar a la Presidencia.