Las vueltas que da la vida o paradojas de la política, quienes hace un poco más de 25 años, se desgarraban las vestiduras por la firma del tratado de libre comercio entre nuestro país, los Estados Unidos y Canadá, hoy son los más fervientes impulsores de la renovación del tratado, incluidos los personeros de la iniciativa privada.
A partir de la expresión de Donald Trump de que el NAFTA –por su acrónimo en inglés o TLC en español–, era el peor tratado comercial firmado jamás por los Estados Unidos, inició una carrera por su renegociación y por complacer a los estadounidenses en sus exigencias. Canadá, cedió en muchas áreas, como por ejemplo en la industria lechera; nosotros en muchas áreas de la industria manufacturera.
Era tal la prisa, que la primera versión de lo que debió ser solo eso, un primer borrador, fue firmado el ultimo día del gobierno anterior, en el contexto de una Reunión del G-20 en Buenos Aires y con inusual prisa, digna de mejor causa, aprobado por el Senado de la República, ya en el actual gobierno en el mes de junio del año por terminar.
En los últimos días, hemos visto esfuerzos desmesurados por llegar a acuerdos que hoy por hoy exige uno de los países contratantes: Estados Unidos. Sin importarles que ya hubiese sido aprobado por nuestro Senado, impone cambios en lo ya pactado. En concreto, en materia laboral, donde no satisfecho con haber legislado a su gusto en nuestra regulación interna e imponernos normas constitucionales y legales, hoy busca imponernos supervisión e inspección interna de cumplimiento; un poco como ya lo hace en materia agroexportadora de alimentos.
Asimismo, en la industria automovilística buscan imponernos un componente de origen de acero y aluminio, lo cual al parecer se está aceptando, pero con un plazo a cinco años. Total, un amago en aranceles en la materia y otros productos, nos llevó a la indignidad de aceptar cambios en política migratoria y actualmente somos la border patrol gringa en lugar de un muro en la frontera norte.
Al parecer en otros temas hay acuerdos, como: Medio Ambientales y medicina biotecnológica. Ahora se habla de addedum, con total ignorancia jurídica, para incorporar estas modificaciones al texto del Tratado y lo que es peor, se otorgó autorización a un pequeño grupo del Senado para otorgar su autorización en nombre de toda la Cámara de Senadores. Solo que las fallas formales no lo son todo. Las negociaciones comerciales corresponden a la Secretaria de Economía, y no es facultad de la de Relaciones Exteriores. Pero bueno, todo sea por la prisa de contar con el T- MEC.
En sus cálculos, los actuales próceres de la patria olvidan que dependen de un tercero. Y si, los Estados Unidos y su régimen de separación de poderes que allá, si se lo toman en serio. Aunque en este caso está condicionado a la lucha política interna. La resolución en los Comités internos de la cámara de Representantes, para redactar en términos judiciales los cargos de Impechment en contra de Trump, que eventualmente lo pueden llevar a su destitución, es el tema central del legislativo estadounidense y la renovación del tratado de libre comercio con México, puede esperar.
Adicionalmente, los tiempos que le quedan de sesiones es muy corto, no hay acuerdos con los muy poderosos sindicatos de trabajadores aliados con los demócratas, y sobre todo, no quieren darle un triunfo a Trump en una coyuntura en que está jugando a las vencidas con la Cámara de Representantes que dominan los demócratas. Por todo eso, estamos convencidos que la moneda está en el aire y, debido al proceso electoral estadounidense, quien sabe hasta cuándo.