Algo extraño sucede en muchas partes del mundo este fin de año. Como siempre, nadie puede afirmar que sea para bien o para mal. Cada país tiene su propio destino, y cada cual lo trata de resolver a su manera. Como acontece en el nuestro que, al cumplir el nuevo gobierno su primer año, una vez abandonados Los Pinos que se convirtió en otra más de las fijaciones mentales del mandatario “morenista”, dos cuestiones son absolutas: como nunca, México está dividido socialmente y, la otra, es que, pese a las promesas de Andrés Manuel López Obrador, el país está hundido literalmente en sangre, en una ola de violencia que asquea a propios y extraños. Lo peor del caso es que el futuro se advierte peor. ¡Ojalá no fuera así, pero la realidad se impone!

En otras partes puede decirse, a la mexicana, que tampoco “cantan mal las rancheras”. Boris Johnson (calca inglesa del extravagante presidente estadounidense, Donald John Trump), primer ministro del Reino Unido de la Gran Bretaña y líder del Partido Conservador, el jueves 12 del mes en curso, en contra de los pronósticos “arrasó” en  comicios adelantados con lo que “despejó” –dicen algunos analistas–, el horizonte no sólo para formar un gobierno conservador sin la presión de buscar aliados, sino, para que finalmente el United Kingdom abandone la Unión Europea (UE) en la fecha que él mismo acordó en Bruselas: el próximo 31 de enero de 2020. No pocos “expertos”, muchos pesimistas, aseguran que esta decisión significará el declive decisivo de la caída, como potencia mundial, del viejo imperio. Ojalá esto no lo veamos.

Cabe señalar, antes de continuar con el estudio de los resultados de estos comicios británicos, que este triunfo indudable de Johnson es una sonora campanada de advertencia para Occidente de que el “radicalismo populista” obtiene elecciones incluso en democracias fuera de duda, como la inglesa y la estadounidense. Tanto en el caso de Donald J. Trump como en el del excéntrico ex alcalde londinense y ex periodista despedido de un periódico por escribir notas falsas, “mentir da votos” era el lema de ambos. Tanto uno como otro inventaron adversarios para presentarse como el “único líder fuerte capaz de devolver la grandeza a la nación”… Y, lo malo, es que obtuvieron el triunfo. ¿Qué está sucediendo?

Los triunfos electorales ensoberbecen. Sin duda. Y ensoberbecen más cuando las urnas conceden victorias aplastantes como sucedió en la Gran Bretaña, y en México. Por lo mismo, no sorprende que Boris se haya comprometido, una vez más, en realizar el Brexit al finalizar el primer mes del próximo año, pues los resultados demuestran que la “voluntad del pueblo es completar la salida de la UE ahora”. En este sentido, no hay de otra, la suma de los votos es la que manda, allá y acá.

Al conocer la victoria, Johnson dijo sin titubeos a sus seguidores: “Voy a poner fin a todas esas tonterías, y vamos a consumar el Brexit a tiempo para el 31 de enero. Nada de condiciones, ni de peros, ni de tal vez. Salir de la Unión Europea como un Reino Unido, recuperar el control de nuestras leyes, fronteras, dinero, comercio, sistema inmigratorio, cumplir el mandato democrático del pueblo”.

Como político que conoce los vaivenes de tan singular carrera, Johnson no dejó en el olvido a los británicos que no desean abandonar a la UE. Afirmó que respetará los sentimientos de sus adversarios y que edificará una “nueva sociedad” con el bloque europeo, como “amigos e iguales en la soberanía”, amén que prometió poner fin al rencor generado por el tan mentado Brexit y exhortó a la nación que “permita que comience la sanación” y que se esforzará por responder a la confianza de los electores.

Por su parte, los representantes de la Comisión Europea (CE), la alemana Ursula von der Leyen y Charles Michel, urgieron al United Kingdom a votar la salida de la UE “lo antes posible” para entonces “votar el futuro acuerdo comercial” entre los europeos y los británicos.

Sin embargo, el claro triunfo de Johnson implica para el primer ministro el riesgo de ver fracturarse la unificación del reino británico, entre la exigencia de un nuevo referéndum soberanista en Escocia y la aspiración de una Irlanda reunificada. El sábado 14 de diciembre, la jefa del gobierno autónomo de Escocia Nicola Surgeon, reafirmó su deseo de obtener una nueva consulta de autodeterminación.

Por la necesidad de adelantar este análisis, hay que suponer algunas cuestiones que podrían no cumplirse al pie de la letra, pero e claro que Johnson no quiere perder tiempo, y el viernes 20 de diciembre sometería su acuerdo de divorcio con la UE al nuevo Parlamento donde, por ahora, es “rey”. Su portavoz dijo: “Presentaremos un proyecto de ley que asegure que el Brexit esté listo antes de finales de enero”.

El vocero no puso en claro si la nueva legislatura votaría alguna fase de ese proyecto de ley que debe traducir a la legislación inglesa el Tratado de Retirada negociada con Bruselas. Pero la aprobación final  debe quedar para después del receso de fin de año, que comienza ese mismo día.

No hay que dejar en el olvido que las sucesivas versiones del acuerdo de divorcio entre la capital inglesa y la capital de Bélgica, negociado por la desafortunada Theresa May y después por Johnson cuando la reemplazó en el mes de julio pasado como líder del Partido Conservador, fueron rechazadas todas las veces que se presentaron por un Parlamento fragmentado. Así las vas, el Brexit, decidido por el 52 por ciento de votos en un malhadado referéndum en el año 2016 e inicialmente previsto para marzo de este año 2019, fue aplazado trae veces consecutivas, ahora hasta el 31 de enero próximo.

De tal suerte, los comicios legislativos del jueves 12 de diciembre pasado, le adelantaron la Navidad a los conservadores con su más amplia mayoría desde 1987: 365 diputados en una Cámara de 650; por lo que a aada de la UE tiene ahora vía libre.

El Parlamento abriría sus trabajos el jueves 19 del presente mes, con el tradicional discurso de la reina Elizabeth. Pero antes de tan simbólico acto, la nueva legislatura debe jurar sus cargos, además de confirmar a Lindsay Harvey Hoyle como nuevo presidente de la Cámara de los Comunes, para reemplazar a John Bercow.

Para Johnson el tiempo apremia. El mismo lunes 16 el Primer Ministro hizo cambios mínimos en su gabinete, al grado que mantuvo en su puesto a la ministra de Cultura, Nicky Morgan, pese a que ésta había dimitido como diputada ante de los comicios. A su vez, el ministro Para Gales, Alun Cairns, quien dimitió durante la campaña debido a un escándalo judicial, fue reemplazado por Simón Hart, un ex secretario parlamentario del gobierno desconocido por el gran público.

El anterior discurso de la reina Elizabeth, en el que la monarca leyó con “mucha pompa y circunstancia, el programa legislativo del Gobierno, tuvo lugar en octubre (y se dijo que Boris Johnson había “engañado” a la soberana), por lo que la siguiente ceremonia será más modesta”. Sin duda, el émulo de Trump, insistirá en su prioridad: el Brexit, tema que lo llevó al poder en julio pasado y ahora le ha valido la reelección.

Al mismo tiempo, también marcarla el fin de una década de austeridad conservadora, iniciada a raíz de la crisis financiera de 2008, y la promesa de Boris Johnson de un importante gasto social destinado a satisfacer a los electores laboristas que en esta ocasión sufragaron por la derecha, dándole una victoria apabulladora.

De acuerdo a los especialistas, el nuevo presupuesto debería incluir medidas para mejorar el deteriorado servicio público de sanidad gratuita, el NHS al que los británicos le tienen absoluta fe aunque en los últimos años se vio afectado por los recortes. Una fuente de Downing Street adelantó que Johnson tiene previsto anunciar un alza en el presupuesto del NHS de 33 mil 99 millones de libras esterlinas, lo que equivale a 40 mil 600 millones de euros.

Cuando el UK haya salido oficialmente de la UE –aunque nada cambie durante el periodo de transición previsto hasta diciembre de 2020–, Bruselas y Londres emprenderían la negociación de su futura relación. Hasta entonces, todo lo que se diga es vano. Johnson prometió cerrarla al final del próximo año, lo que según expertos y Fuentes europeas es un “objetivo muy ambicioso”.

En fin, Johnson se siente legitimado –y con razón–, con su triunfo electoral para poner en marcha un giro drástico y renovador en la maquinaria administrativa del Estado, lo que incluiría según informa The Times, nuevas reglas para la contratación de asesores y expertos externos, con lo que sería posible saltarse la rigidez y lentitud de los altos funcionarios de carrera.

El tiempo dirá, muy pronto, si el Reino Unido se beneficiará con el Brexit. Y eso, posiblemente sí lo veremos. VALE.