Ante los más recientes embates en contra de nuestra Universidad, la inmensa mayoría de la comunidad universitaria integrada por profesores, investigadores, alumnos y trabajadores, han reaccionado valientemente en defensa de su Institución y de su Autonomía. Un grupúsculo de encapuchados violentos no puede, ni podrán cerrar las instalaciones educativas y cancelar la trasmisión y difusión del conocimiento.
La Universidad Nacional Autónoma de México, en tanto que institución de la República, no tiene bandería partidaria, ni puede ser cooptada por ninguna ideología o proyecto político, es la casa de la libertad en la cual convive la universalidad del pensamiento crítico. La actual coyuntura no es la primera y seguramente no será la última, en que nuestra Universidad se ve lastimada por facciones que hacen de su ámbito, arena para dirimir sus luchas por el poder.
La Autonomía Universitaria, no fue una dadiva obsequiada por el poder posrevolucionario, fue producto de la lucha de varias generaciones de brillantes mexicanos que lograron que la educación superior publica en nuestro país, funcionara como igualador social, con metas y proyectos de Estado, por encima de las mezquindades de los grupos que disputaban la hegemonía del poder político.
A lo largo de la historia, la Universidad ha vivido movimientos estudiantiles trasformadores que le han permitido mantenerse a la vanguardia en la investigación científica, la generación, trasmisión y difusión del pensamiento; ha podido actuar como dinamo de la cultura nacional y, de ella han egresado profesionistas comprometidos con las mejores causas de la Nación.
El actuar violento de los jóvenes encapuchados de los últimos tiempos, solo recuerdan las páginas negras de épocas pretéritas, que también testimonió nuestra Universidad. Estas jóvenes que reivindican con justicia terminar la violencia de género, desvirtúan su movimiento, que la mayoría de universitarios apoyamos con todo y su inexplicable proceder. Su actitud se asemeja más, a los barbajanes que sacaron de su oficina en Rectoría, entre insultos y vilezas al Ilustre doctor Ignacio Chávez y a quienes vejaron al Embajador Sepúlveda entonces director de la Facultad de Derecho. O los vándalos de Falcón y Castro Bustos, que metralleta en mano, campeaban a sus anchas en el Campus a inicios de los setentas.
El actuar de estos grupos violentos, encapuchados y por lo tanto “anónimos” para el gran público, mismos que pretenden erigirse en anarquistas, ha venido acaeciendo desde hace ya algún tiempo y puede deducirse que cuentan con cierta anuencia para su actuar. Las autoridades políticas y policiales cuentan con áreas de inteligencia que les permite ubicar, identificar y desmovilizar estos y otros grupos delincuenciales.
Se escuchan voces que señalan que estos vándalos encapuchados son peones de los grupos facciosos perredistas que emigraron al Morenísimo y que se encuentran inmersos en luchas intestinas por controlar el aparato electoral de ese movimiento. Una pieza más que buscan controlar en el ajedrez político nacional es la Universidad.
La respuesta de los verdaderos universitarios ha sido racional y se les ha planteado el dialogo, la atención de sus demandas e inclusive su participación conjunta en la solución de los problemas derivados de la cultura machista imperante. Su reacción ha sido recurrir a la violencia y a la destrucción de las instalaciones nuestra casa: la Universidad.
La irracional actuación de estos grupos, nos hace presumir, que su verdadero objetivo es controlar la Universidad. Ante ello, los universitarios estamos listos para defender nuestra máxima casa de estudios, nuestra UNAM. Y si verdaderamente se busca solucionar el problema de violencia de género, nuestra respuesta será siempre, el dialogo y si hace falta, más dialogo, y sanción a los responsables. Siempre el dialogo y el debate de ideas y argumentos.