Generalmente a los líderes políticos se les buscan defectos y virtudes, ello para anticipar la forma en la cual toman decisiones, el caso del Presidente de la República no ha sido dejado de lado, quienes le apoyan y quienes no, habíamos reconocido en él una gran sensibilidad social, lo cual le había permitido mantenerse vigente, una capacidad envidiable de reinventarse como cuando abandonó el Partido de la Revolución Democrática y formó su propio movimiento, pero sobre todo su supuesta fortaleza y facilidad para comunicar, algunos analistas se han atrevido a aseverar que hoy día no habido en el México moderno, un mejor comunicador que el jefe del Ejecutivo.

En algo tienen razón, tanto Vicente Fox como el Presidente supieron conectar emocionalmente con el votante, lo emocionaron, le dieron esperanza, generaron una idea y un deseo de cambio, sin embargo, llegaron al poder y todo cambió, cabe decir en retrospectiva, que el sexenio 2000-2006 aunque pudo haber sido mejor y comparado con el actual, no fue tan malo.

¿De qué sirve ser un gran comunicador cuando no se es capaz de reconocer y enmendar errores propios? Prácticamente de nada, la gran marcha feminista del 8 de marzo y la estrategia de “Un día sin nosotras”, celebrado 24 horas después, se exponenciaron gracias a la nula sensibilidad y capacidad de comunicación del presidente López, que antes tanto se le aplaudía.

El sexenio inicio con un grupo de marchas que, aunque desangeladas, fueron por algún tiempo un catalizador menor para el enojo social, pero, fueron los grupos feministas, especialmente las más radicales, quienes se hicieron escuchar en las calles de la Ciudad de México con un sinfín de postulados legítimos todos ellos, pero con una estrategia de intervención en los bienes públicos que inicialmente no gustó, pero qué ha llegado para quedarse. ¿Qué significa esto? Una de las estrategias para visibilizar el aumento en la tasa de feminicidios ha sido grafitear monumentos, negocios, paredes, viviendas, y para ser sinceros la emergencia es de tal magnitud que no esta mal en que lo hagan.

Para el ego del presidente y su equipo, todo era medianamente “aceptable”, hasta que los grupos feministas de choque decidieron pintarrajear tanto la Puerta Mariana de Palacio Nacional como sus paredes, a nadie sorprendió qué López Obrador mostrará su enojo, reprobación y total indiferencia a lo que ha de alguna forma calificó como actos de “unas groseras”.

Un gran comunicador, un gran político, probablemente hubiera abrazado el movimiento, hubiera mostrado empatía, probablemente hubiera puesto sobre la mesa una serie de soluciones o políticas públicas en busca de una solución, y sin duda alguna, un gran comunicador hubiera entablado diálogo con las mujeres más visibles del movimiento, pero él hubiera no existe.

En otras épocas, esa era una de las tantas tareas de la Secretaría de Gobernación, adelantarse a lo que podía ser la explosión de un movimiento social, para poder entablar negociaciones con los líderes o liderazgos visibles, y que el enojo social encontrar un cauce y una solución diseñada entre los afectados y la administración en turno, sin embargo, todo le salió mal.

La Secretaria de Gobernación y otras titulares del gabinete, decidieron inmolarse como una estrategia de protección de la maltrecha investidura presidencial, pero, tanto el presidente como las titulares de tan importantes carteras en la administración pública federal, o no quisieron, o no pudieron construir un puente de comunicación y todo se les salió de las manos. El impacto, grandeza y éxito de la marcha es directamente proporcional a la falta de atención del problema, fue como quitarle el seguro a una granada y no lanzarla.

Si bien es cierto que los feminicidios no son propios de esta administración, no es menos cierto que su aumento ha sido alarmante, y es responsabilidad del presidente atender el problema, no es materialmente culpable, pero esta formalmente obligado al cuidado de su población, hayamos o no votado por él. Es por ello que las mujeres han salido a alzar la voz de forma fuerte, clara y sobre todo legítima ¿Hubiera podido López detener la gran marcha del 8 de marzo? Probablemente no, pero, su indiferencia ha empeorado prácticamente todo.

Aunque este es un lugar común, es impresionante que un Jefe de Estado, que se autodenomina humanista y de izquierda, no pueda entablar un diálogo sano con las víctimas pero si con los victimarios, nada le hubiera costado abrir las puertas de Palacio Nacional e instalar una mesa de dialogo, ello le hubiera podido dar un poco de tiempo para proponer algo más serio que aquel decálogo de acciones sacado de la chistera, en ese acto retorcido y perverso comúnmente conocido como “la mañanera”.

No solo es reprobable la falta de dialogo, también lo es la inacción de los órganos de inteligencia civil de la República ¿Que acaso no se dieron cuenta de lo que se les venía encima? ¿Qué acaso no fueron capaces de prospectar e informar al presidente de la República? ¿Qué acaso el feminicidio no ha sido considerado en la agenda de riesgos nacionales? Caray ¿En manos de quién estamos?

Por donde se vea, esta ha sido una de las peores quincenas vividas por el presidente, y por ello de forma justificada, aunque él no lo quiera reconocer, ha disminuido en las preferencias ciudadanas, extrañamente parece que no hay rectificación y no la habrá, seguimos ocupados en la descalificación, en la división y en el discurso del odio promovido desde Palacio Nacional.

Hoy como nunca aplica el viejo y conocido refrán “el pez por su boca muere”…

@DrThe