La historia vuelve a repetirse. Ante una catástrofe como la aparición y expansión de un virus que requiere de acciones enérgicas y de una reacción planeada y técnico-científica sustentada, el aparato estadual se paraliza. Tal y como sucedió en 1985 con el temblor, ahora el gobierno de la cuatro te, se paralizó y está siendo rebasado por la sociedad.
Podría afirmarse que en nuestro caso la contingencia sanitaria nos está llegando con semanas de retraso y por lo tanto la respuesta tiene que darse en el momento justo y no antes, solo que esperar a que llegue la pandemia y actuar en consecuencia, no responde a la lógica de prevenir y establecer medidas para lograr que se introduzca a territorio nacional con menor virulencia.
Ante la presencia del virus en China a fines del año pasado, debieron iniciarse estudios y preparativos por los responsables sanitarios para organizar nuestro endeble y golpeado Sistema de Salud. La posterior manifestación en Irán, Corea y sobre todo en Italia, prendieron focos de alarma en todo el mundo, mientras aquí en México, se perdía el tiempo, en dimes y diretes, en el Sector, por el desabasto de medicamentos para combatir el cáncer principalmente y saltaban a la vista, la ineptitud de los responsables gubernamentales.
Peor aún, cuando en todo el mundo, incluso en los Estados Unidos, todos los países reaccionaban protegiendo a su población; de manera por demás irresponsable, quizá por ignorancia en el mejor de los casos o talvez por soberbia y arrogancia, el propio titular del ejecutivo federal, incurría en conductas reprobables, rayanas en falta de cordura. Lo que se agrava cuando adicionalmente se rechaza la adopción de medidas preventivas y se afirma que la pandemia, no nos hará nada.
Ante la tozudez, la necedad, la incuria, la dejadez del aparato gubernamental de instrumentar medidas preventivas y de control, la Sociedad, como en el 85, reacciono por su cuenta. La Iglesia, los bancos, los comercios, las escuelas y universidades, algunos gobernadores y otros sectores de las comunidades del vasto territorio nacional, adoptaron por su cuenta y riesgo las medidas que en otras latitudes del planeta han adoptado.
Y pese a todo, el gobierno aun persistió en la actitud, de evitar el pánico y la histeria, negándose a ver y entender, no solo los efectos en la salud pública, sino tampoco los económicos de la crisis. Solo hasta que se desplomó el peso frente al dólar, el precio del petróleo, cayo la bolsa de valores, se empezaron a escuchar voces sensatas que reclaman una estrategia para enfrentar la emergencia.
Al teclear estas líneas, se contabilizan ya 7 mil muertes y 180 mil infectados a nivel mundial, y en México el gobierno federal, en general se encuentra perplejo y la sociedad lo rebasa una y otra vez. Los mexicanos nos cuidaremos solos, otra vez. Asi, será.