Siempre podemos estar un escalón más abajo, eso lo vimos el domingo 5 de abril, causó expectativa el anuncio que prometió el presidente de la República, así como la celebración de este, por parte de sus funcionarios, prensa afín y aplaudidores oficiales. Ante la emergencia sanitaria que estamos viviendo se esperaba, ingenuamente, un mensaje de unidad para afrontar la emergencia y un mejor trato al contribuyente.

Nada de eso fue posible, el presidente decidió darnos un repaso de lo mismo, aderezado con una salsa de lo mismo, en un bello plato adornado con lo mismo; no hubo plan, no hubo propuestas, no hubo empatía y mucho menos hubo un mejor trato al contribuyente.

Ante la pérdida de libertades, de expresión, de libre tránsito, libertades de culto y de movilidad social, los ciudadanos poco a poco hemos perdido esa calidad, sin embargo, todavía nos queda el traje de contribuyentes.

El artículo 31 de la constitución política federal, establece que, entre otros tantos requisitos para ser ciudadano, es necesario aportar al gasto público, en pocas palabras pagar impuestos, lo cual nos convierte en contribuyentes y aquí tenemos que detenernos, cuando las grandes empresas nos dicen que el cliente siempre tiene la razón, resulta que el cliente siempre tiene la razón ¿por qué?

Las empresas más exitosas, lo son porque su trato al cliente es simplemente impecable y maravilloso, incluso cuando el empresario comete un error, decide asumirlo y darle la razón a quién le paga, a quién lo mantiene vigente, a quién le permite económicamente existir.

Cuando el presidente preguntó qué es lo que esperábamos, era más o menos simple, los contribuyentes esperábamos que nuestro mandatario, hubiéramos votado o no por él, nos presentará acciones concretas, no solo para hacerle frente a la pandemia del COVID 19, los contribuyentes ingenuamente esperábamos que el Estado funcionará, en este caso, únicamente para atender nuestras necesidades primordiales, que son para efectos prácticos, poder respirar en paz y tener un pan que compartir con quienes más queremos.

El presidente se negó, argumentó que su única intención será salvar a los más pobres o sea a los socialmente más desprotegidos y desafortunadamente más improductivos, nos echó en cara que a pesar de que somos nosotros quienes pagamos el funcionamiento del Estado, este se va a enfocar en otras tres cosas.

Primero cumplir sus caprichos de infraestructura y seguir construyendo el aeropuerto de Santa Lucía, el Tren Maya y la inútil refinería de Dos Bocas, segundo, a como dé lugar, anclar un nuevo modelo político y económico y tercero, apuesta de nuevo, a destruir la vía democrática e impedir que los partidos de oposición puedan competir en igualdad de condiciones en las elecciones de este y el próximo año.

Estoy convencido que cuando insensiblemente comentó que la pandemia “le venía como anillo al dedo” se refería a que ésta era la oportunidad que tanto ha buscado para borrar del mapa a sus opositores políticos, cuando en campaña algunos alzamos la voz y dijimos qué México se iba a convertir en Venezuela, no nos equivocamos a pesar de haber sido tildados como unos tarados.

Tal parece que la pandemia tendrá un final cruel, sin embargo, las medidas de confinamiento le permitirán, apoderarse del escenario político para que sus opositores no puedan competir en un nuevo intento de acceder al poder político.

Hoy las encuestas más optimistas muestran una caída sostenida en su aceptación entre los contribuyentes, no solo eso, todos los indicadores económicos públicos, incluyendo el precio del dólar, son adversos a la actual administración. Con buenas propuestas, un poco de valor cívico y un mucho de trabajo en campo, los partidos políticos opositores se pueden hacer del poder y convertirse en un contrapeso real.

Estamos en el peor de los escenarios, tenemos como presidente a un hombre que no cree en la democracia, tenemos como autoridades y representantes populares mayoritarios a los menos educados, a los menos capacitados, a los más inexpertos y desafortunadamente a quienes más resentimiento social han desarrollado.

No queda más que recordarles que en este y probablemente en otros casos, el contribuyente es el que tiene la razón…

@DrThe