El fenómeno no es nuevo, todos los días en diferentes campos y con determinados propósitos se crean falacias para tratar de convencer a las personas de cierta idea. Así sucede ahora, en el bombardeo incansable de informaciones e interpretaciones sobre la epidemia de covid-19 en México.
Las discusiones entre expertos y especialistas que analizan la estrategia del gobierno mexicano, en pro y en contra, son opacadas o pasan a segundo término por las declaraciones y descalificaciones que cotidianamente recogen los medios y las redes sociales, con algunas excepciones.

Las falacias en la epidemia
Una falacia, según el Diccionario de la Lengua Española, es el “engaño, fraude o mentira con que se intenta dañar a alguien”, pero no siempre se persigue ese propósito. Montserrat Bordes Solana, citada por Jesús Portillo-Fernández en su trabajo El uso de falacias en la comunicación absurda, considera que “no todos los argumentos falaces tienen intenciones deshonestas, y niega que las falacias sean argumentos inválidos o con premisas y/o conclusiones falsas”.
Sin embargo, en el caso del covid 19 las falacias se han utilizado para convencer a las personas de la buena o mala estrategia oficial contra la pandemia, con la intención —muchas veces— de que se adopten ciertas medidas o se exija reconsiderarlas; siempre con el propósito, aparente, de garantizar la salud y seguridad de la sociedad mexicana.
En términos generales, los exabruptos, descalificaciones e insultos han corrido por cuenta de muchos de quienes se oponen per se a las acciones gubernamentales. Mención aparte y fuera del campo de las falacias se encuentran algunos investigadores que fundamentan su opinión con trabajos y estudios, no con pareceres.
Fuera de ese limitado universo de especialistas, la mayoría de los líderes de opinión que se han opuesto a la estrategia de la Secretaría de Salud, no han escatimado esfuerzos para exhibir y desprestigiar al doctor Hugo López-Gattel, no con argumentos sólidos sino con falacias ad hominem, a su persona.
Sus detractores lo han descalificado porque fue telonero (estuvo en un grupo de rock que abría las funciones), militó en el CEU (Consejo Estudiantil Universitario del movimiento de 1986), hasta se le acusa de ser carismático y ponderado en sus juicios. Estas características por supuesto que no abonan ni en contra ni en favor de la estrategia contra la epidemia, pero sí dan pie a que surjan detractores y defensores que llenan de insultos y elogios al funcionario.
Los caminos de la ciencia
El gobierno tampoco se queda atrás en las falacias. El propio doctor López-Gatell ha respondido a algunos ataques señalando que se apoya en un cuerpo de científicos prestigiados y experimentados, como si esa fuera razón suficiente para aceptar sus dichos. El Presidente también hace uso de falacias, reiteradamente ha sostenido que las decisiones sobre la epidemia las han tomado grandes científicos, como algunos Premios Nacionales de Ciencia.
Aquí se recurre a la falacia ad verecundiam, que apela a la autoridad. Se dice que se les debe creer porque son una gran autoridad en su campo y se basan en la ciencia. Pero la ciencia precisamente es verificable, todas sus hipótesis y teorías pueden y deben ser puestas en duda para corregirlas, mejorarlas o descartarlas.
Mario Bunge en su libro La ciencia, su método y su filosofía señala: “A consecuencia del carácter hipotético de los enunciados de leyes, y de la naturaleza perfectible de los datos empíricos, la ciencia no es un sistema dogmático y cerrado sino controvertido y abierto. O más bien, la ciencia es abierta, como sistema porque es falible y por consiguiente capaz de progresar”.
Por tanto, no debe confiarse a priori en una hipótesis o teoría, que puede ser falible y debe ser cuestionada, como el sistema de vigilancia centinela que lleva a cabo la Secretaría de Salud, el cual se ha dicho es válido para la vigilancia de enfermedades de las que ya se conoce su comportamiento, no así de Covid-19 del que apenas se van desvelando sus características.
Aquí sí falta una discusión de altura, libre de falacias, entre quienes defienden este sistema, que ha probado su eficacia en epidemias por agentes infecciosos ya conocidos, y quienes consideran que puede arrojar datos no confiables para normar la estrategia contra la actual epidemia.
@RenAnaya2
f/René Anaya Periodista Científico

