En estas líneas se apuntan algunas ideas anti feministas; no pueden ser de otra manera: están de por medio los griegos; los griegos de la antigüedad, concretamente los del siglo V antes de nuestra era. Ellos eran anti feministas a su manera; no llegaron al extremo de los judíos de la Torá o de los musulmanes del Corán.
Reconozco que referir acciones antifeministas en estos tiempos va contra la corriente que está de moda. Pero, qué le vamos a hacer. Los lectores ya están hartos del coronavirus, de la cuarentena que nos tiene encerrados, de las declaraciones del Peje y de las estadísticas de López Gatell.
Voy a hablar de una poetisa griega de finales del siglo VI antes de la era actual; lo que digo, en lo que tiene de anti feminista, es creación netamente griega. Refiero los hechos tal como ellos los conservaron y llegaron a nuestra época.
La poetisa de la que voy a hablar se llamó Praxilia; fue contemporánea de la también poetisa y guerrera Telesilla de Argos y Mirtis de Antedón. De las dos primeras se conservan únicamente algunos fragmentos; de la última nada, sólo escasas referencias a su persona.
Praxilia nació y vivió en Sición. Una población que se halla al norte del Peloponeso y dentro del territorio de Corinto. De la antigua Sición, en la que vivió nuestra poetisa, poco o nada es lo que se conserva. Son muchos años. Lo que hay, su teatro, proviene de la época helenística; sus termas del periodo romano. Por un tiempo Sición se conoció con el nombre de Basilicós (albaca). Pausanias que pasó por ese sitio a mediados del siglo segundo de nuestra era, da testimonio de haber visto muchas construcciones, unas en buen estado, otras en total abandono; refiere de un templo sin techo. En la actualidad la población de Sición es escasa, se dedica, preferentemente, a la agricultura. Para el turista el lugar es un parte del paisaje; no da para más; no se detiene a contemplar las ruinas existentes.
De la poesía de Paxilia se conservan sólo cuatro fragmentos; dos son los que aquí se comentan; el primero, un tanto enigmático: (PMG 751). Oh tu que miras tan bellamente a través de la ventana, doncella de cabeza, pero mujer por lo de abajo. No se conoce el contexto en que se da el incidente que apenas insinúa.
Ese fragmento recuerda una situación similar que refiere una obra un poco anterior a la de Praxilia, la que aparece en el segundo libro de Samuel, cap. 6, v. !6:
“Y como el arca de Jehová llegó a la ciudad de David, aconteció que Michâl hija de Saúl miró desde una ventana, y vio al rey David que saltaba con todas sus fuerzas delante de Jehová: y menosprecióle en su corazón”.
Según el contexto Michâl se hallaba en el mismo supuesto que la dama de Praxilia, como una de las tantas esposas del rey David, era doncella de cabeza, pero mujer por lo de abajo. En la pintura, de manera recurrente, aparecen doncellas asomándose a la ventana; las retratadas, en lo posible, tratan de no ser observadas por los que pasan por la calle.
Lo que motiva estas notas y que provocó una reacción de los griegos que ahora sería calificada de anti feministas, fue un verso de Praxilia contenido en un Himno a Adonis.
El de Adonis es un mito sirio; presenta algunas variantes. En el fondo se trata de un Dios que murió, por causa de la herida que le provocó un jabalí; en Jerusalén las mujeres lo lloraban bajo el nombre de Tammuz (Ezequiel cap. 8, v. 14); también se le conocía como Adonías, nombre común en la nobleza perteneciente a la familia de David. Adonis, por los llantos de las mujeres, resucitaba cada año; su vuelta a la vida era festejada con alegría. Las aguas de los ríos de Líbano, cada año, se pintaban de rojo por la sangre derramada por el Dios. Evidentemente se trata de un culto agrícola de muerte y resurrección anual. El mito es complejo en cuanto al nacimiento, vida y muerte del Dios. Hubo un incesto en su concepción e intervención de los Dioses en el nacimiento, muerte y resurrección periódica de Adonis.
Respecto a Adonis, Hesíodo, en el fragmento 139, dice lo siguiente: “Adonis, golpeado por la cólera de Ártemis, fue muerto por un jabalí en la caza cuando todavía era un niño dice que él era hijo de Fenix y de Alfesibea”. Regresaba a la vida por deseos de Venus (Higinio, Fábulas, 251).
Apolodoro dice; “Adonis, siendo aún muchacho, a causa de la cólera de Ártemis fue herido por un jabalí durante la caza y murió. Hesíodo dice que era hijo de Fénix y Alfesibea; Paniasis que de Tías, rey de Asiria quien tenía una hija, Esmirna. Debido a la ira de Afrodita (pues no la honraba), Esmirna se enamoró de su padre y, con la complicidad de la nodriza, yació con él durante doce noches sin que él se diera cuenta. Pero cuando se enteró la persiguió con la espada desnuda, y Esmirna, acorralada, suplicó a los dioses que la hicieran invisible. Los dioses, compadecidos de ella, la transformaron en árbol que ahora llaman smyrna (mirra). Al cabo de diez meses el árbol se resquebrajó y nació el llamado Adonis; por su belleza”.
Apolodoro sigue narrando que Afrodita lo rescató y lo confió a Perséfone, esposa de Hades, el Dios de los infiernos; ella lo llevó consigo; cuando fue requerida para devolverlo no lo quiso hacer; intervino Zeus; éste dividió el año en tres partes y ordenó a Adonis a que escogiera donde pasar una; la otra era un tiempo que debía estar con Perséfone y la otra con Afrodita. (Biblioteca, III, 14, 4). Ovidio y Antonino Liberal presentan otra variantes.
Ese mito del descenso al Hades es el que cantó Praxilia en un himno o ditirambo. El texto del fragmento conservado es el siguiente:
“Lo más bello que dejo es la luz del sol, lo segundo, las estrellas brillantes y la faz de la luna y también los higos maduros y las manzanas y las peras”. (PMG 747). Algunos agregan de Sición.
El contexto en que se da el fragmento de Praxilia lo proporciona Zenobio, en su Epítome: “21 <<Más ingenuo que el Adonis de Praxilia>>. Praxilia de Sición fue poetisa lírica, como afirma Palemón [fr. 100 Preller]. Esta Praxilia presenta en sus poemas a Adonis [fr. 747 PMG], quien, al preguntarle los de abajo qué era lo más hermoso que había abandonado al llegar allí, respondió <<el sol, la luna, los pepinos y las manzanas>>. De ahí el dicho pasó a ser un proverbio, porque es ingenuo comparar los pepinos con el sol”.
Otra traducción del fragmento dice: “Más tonto que el Adonis de Praxilia. Algunos tratan de justificar la simpleza de ésta diciendo que el mito de Adonis gira en torno a la vegetación y los frutos”.
Toda la docta disquisición anterior viene a colación en razón de lo siguiente: Algunas amigas y amigos, en esta prolongada cuarentena en que nos hallamos, no se duelen de no poder ir a conciertos, librerías, museos, galerías de arte, al campo o a ciudades mágicas. Las mujeres se quejan amargamente:
Una amiga subió a Facebook un comentario diciendo que lo que más extrañaba en este aislamiento son los tacos al pastor.
Otra, por la misma vía, se dolió de que por razón del coronavirus el local en comía hamburguesas, tortas y garnachas estuviera cerrado; preguntaba angustiada si alguien sabía si ya había abierto.
Una más me comentaba que lo que más extrañaba era su salón de belleza, pues su cabello estaba horrible y sus uñas asquerosas.
Los hombres, por su parte, más razonables, como debe ser, dado su sexo, no extrañan la comida ni la peluquería; sólo se quejan de que, por razón del aislamiento, no pueden socializar; comentan que únicamente los alcohólicos toman solos; que ellos no lo son, pues toman por razones sociales en las cantinas, bares y antros, que ahora están cerrados. La queja más grave: no hay chelas
Por más feministas que uno quisiera ser, termina uno por decir: no entiendo a las mujeres. En estas circunstancias tan adversas los hombres nos mostramos más razonables.
Espero haberme apartado de lo habitual y haber escrito de algo trascendente.