Primarias en Argentina

Bernardo González Solano

Como signo de los nuevos tiempos que se advierten en el cono sur de Hispanoamérica, por el momento la atención internacional se ha centrado en tres mujeres que se han hecho del poder por medio de la vía democrática y, al parecer, por lo menos una de ellas podría cumplir con su reelección y continuar en el mando hasta el año 2015. Se trata de la ex presidenta de Chile, Michelle Bachelet, que gobernó su país de 2006 hasta 2011; al terminar su periodo entregó normalmente su puesto al sucesor democráticamente elegido, Sebastián Piñera; Dilma Rousseff, sucesora del famoso Luiz Inacio Lula da Silva, que gobernó Brasil durante dos periodos cuatrianuales sucesivos; y Cristina  Fernández viuda de Kirchner, actual presidenta constitucional de Argentina, que inició su mandato el 10 de diciembre de 2007 y, después de su arrollador triunfo en las primarias  —abiertas, simultáneas y obligatorias—celebradas el domingo 14, se perfila como la posible triunfadora  en los comicios generales del próximo domingo 23 de octubre, incluso sin tener necesidad de participar en una segunda vuelta, lo que evitaría las desgastantes y complicadas tensiones dentro de su propio Partido Justicialista, herencia peronista.

Por cierto, Argentina es el único país sudamericano que ha contado con tres mujeres que han utilizado el poder de manera relevante. Las dos primeras fueron esposas del legendario militar y político, presidente de Argentina en varias ocasiones por la vía del voto y por truculencias políticas, el general Juan Domingo Perón (1895-1974): María Eva Duarte, popularmente llamada Evita (1919-1974), que se convirtió en lideresa popular y reformista social con profundas raíces entre las comunidades pobres  argentinas, cuya vida ha sido inspiración para muchas biografías y novelas, así como un musical, Evita, que dio pie a una película del mismo nombre, con argumento escrito por Andrew Lloyd y Tim Rice en 1978. En 1953 Evita escribió su autobiografía titulada Mi misión en la vida. Ni la madre Teresa.

La segunda argentina que llegó al poder en la nación austral fue la tercera esposa de Juan Domingo Perón, María Estela Martínez de Perón, cuyo apellido de soltera era Cartas, que cambió su nombre original por Isabel al iniciar su carrera como bailarina; mejor conocida como Isabelita Perón.

En 1973, cuando Perón regresó de España a Argentina por haber triunfado en las elecciones presidenciales, designó a su esposa Isabelita como vicepresidenta. Al año siguiente, al morir Juan Domingo, Isabelita tomó la presidencia argentina y en 1976 fue derrocada por un golpe militar acusada de corrupción y puesta bajo arresto domiciliario durante cinco años.

En 1981 se exilió en España y en 2007 fue arrestada por delitos cometidos durante la llamada guerra sucia: desapariciones de personas durante su presidencia.

Con el 50.3% de los sufragios

Sea como sea, el hecho es que Cristina Fernández ganó el domingo 14 las elecciones primarias con un 50.3% de los votos, según los primeros porcentajes de las mesas escrutadas. De acuerdo a esos resultados, le seguía con 12.9% el candidato de la centenaria Unión Cívica Radical (socialdemócrata), Ricardo Alfonsín, de 59 años de edad, hijo del ex presidente Raúl Ricardo Alfonsín Foulkes —que protagonizó el retorno a la democracia tras la dictadura militar  en 1983—,  lo que le abría las puertas para enfrentarse con la viuda de Kirchner en poco más de dos meses.

Enseguida, otro ex presidente, Eduardo Duhalde (2002-2003), del peronismo disidente, quien logró el 12.1% de acuerdo con 4 mil 476 mesas escrutadas.

En cuarto lugar se ubica el socialista Hermes Binner, de 68 años, con 11%, a quien más de un dirigente opositor definió como la “sorpresa” de estos comicios primarios que definirán a los candidatos del próximo 23 de octubre.
Del que no se dieron datos, en boca del ministro del Interior, Florencio Randazzo, fue del fundador y máximo dirigente del Partido Obrero argentino, de tendencia trotskista, Jorge Altamira, de 59 años de edad, quien necesitaba un milagro para lograr el 1.5% de la votación, lo que significaba aproximadamente 400 mil votos. Altamira y su Frente de Izquierda no tenían muchas posibilidades.

Estas elecciones primarias permitirían elegir no sólo al candidato a presidente y vicepresidente, sino también a los abanderados a gobernadores de varias provincias, entre ellas nada menos que la de Buenos Aires que siempre es decisiva; la mitad de la Cámara de Diputados, una tercera parte del Senado y muchos intendentes y cargos locales.

Por su condición de inéditas, estas primarias planteaban dudas sobre el nivel de participación, pero la masiva afluencia de electores confirmó los niveles de anteriores elecciones. No debe olvidarse que estas primarias son “abiertas, simultáneas y obligatorias”.

De hecho, las elecciones primarias de Argentina fueron dispuestas en la reforma política de 2009 y en este 2011 se celebran por primera vez, en teoría “para poner en manos de los ciudadanos lo que estaba en manos de las pequeñas burocracias de los partidos”, de acuerdo a las explicaciones del ministerio del Interior, Florencio Randazzo.

En estas condiciones, las primarias australes obligatorias deberían consagrar las candidaturas presidenciales de los tres partidos y siete coaliciones que acudirán a las urnas el 4 domingo de octubre próximo.

Así las cosas, este resultado no fue para dirimir las luchas por el poder en los tres partidos, sino que fueron una especie de sondeo mayúsculo, con aproximadamente 28 millones de electores. Ahora, habrá que cuidar un ambiente político favorable a los respectivos intereses partidistas.

Candidatos definidos

Por lo pronto, ya están definidos los abanderados, sobre todo en el caso de Cristina Fernández, de 58 años de edad, cuya posición política no era muy clara después de la inopinada muerte de su esposo, el anterior presidente de Argentina.
Es cierto, por lo demás, que las elecciones de verdad, el 23 de octubre, podrían desarrollarse prácticamente entre dos candidatos peronistas: Cristina Fernández, progresista, y Eduardo Duhalde, conservador. Lo que deja fuera del mapa a los radicales.

Lo cierto es que estas primarias ponen de relieve la permanencia de los políticos argentinos del último tercio del siglo XX. Eduardo Duhalde, de 69 años de edad, ha sido un barón peronista de toda la vida, presidente de la república entre enero de 2002 y mayo de 2003. Como dato curioso hay que recordar que impulsó la candidatura de Néstor Kirchner, a la sazón un político casi desconocido,  provinciano, gobernador de un pequeño estado, como su sucesor.
No obstante, sus relaciones con el kirchnerismo se deterioraron muy pronto y actualmente es uno de sus más acérrimos detractores. Incluso antes de que muriera el esposo de Cristina, la separación fue definitiva,  al grado de salir del Partido Justicialista y crear su propia organización.

Pero no ha logrado superar el fortísimo rechazo que tiene en los sectores medios y altos, que le acusan de la crisis del “corralito” y de lo peor del populismo peronista.

Como todas, la política argentina  tiene muchos recovecos. Algunos perceptibles y otros aparentemente ocultos en la marea de cambios y traiciones  al llamado peronismo original. Así el peronismo usualmente ha cobijado a sectores más conservadores y más izquierdistas y el enfrentamiento y la lucha por el poder entre ambos ha llegado a provocar cruentas batallas con saldos de muertos, como aconteció durante el retorno de Juan Domingo Perón en 1973.

En la actualidad el peronismo está hecho pedazos, como un rompecabezas, al igual que la mayoría de los partidos clásicos argentinos, muy debilitados como consecuencia de la crisis del 2001 y del  ¡váyanse todos!

Por ello, la elección del candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, la más rica y extensa del país, que representa poco menos del 38% del total del censo electoral nacional, es la mejor demostración de la durísima lucha interna del peronismo no sólo entre los distintos grupos auto declarados herederos de Juan Domingo, sino, incluso, en el interior de cada uno de ellos.

Así, el abanderado oficialista, Daniel Scioli, de 54 años de edad, ex vicepresidente bajo el gobierno de Kirchner y actual gobernador bonaerense, es el jefe del Partido Justicialista, al que pertenece igualmente Cristina Fernández de Kirchner.
Aunque uno y otro tomaron parte en las primarias y harán lo propio en octubre, bajo la coalición Frente para la Victoria, y en la misma papeleta, ambos representan cosas muy distintas dentro del peronismo y los dos protagonizan una lucha soterrada por ver cuántos votos alcanzan en provincia, la primera como candidata a la presidencia y el otro como candidato a gobernador.

Cristina Fernández y Daniel Scioli saben que por el momento se necesitan  uno a otro, aunque es clarísima su mutua desconfianza. Una vez que se hayan celebrado las elecciones en octubre, cuando se renueve la lucha por la dirigencia del justicialismo, los fernandistas y los sciolistas seguramente se encontrarán en bandos diferentes. Así es la política.

Por lo mismo, no son pocos los analistas extranjeros que se preguntan qué es el peronismo. La composición étnica de los argentinos ha hecho posible que el peronismo continúe vivo. La política de cada pueblo.