La comunidad jurídica ha tenido una irreparable pérdida. El pasado 28 de mayo con gran tristeza se dio a conocer el fallecimiento del Dr. Héctor Fix Fierro. El Sociólogo del Derecho; reconocido investigador;  respetado catedrático universitario; ser humano de espíritu sencillo, de suave seriedad y firme convicción; esposo y padre ejemplar.

La vida nos brinda oportunidad de coincidir con personas que nos dejan gratos recuerdos y grandes enseñanzas. Tuve el gusto de conocer a Héctor en los albores de este milenio, en el Instituto de Especialización Judicial del Consejo de la Judicatura Federal, cuando coincidimos, en el curso del mismo nombre, como maestros en el Grupo “Mariano Otero”. Él como catedrático de Derecho Constitucional y yo de Juicio de Amparo Administrativo.

Era común que nuestros alumnos nos invitaran a desayunar y fue así como pude tratarlo un poco más allá del simple saludo que al concluir mi clase le daba al compañero que impartía la suya a la siguiente hora.

Conocí al académico de sólida formación, sin embusteros alardes de conocimiento, por el contrario, al ser humano caballeroso, sencillo, amable, admirado por sus alumnos, respetado por sus colegas. De sonrisa franca y plática amena.

Algo que siempre me llamó la atención, era escucharlo hablar de  su padre. Dice la sabiduría popular que “de tal padre, tal hijo”. Nada podría ser más cierto. En la elección de la carrera, la influencia de su padre fue determinante para Héctor, que en un principio se inclinaba por estudiar Ciencias Políticas. No por imposición, sino más bien por algo que Héctor denominó una influencia inconsciente de esa admiración que siempre profesó por su “mentor de cabecera”, el reconocido Maestro Héctor Fix Zamudio, optó por estudiar Derecho, lo cual llenó de orgullo y satisfacción a su progenitor.

Héctor nos comentaba que era muy común que le preguntaran si la imagen de su Padre significaba un peso para él. Su respuesta siempre fue, –no, yo solamente puedo estar agradecido, es alguien que me ha abierto muchas puertas, y permitido cosechar donde no había sembrado, pero hay que ver que realizamos cosas distintas, pues yo me he inclinado hacia las ciencias sociales y la sociología, sin que sea incompatible con el derecho más tradicional. Gracias a mi Padre  cursé una doble carrera de Derecho, pues una era la que llevaba en la UNAM y otra la que paralelamente me impartía en casa-. Lo cual le permitió que, al concluir la licenciatura en 1987, Héctor sobrepasara con creces los estándares de su grado.

Nuestro personaje, tenía una extraordinaria cultura general y jurídica. Dominaba varios idiomas, perfectamente el inglés y el alemán y a nivel traducción francés e italiano. Cuando decidió estudiar el posgrado, cursó el “Master Internacional en Sociología Jurídica”, del Instituto del mismo nombre de Oñati, País Vasco, España. Después el Doctorado en Alemania, el idioma no le significó ningún obstáculo. Nos platicó que antes incluso de iniciar la carrera de Derecho, el Dr. Jorge Carpizo, entonces Director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, sabedor de su conocimiento de la lengua alemana, lo invitó a traducir al español el libro de Teoría General del Estado, del Profr. Reinhold Zippelius, trabajo que efectuó exitosamente. Con ese antecedente, el Profr. Zippelius lo apoyó para que iniciara con él sus estudios de Doctorado en la Universidad de Bremen, Alemania.

La UNAM siempre fue su casa. Salió de ella para estudios de posgrado y al terminarlos retornó. Se incorporó como investigador de tiempo completo al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la mencionada casa de estudios, de la que más tarde, al igual que su Padre, fue su Director.

El pasado 2 de junio, el Instituto de Investigaciones le rindió un sentido y emotivo homenaje póstumo, en el que se mencionaron con gran cariño, admiración y respeto: las cualidades del jurista y las virtudes del gran ser humano que fue. Participaron como oradores, entre otros, el Presidente de la SCJN, el Rector, el Director del propio Instituto de Investigaciones Jurídicas, el Director de la Facultad de Derecho, Abogada General, sus colegas Investigadores e Investigadoras, todos de la UNAM; y amigos, así como la participación de dos de sus hijos.

Precursor en la inclusión de las mujeres, no de discurso, sino de acción. En su época de Director del Instituto, narró la Abogada General, Héctor tuvo la oportunidad de incorporar un número importante de plazas, que destinó exclusivamente a mujeres, quienes constituyeron una red de apoyo mutuo que perdura hasta la fecha.

Tuve el privilegio de compartir con Héctor numerosos eventos académicos. Su maestría en la expresión de la palabra oral y escrita, fue siempre contundente y certera, tuvo por caracteres dominantes: brevedad, precisión, sencillez y claridad. Autor cuyo pensamiento no conoció límites. Inteligencia y sensibilidad en justo maridaje.

En las postrimerías del año pasado se instaló el Comité Académico del Instituto de Especialización en Justicia Administrativa del Tribunal de este nombre en la Ciudad de México, que hoy tengo la satisfacción de dirigir. Yo desconocía que Héctor tenía una enfermedad tan delicada. Hablé con él para invitarlo a formar parte del señalado Comité Académico y con la generosidad que siempre lo caracterizó me contestó, “si es que no me toca alguna quimio, tú sabes que cuentas conmigo”.

El legado que deja a la comunidad jurídica es invaluable, sus libros, sus numeroso artículos, ensayos, cátedras y conferencias, son el valioso acerbo que atesora su experiencia y conocimiento. En las que, entre muchas otras cosas, realizó estudios sobre la Constitución,  Sociología Jurídica, Administración de Justicia, la Profesión Jurídica en México, el respeto a la cultura de la legalidad y su defensa por las Instituciones.

Héctor Fix Fierro vivió su vida plenamente. Amó y fue amado intensamente por esa maravillosa mujer que encontró por compañera de su vida: Jaqueline, con quien sembró el frondoso árbol familiar  en la que sus hijos: Valentina, Markel y Verena se convirtieron en la razón de su existencia.

El reloj de la historia marcó el punto final de la existencia de un extraordinario jurista y de un gran ser humano. Se fue silenciosamente, con esa paz que sólo tienen los hombres justos, como aquellas místicas emigraciones de los maestros pitagóricos, en cabal asepsia sentimental. Puedo válidamente  afirmar, que su recuerdo pervivirá en el respeto de sus colaboradores, reconocimiento de su comunidad, compañeros y del foro, el cariño de sus amigos y, sobre todo, el orgullo de su familia.

Nuestro más sentido pésame al respetado Maestro Héctor Fix Zamudio, a su esposa, hermanas e hijos.

Ministra en Retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

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