Y de la nada sale otra ocurrencia presidencial para enfrentar el COVID-19: criar pollos para el autoconsumo. Tal puntada vuelve a demostrar la lejanía de López Obrador respecto del sector agroalimentario que no contempla para nada las sanidades. Otra rareza es el programa Sembrando Vida, que es pregonado por el mandatario como una estrella de su gobierno, a pesar de que asoma muchas vetas de corrupción que van desde la adquisición opaca del material vegetativo hasta la falta de información sobre la supervivencia de las plantas e índices de calidad de las reforestaciones. Sembrando Vida es todo un misterio. El caso es que a cada ocurrencia que sale de la boca del presidente con relación al campo, crece el azoro y el desconcierto entre los productores agrícolas y pecuarios, quienes cada día observan más lejana la posibilidad de que este gobierno rectifique sus políticas y estrategias para con el sector. Sin embargo, el Legislativo tiene ante sí la posibilidad evitar que se distorsionen aún más las instituciones relativas a la producción agroalimentaria.
El futuro del sector agroalimentario parece no importar. En la visión del Ejecutivo, lo accesorio se antepone a lo sustantivo. Mientras tanto, en el Legislativo la dócil mayoría obedece a pie juntillas al presidente sin hacer la mínima tarea de reflexionar sobre los efectos de cada propuesta de su jefe. Esto viene a colación porque estamos a pocos días de que entre en vigor el T-MEC y persisten los vacíos constitucionales y reglamentarios, por lo que los legisladores de MORENA, con jugadas poco aseadas, mueven sus piezas para consolidar una votación que les permita convocar a un periodo extraordinario. Entre otros temas, urge sacar del escollo los compromisos con EU y Canadá, pero sobre todo prepararse para entrar de lleno en la contienda electoral del 2021. En este marco, los trabajos de diputados y senadores del campo parecen quedar paralizados, a pesar de que es urgente que haya definiciones.
Entre los pendientes legislativos sobresalen la iniciativa de ley orgánica de la naciente Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario, Rural, Forestal y Pesquero (FND), precisamente la que contempla el interés del senador Ricardo Monreal por fusionar organismos, parecidos pero no iguales, como la Financiera Rural, el Fideicomiso de Riesgo Compartido (FIRCO), el Fondo de Capitalización e Inversión del Sector Rural (FOCIR) y AGROASEMEX, para operar -dicen- como banca de primer piso a favor de los pequeños y medianos productores agropecuarios.
El tema no resulta nada sencillo toda vez que el filón político parece marcar el derrotero legislativo bajo la premisa de aglutinar en una sola ventanilla de atención, los recursos e instrumentos crediticios, para, al puro estilo de la cuatroté, centralizar los apoyos -¿con fines electorales? seguramente-, pero también con los peligros de convertir al crédito rural en un cuello de botella de trámites, o de plano, en una mera agencia de dispersión de recursos mínimos y paliativos, pero de cuestionables alcances para el impulso a las inversiones y la consolidación de activos para quienes más lo necesitan.
La necesidad de clarificar los alcances de la nueva financiera es cada vez más preocupante. El hasta hace unos días encargado de la Financiera Rural, Javier Delgado, —funcionario de amplia trayectoria en el financiamiento rural— manifestó su preocupación por la urgente profesionalización de los servicios financieros para impulsar la productividad real del campo y no convertirse en un ente dispersor de dinero. Resultado de esta crítica, el funcionario ya fue separado del cargo —sin darle las gracias— y fue sustituido por un tabasqueño sin trayectoria en el sector rural y menos en el sector financiero rural, Baldemar Hernández Márquez. Hasta hace unos días fue el responsable de la Unidad de Administración y Finanzas de la Secretaría del Bienestar. Sin embargo, la salida de Delgado —ubicado como pieza de Alfonso Romo desde su experimento de siembra de maíz con Enerall en Yucatán— es interpretado como otro descalabro en la operación de Romo. La iniciativa legislativa está a cargo del diputado Mario Delgado, lo que ya implica sin lugar a duda una carga ideológica sobre cualquier argumento técnico.
Otro de los pendientes legislativos de MORENA es concretar el proyecto de Ley de Infraestructura de la Calidad encabezado por la Secretaría de Economía, y que tiene múltiples observaciones de la iniciativa privada, así como su oposición a que invada facultades de otras dependencias. De manera particular, durante las reuniones de trabajo, el Consejo Nacional Agropecuario puso en el centro del debate la rectoría para la elaboración de las Normas Oficiales Mexicanas tan sensibles y especializadas para el sector agroalimentario. La alerta se debe a los intentos de la SE de allegarse las atribuciones de la Comisión Nacional de Normalización y sus similares en los estados, además de reducir facultades a la SADER y SENASICA.
Bosco de la Vega, del Consejo Nacional Agropecuario (CNA) ha insistido ante senadores sobre la importancia de preservar el estatus fito y zoosanitario, para mantener el nivel de exportaciones agroalimentarias de un valor superior a los 40 mil mdd a más de 160 países. En concordancia, Eugenia Bracho, de la Entidad Mexicana de Acreditación (EMA) llamó la atención sobre la carencia de una regulación adecuada para los acuerdos de reconocimiento mutuo que dejan fuera la equivalencia de los reglamentos técnicos, por lo que propuso modificarlas para su ajuste.
En tanto, las discusiones de la Ley Federal de Variedades Vegetales parecen empantanadas en el limbo legislativo. A diferencia de la Ley que protege al Maíz nativo, ésta no ha alcanzado el quórum legislativo. Pese a las reuniones virtuales y al trabajo del diputado Eraclio Yako Rodríguez, los diputados todavía no logran ponerse de acuerdo ni siquiera en las atribuciones del Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas (SNICS). En juego está la elaboración de un marco jurídico que responda a las innovaciones tecnológicas y que logre el equilibrio entre los intereses comerciales de las semilleras transnacionales y la producción nacional de semillas conservadas, reproducidas y mejoradas por los propios productores mexicanos. ¿Reconocerán la trascendencia e importancia del material genético vegetal para el futuro del mundo y su alimentación?
El futuro de las ramas productivas más relevantes en la vida de todo ser humano pende del lado de la historia que los diputados quieran contar: fortalecer al sector o hundirlo en una crisis de la que no podrá levantarse en muchos años. Que la nación se los demande.
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