La economía mexicana comenzó su actual deterioro desde el interregno del nuevo gobierno y a partir del último mes de 2018, lo que haya sucedido es responsabilidad de este gobierno y de nadie más. Se advirtió por los técnicos hacendarios y consultores económicos y el propio en ese entonces, nuevo Secretario de Hacienda, técnico serio y conocedor que estábamos iniciando un ciclo de desaceleración económica global, que habría que irse preparando para las dificultades inherentes.

La respuesta consistió desde el inicio en hostigar y ahuyentar la inversión con la cancelación del Nuevo Aeropuerto aduciendo corrupción, misma que hasta la fecha no se ha probado, y abandonando una obra que se necesita urgentemente, tanto para atender la afluencia de pasajeros, como para convertirlo en Centro de conexión para los Estados Unidos y Canadá y hacia Centro y Sudamérica.

Ese fue el paso inicial de una larga cadena de errores. A pesar del discurso que enterró al Neoliberalismo, se aplicaron medidas propias de éste, como la reducción del gasto, la cancelación del gasto público en inversión física el despido de trabajadores, en suma el achicamiento del Estado.

Por ineptitud e impericia, combinado con una caída del ingreso fiscal, el gasto público inició tarde, mal y nunca. Supuestamente para combatir la corrupción, se centralizaron las compras por parte de la Oficialía Mayor de la SHCP, ésta adjudicó el 70 por ciento directamente y vino el desastre. Ante la magnitud del empecinamiento de su jefe, previamente el Secretario le tiró los trastes y le advirtió que las cosas iban mal. Luego, el ejecutivo  se peleó con los empresarios, el resultado final como era de esperarse: la economía creció 0.1. Ese fue el escenario para iniciar enero en el 2020.

Iniciamos este año en el contexto de persistencia de la desaceleración económica global y  el agudizamiento de la guerra comercial de los Estados Unidos con China. En el escenario doméstico siguió sin concretarse un Plan de construcción de Infraestructura por el reciclamiento de los enconos del presidente contra los inversionistas. Todo parecía que volvería a repetirse al persistir con las obras icónicas del nuevo gobierno: Aeropuerto de Santa Lucía, Dos Bocas y Tren Maya.

Cancelar la apertura energética al costo que fuera y continuar inyectando dinero público a Pemex Y CFE, nuevos ajustes a la baja en el gasto público y adjudicación directa en todas las compras.

Solo que una nueva y temible variante apareció en el radar de la economía mundial y la nuestra, el coronavirus. A pesar de que llegó a México 3 meses después, su presencia evidenció la falta de previsión, las fallas del Sistema de Salud, el desabasto de medicamentos y equipo, porque no se hicieron las compras consolidadas a tiempo. Conforme avanzó la pandemia hubieron de tomarse medidas de contingencia, entre ellas el confinamiento. Esta medida se tradujo en la pérdida de millones de empleo formal y de muchos más en la economía informal.

Los últimos datos disponibles son la baja importante en los niveles de producción del sector industrial, el manufacturero, la industria de la construcción, lo cual augura una profundización de la crisis. El primer trimestre de este año, la caída del PIB fue del orden del 2.5 por ciento y los pronósticos más favorables para el año son del    -6.5  por ciento y hasta el -10 por ciento. Por lo cual el nivel de la crisis será muy profunda, y la recuperación muy complicada. Se apuesta todo a una carta, la entrada en vigor del T- MEC, sin entender que sus efectos tardarán un par de años en concretarse.

Y si le añadimos que nuestro país, en Latinoamérica es el que más baja proporción de gasto público en comparación con el PIB, empleó para instrumentar políticas anti cíclicas, entre ellas las de protección de la Planta productiva y el empleo.

Hoy México, se observa a la deriva, el Timón esta abandonado por que el responsable del navío pelea con la tripulación.